Siempre me ha interesado la estupidez. Puesto que existe una teoría científica de la inteligencia, debería haber otra igualmente científica de la estupidez.
Situar el aprendizaje en el centro de nuestra evolución es reconocer que quienes nos dedicamos a estudiar la educación nos ocupamos de una actividad que constituye al ser humano.
“Opinión pública” es otro de los conceptos a incluir en el “Diccionario de conceptos políticos confusos” que me gustaría escribir. En los setenta Harwood Childs recogió todas las definiciones y, ante la imposibilidad de unificarlas, pensó que era mejor prescindir del término.
¿Cómo podemos definir la identidad? Siguiendo la tesis central de El Panóptico, solo la genealogía de un concepto nos permite comprender lo que encierra en su interior. Y vamos a remontarnos muy lejos en esa genealogía.
El fracaso de la intervención occidental en Afganistán plantea dos interesantes problemas al Panóptico: ¿Pueden trasplantarse las instituciones políticas de una cultura a otra? ¿Es lícito intentarlo o conseguirlo? La cultura es el sedimento de la experiencia de una sociedad, su manera de resolver los problemas.
El pensamiento woke ¿Tiene alguna incidencia en el panorama español? Creo que sí, porque podríamos considerar que el Ministerio de Igualdad es un “ministerio woke”
Desde el Panóptico todas las aventuras y desventuras de los humanos pueden interpretarse como una tanteante búsqueda de la felicidad.
¿Por qué considero el derecho a las vacaciones un ejemplo de “felicidad política”? ¿De dónde venimos? ¿Dónde vamos? Estas son dos de las grandes preguntas que se ha hecho el hombre, pero hay otra más importante aún: ¿Cómo podemos vivir felices?
Desde el Panóptico, desde la altura histórica, se perciben relaciones que inmersos en la algarabía del presente pueden quedar ocultas. Una de ellas es la que existe entre las nuevas tecnologías, la economía de los datos, el capitalismo de la vigilancia, las democracias no liberales, el crédito social chino y la psicología conductista. Lo que enlaza todos estos fenómenos es que suponen una cierta devaluación de la libertad, que ya no parece tan importante como solía.
Cuando hablamos de China y de su éxito económico y tecnológico, añadimos inmediatamente una crítica ética: es un sistema no democrático y no respeta los derechos humanos. El régimen chino responde acusándonos de adoptar una postura de superioridad moral y de intentar imponer a China unos valores que no son universales, sino exclusivamente occidentales.