Es el título del último libro de Claudio F. Gonzalez. Advierte que el segundo mandato de Xi Jinping ha acentuado el control social. Reconoce la preocupación porque la toma de decisiones la hagan los mejores. Hay un sistema para becar a los mejores estudiantes en las mejores universidades, pero pasando después obligatoriamente por el servicio público. Tienen dos de las 10 mejores universidades del mundo. Han entendido que financiar las universidades es el inicio de ese ciclo virtuoso. El autor ve el potencial de las tecnologías para hacer cosas fantásticas y también de hacer cosas horribles. Utilizando como argumento definitivo que hay que poner a la sociedad por delante del individuo, los gobernantes chinos están introduciendo el sistema de “reputación social”, de “crédito social”. Para la sociedad es mejor la persona que hace ejercicio, que no fuma, que come bien porque ahorra mucho dinero al sistema hospitalario estatal. Plantea al lector la siguiente cuestión: “Si un sistema le preguntara: “¿Quieres mejores ciudadanos? ¿Quieres desarrollo económico? ¿Quieres que la gente no pase hambre? ¿Quieres que el ciberespacio sea un lugar ordenado?”. ¿Sí? Pues firma aquí. ¿Usted firmaría? ¿Por qué?
El mundo político se está llenando de palabras nuevas y desconocer su significado puede suponer la exclusión del debate social. La empresa de sondeos IFOP realizó una encuesta para L’Express en febrero pasado titulada “Conocimiento y adhesión a las tesis del pensamiento “woke” entre los franceses”. Se preguntaba por el conocimiento de las siguientes expresiones: •Escritura inclusiva •Estudios de género •Cultura de la violación •Racismo sistémico •Pensamiento descolonial •Masculinidad tóxica •Luchas sin mezcla de identidades •Interseccionalidad de las luchas •Cancelación cultural •Pensamiento woke. Muchas de estas expresiones eran desconocidas por la mayoría de los ciudadanos. Los conocedores de este vocabulario presentaban el siguiente perfil: mujer entre 18 y 35 años, universitaria, procedente de familia acomodada, que ha votado por Benoït Hamon o Jean-Luc Mélenchon en la elección presidencial de 2017. En España, el debate político ha introducido otros términos que también es necesario conocer: sexo, género, cisgénero, transgénero, ideología trans, trans*, sistema no binario, género fluido, etc. Creo que conocer este vocabulario es necesario para que debates políticos y sociales no sean monopolizados por un grupo político elitista. Por eso, después de vacaciones comenzaré en el Panóptico un Diccionario woke, para facilitar la comprensión de algunos debates que posiblemente se incrementarán en el otoño.
Los actuales movimientos migratorios me producen un angustioso desasosiego intelectual. Contemplo el sufrimiento y la muerte de miles de personas y no tengo ideas claras sobre cuál puede ser la solución. Es cierto que las naciones ricas pueden absorber una gran cantidad de inmigrantes que pueden incluso mejorar sus economías, pero los gobernantes de muchos países se niegan a aceptar esa solución. Otra posibilidad es intentar mejorar las condiciones en los países de origen, para aminorar el deseo o la necesidad de emigrar. Incluso se habla de una especie de plan Marshall para África. Pero la principal causa de las migraciones, aunque sea económica, en el fondo es política. Regímenes dictatoriales, instituciones precarias, sistemas educativos pobres, estructuras sociales discriminatorias, violencia armada, guerras civiles, persecuciones, no permiten el desarrollo económico ni una ayuda extranjera eficaz. L’Express se pregunta: ¿Qué modelo de inmigración para la Francia del siglo XXI? Se enfrentan dos modelos: asimilación e integración. La asimilación supone abandonar las costumbres del país de origen y aceptar los del país receptor. La integración es menos exigente: Solamente se le exige respetar la ley. El debate sigue abierto.
Creo que la compasión es una de las notas distintivas de la naturaleza humana, por eso me interesa mucho y procuro leer lo que se publica sobre el tema.
Desde el Panóptico se divisa un fenómeno histórico complejo y dramático, al que he denominado “tobogán político”. Es una dinámica acelerada, a veces no querida por nadie, que puede impulsar a las sociedades hacia la tragedia.
Desde el Panóptico todas las aventuras y desventuras de los humanos pueden interpretarse como una tanteante búsqueda de la felicidad.
¿Por qué considero el derecho a las vacaciones un ejemplo de “felicidad política”? ¿De dónde venimos? ¿Dónde vamos? Estas son dos de las grandes preguntas que se ha hecho el hombre, pero hay otra más importante aún: ¿Cómo podemos vivir felices?