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Número 34

Artículos del número 34 de la revista El Panoptico de José Antonio Marina

La economía china plantea un serio problema a los economistas. Tras los trabajos de la escuela austriaca, en especial de Friedrich Hayek, se admite generalmente que una planificación estatal de la Economía tiene forzosamente que fracasar porque no puede aprovechar el saber disperso del que dispone el mercado- es decir, el juego de oferta y demanda- que le sirve para orientar la producción y fijar los precios. Para funcionar correctamente, el mercado debe ser libre. Sin embargo, la economía de China está estatalmente dirigida en un país con libertad limitada, y, a pesar de ello está teniendo un éxito espectacular. En el libro "El gran sueño de China", su autor Claudio F. González considera que China aspira a gobernarse como una gigantesca empresa y estas son sistemas superjerárquicos, planificadores y poco democráticos. Esta es la tesis del libro de Phillips Leiegh y Michael Rozworski "The Peoples´s Republic of Walmart. How the World's Biggest Corporations are Laying the Foundation for Socialism (Jacobin)", (2019). La comparación entre las grandes empresas y los Estados no es disparatada. Walmart, la cadena estadounidense de supermercados, podría considerarse por su volumen la décima economía del mundo, detrás de Brasil. Con 2.2 millones de empleados, Walmart es el tercer empleador del mundo, detrás del ejército de EEUU (3.2 millones) y del ejército chino (2.3 millones). El éxito de estas grandes empresas (archiplanificadas, jerárquicas, no democráticas y con controles implacables) es un ataque a las teorías neoliberales. Por ejemplo, se dice con frecuencia que en una economía tan acelerada y competitiva las empresas necesitan empleados creativos. Esto es una media verdad. Si tomamos a Amazon como ejemplo, comprobamos que son dos empresas en una. Un prodigio tecnológico-que necesita formidables e inventivos técnicos- descansa sobre una masa de trabajadores no cualificados que lleva los pedidos a las casas. La polémica sobre la planificación y su eficacia económica (y de paso social y política) me ha hecho recuperar dos libros antiguos. Uno el clásico de Alfred D. Chandler "The Visible Hand: The Managerial Revolution in American Business" (1977) que critica el dogma de “la mano invisible” defendida desde Adam Smith por los economistas liberales, afirmando que es la acción de los directivos lo que ha cambiado el mundo de los negocios, y el interesantísimo de Johanna Bolckman "Markets in the Name of Socialism: The Left-Wing Origins of Neoliberalism" (2011) que recuerda que en los años 30 los economistas no oponían socialismo y mercado, ni planificación y competencia. De hecho, Leon Walras, una de las figuras claves de la revolución marginalista, fue un gran defensor de ambas cosas, el socialismo y la libre competencia. El economista británico H.D. Dickinson escribe: “El bello Sistema del equilibro económico descrito por Böhm-Bawerk, Wieser, Marshall y Cassel no es una descripción de la sociedad como es, sino una visión profética de la economía socialista del futuro”. El mismo Cassel, economista neoclásico, decía que la economía neoclásica ayuda al socialismo y el socialismo ayuda a la economía neoclásica. Para terminar, Kenneth Arrow, futuro premio Nobel de Economía, escribía en 1940 en “A Cautious Case for Socialism”: “El socialismo es la vía para lograr el mercado perfecto”. Sólo más tarde socialismo y mercado se consideraron opciones contradictorias. Desde el Panóptico observo intrigado si lo que está haciendo China no es innovar sino volver a viejos maestros.

Jose Antonio Marina

Es el título del último libro de Claudio F. Gonzalez. Advierte que el segundo mandato de Xi Jinping ha acentuado el control social. Reconoce la preocupación porque la toma de decisiones la hagan los mejores. Hay un sistema para becar a los mejores estudiantes en las mejores universidades, pero pasando después obligatoriamente por el servicio público. Tienen dos de las 10 mejores universidades del mundo. Han entendido que financiar las universidades es el inicio de ese ciclo virtuoso. El autor ve el potencial de las tecnologías para hacer cosas fantásticas y también de hacer cosas horribles. Utilizando como argumento definitivo que hay que poner a la sociedad por delante del individuo, los gobernantes chinos están introduciendo el sistema de “reputación social”, de “crédito social”. Para la sociedad es mejor la persona que hace ejercicio, que no fuma, que come bien porque ahorra mucho dinero al sistema hospitalario estatal. Plantea al lector la siguiente cuestión: “Si un sistema le preguntara: “¿Quieres mejores ciudadanos? ¿Quieres desarrollo económico? ¿Quieres que la gente no pase hambre? ¿Quieres que el ciberespacio sea un lugar ordenado?”. ¿Sí? Pues firma aquí. ¿Usted firmaría? ¿Por qué?

Jose Antonio Marina

El mundo político se está llenando de palabras nuevas y desconocer su significado puede suponer la exclusión del debate social. La empresa de sondeos IFOP realizó una encuesta para L’Express en febrero pasado titulada “Conocimiento y adhesión a las tesis del pensamiento “woke” entre los franceses”. Se preguntaba por el conocimiento de las siguientes expresiones: •Escritura inclusiva •Estudios de género •Cultura de la violación •Racismo sistémico •Pensamiento descolonial •Masculinidad tóxica •Luchas sin mezcla de identidades •Interseccionalidad de las luchas •Cancelación cultural •Pensamiento woke. Muchas de estas expresiones eran desconocidas por la mayoría de los ciudadanos. Los conocedores de este vocabulario presentaban el siguiente perfil: mujer entre 18 y 35 años, universitaria, procedente de familia acomodada, que ha votado por Benoït Hamon o Jean-Luc Mélenchon en la elección presidencial de 2017. En España, el debate político ha introducido otros términos que también es necesario conocer: sexo, género, cisgénero, transgénero, ideología trans, trans*, sistema no binario, género fluido, etc. Creo que conocer este vocabulario es necesario para que debates políticos y sociales no sean monopolizados por un grupo político elitista. Por eso, después de vacaciones comenzaré en el Panóptico un Diccionario woke, para facilitar la comprensión de algunos debates que posiblemente se incrementarán en el otoño.

Jose Antonio Marina

Los actuales movimientos migratorios me producen un angustioso desasosiego intelectual. Contemplo el sufrimiento y la muerte de miles de personas y no tengo ideas claras sobre cuál puede ser la solución. Es cierto que las naciones ricas pueden absorber una gran cantidad de inmigrantes que pueden incluso mejorar sus economías, pero los gobernantes de muchos países se niegan a aceptar esa solución. Otra posibilidad es intentar mejorar las condiciones en los países de origen, para aminorar el deseo o la necesidad de emigrar. Incluso se habla de una especie de plan Marshall para África. Pero la principal causa de las migraciones, aunque sea económica, en el fondo es política. Regímenes dictatoriales, instituciones precarias, sistemas educativos pobres, estructuras sociales discriminatorias, violencia armada, guerras civiles, persecuciones, no permiten el desarrollo económico ni una ayuda extranjera eficaz. L’Express se pregunta: ¿Qué modelo de inmigración para la Francia del siglo XXI? Se enfrentan dos modelos: asimilación e integración. La asimilación supone abandonar las costumbres del país de origen y aceptar los del país receptor. La integración es menos exigente: Solamente se le exige respetar la ley. El debate sigue abierto.

Jose Antonio Marina
El Panóptico Meditación sobre las vacaciones

Meditación sobre las vacaciones

Por Art. El Panóptico, Número 34, Revista El Panóptico2 Comments

Desde el Panóptico todas las aventuras y desventuras de los humanos pueden interpretarse como una tanteante búsqueda de la felicidad.
¿Por qué considero el derecho a las vacaciones un ejemplo de “felicidad política”? ¿De dónde venimos? ¿Dónde vamos? Estas son dos de las grandes preguntas que se ha hecho el hombre, pero hay otra más importante aún: ¿Cómo podemos vivir felices?

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