La luz visible nos presenta un universo más estable y armónico. En cambio, al captarlo con rayos gamma, aparece un turbión de energías en acción. Algo parecido sucede en la Historia. Los acontecimientos pueden verse con luz visible que muestra una objetividad fría. Sin duda, las estadísticas de las batallas, los enfrentamientos entre naciones, como si estas fueran entes reales que salen a pelear, la interpretación económica de los cambios sociales, son visiones verdaderas, pero ¿nos permiten comprender lo que sucedió? Contemplar la historia “con rayos gamma” nos revela un juego de fuerzas, intereses, miedos, coacciones, odios, venganzas, poder.
En las relaciones sexuales se buscaba el placer. Pero los humanos comenzaron a reflexionar sobre la felicidad -un momento brillante de nuestra historia- y se preguntaron si la Felicidad era el placer. En general, les pareció una respuesta insatisfactoria, a mi juicio porque reforzaba sólo una de las herencias evolutivas: la centrada en el individuo.
Desde el Panóptico, se contempla un mundo a dos velocidades: tecnológicamente muy avanzado, pero mentalmente anclado en programas ancestrales. La guerra de Ucrania es una prueba evidente.
Me gustan los mapas. Comprendo que en el siglo XVII los holandeses decoraran con ellos sus casas. Así se ve en los cuadros de Vermeer “Soldado y muchacha sonriente”, “El arte de la pintura”, “Mujer leyendo una carta”, o en “Los músicos” de Jacob Ochtervelt.
Una de las características de la inteligencia humana es su capacidad de anticipar el futuro. Tomamos decisiones pensando en el porvenir, a sabiendas de que no lo conocemos.
El amplio campo de la sexualidad humana vive un momento de ebullición difícil de cartografiar. El mapa que presento debería por ello ser más minucioso. De acuerdo con el método de El Panóptico, para comprender el mapa sincrónico (actual) es preciso conocer su genealogía.
El tema de Dios sigue interesando mucho, contra todo lo previsible, puesto que en 1882 Nietzsche había comunicado la muerte de Dios, y el 15 de mayo de 1932 Stalin había decretado un “plan quinquenal de ateísmo”, con el eslogan: “No habrá Dios en 1937”. Ninguna de las previsiones se cumplió y la idea de Dios sigue presente en nuestros días.
Al hablar de temas éticos me siento con frecuencia como si fuera el más tonto del pueblo, porque me cuesta mucho ver con claridad asuntos sobre los que todo el mundo habla con una certeza envidiable. En el caso de las relaciones entre empresas y ética, la pregunta más elemental es: es evidente que las empresas tienen obligaciones legales, pero ¿tienen además obligaciones morales?
Hablar de religión supone volver a escuchar tambores de guerra. ¿Debemos incluir la religión dentro de nuestro sistema educativo? Desde el Panóptico veo dos cosas con claridad