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Las religiones desde el Panóptico

Por 1 de diciembre de 2021mayo 20th, 2022Art. El Panóptico, Número 41, Relevante
Las religiones panóptico 41 Destacada

Hablar de religión supone volver a escuchar tambores de guerra. ¿Debemos incluir la religión dentro de nuestro sistema educativo? Desde el Panóptico veo dos cosas con claridad: la importancia que todavía tienen las religiones, y la necesidad de acudir a la genealogía para comprender este hecho.

Tanto la aceptación ciega de la religión como el rechazo igualmente ciego de ella son fruto de una pereza crítica. Para no dejarnos llevar por prejuicios, debemos enfrentarnos a una pregunta complicada de responder: en este momento de la historia, ¿se puede tener una inteligencia ilustrada y ser religioso? Parece que no.

Según el esquema del viejo Auguste Comte, que señalaba tres estadios en el progreso de la humanidad -teológico, metafísico y científico- , la religión sería ahora un anacronismo. La religión, además, aparece relacionada con comportamientos detestables: fanatismos, violencias, guerras santas, adoctrinamientos. De hecho, Hans Küng, el maltratado teólogo católico, que dedicó su vida a trabajar por una ética universal, escribió: “No habrá paz en el mundo, mientras no haya paz entre las religiones”. Andy Norman considera que la fe religiosa adormece el sentido crítico y que, por lo tanto, debilita el sistema inmunitario mental (Mental Inmunity, Harper, 2021). Al basarse en la fe, se aparta del saber. Satoshi Kazanawa estudia experimentalmente por qué los liberales y los ateos son más inteligentes, y Richard Lynn y colegas afirman que el cociente intelectual predice el ateísmo en 137 naciones estudiadas. (S.Kazanawa en su estudio “Why liberals and atheist are more intelligent”, Social Psychology Quarterly, nº 73, 2010, 33-57) o Lynn, R., Harvey, J, y Nyborg, H. Average intelligence predicts atheism rates across 137 nations”, Intelligence, nº 37, 2009, 11-15). Steven Pinker, prestigioso psicólogo cognitivo, sostiene en su En defensa de la Ilustración, que los hallazgos de la ciencia implican que los sistemas de creencias de todas las religiones son objetivamente erróneos. “No existen cosas tales como el destino, la providencia, el karma, los hechizos, las maldiciones, los augurios, el castigo divino o las plegarias respondidas” (En defensa de la Ilustración p. 479). Los “nuevos ateos” –Sam Harris, Daniel Dennett, Christopher Hitchens, Richard Dawkins- sostienen que la religión es incompatible con la racionalidad científica. ¿Está el asunto visto para sentencia?

La educación espiritual trata de pensar sobre aquellas preocupaciones consustanciales al ser humano que no encuentran respuesta en las ciencias positivas.

Pues no, porque al mismo tiempo, mucha gente piensa que prescindir de la experiencia religiosa supone un empobrecimiento radical de la cultura y por lo tanto de la vida. Los ingleses, que tienen un gran talento práctico y una tradición empirista y escéptica, consideran que la educación espiritual debe formar parte del currículo educativo, aunque su sistema es completamente laico. Según la Office for Standards in Education del Reino Unido (OFSTED), “el desarrollo espiritual debe promover en los alumnos la reflexión sobre sus propias vidas y la condición humana a través, por ejemplo, de la literatura, la música, el arte, la ciencia, la educación religiosa y la relación con lo sagrado”. La educación espiritual trata de pensar sobre aquellas preocupaciones consustanciales al ser humano que no encuentran respuesta en las ciencias positivas. Así las cosas, pretender enfrentar religión y ciencia es transgredir la frontera entre ambas, porque se mueven en dimensiones diversas. Es la postura defendida por el famoso paleontólogo Stephen Jay Gould en su libro Ciencia versus religión: un falso conflicto. La ciencia -dice- se ocupa del universo empírico, mientras que la religión se ocupa de las cuestiones relativas a la moralidad, el sentido y el valor.