Lo propio de la ciencia es fortalecer al máximo sus afirmaciones. Aspira a hacerlas tan fuertes como un roble. De ahí la palabra “corroboración” (del latín robur= roble). Sostengo que la Panóptica nos permite comprender el presente y tomar mejores decisiones, pero esa afirmación está por demostrar. De ahí la necesidad de someter constantemente a prueba sus pretensiones.
El enfrentamiento entre Israel y Palestina se ha recrudecido en estos días, y crece el escepticismo ante la posibilidad de resolver un conflicto tan profundamente enraizado. Desde que en 1957 apareció la primera revista dedicada a la solución de conflictos – Journal of Conflict Resolution. A quarterly for research related to war and peace, (Universidad de Michigan)- han proliferado los centros de estudios y de mediación y las publicaciones sobre estos temas. Pero una y otra vez el recurso a la violencia se impone.
Francia ha recordado el bicentenario de la muerte de Napoleón con gran cautela. La unanimidad acerca de su figura ha desaparecido, y los franceses no saben qué hacer con su historia. No es un caso excepcional, porque todas las naciones tienen problemas con su pasado. España también, por supuesto. Hace unos años, Lionel Jospin, ex primer ministro francés publicó, Le mal napoléonien. Escribe: “Si me pregunto si los quince años fulgurantes del gobierno de Napoleón han servido a Francia, o han sido beneficiosos para Europa, la respuesta es no”. Apelar a la “gloria nacional” ya no es suficiente.
Las calles de Madrid se han llenado de carteles con un eslogan electoral: “Libertad”. La palabra resulta clara y su contenido claramente deseable. Sin embargo, es un término que merece estar en el “Diccionario de palabras políticas confusas”, que estoy redactando. Sucede con ella lo que san Agustín decía respecto del tiempo: “¿Qué es, pues, el tiempo? Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si trato de explicárselo a quien me lo pregunta no lo sé”
Quisiera conseguir la cuadratura del círculo: explicarles de un modo sencillo un asunto muy complejo: la demolición filosófica, social y política de la noción de verdad. No de verdades concretas, sino de la posibilidad misma de alcanzar verdades o, al menos, verdades universales. El año 2016 se popularizó el término “posverdad”. ¿Qué significa vivir en un mundo que ha dejado atrás la verdad, en el que la verdad puede resultar un anacronismo?
“Erase una vez un mundo en que se podía distinguir la verdad de la falsedad. No es seguro que exista todavía”. Este no es el comienzo de un cuento de miedo, sino una breve descripción de nuestra situación. Acabo de leer dos libros sobre este tema.
La llamada Ley trans pretende proteger el derecho a la autodeterminación sexual de las personas trans, permitir el cambio registral de sexo sin necesidad de pruebas médicas o psicológicas.
Vivimos una “democracia de crédulos”, que es a la vez una “democracia desconfiada”. Quien cree en poderes ocultos se agarra a una pata de conejo. La creencia en conspiraciones falsas, eliminando el pensamiento crítico, favorece las conspiraciones verdaderas.