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Campaña para la rehabilitación de la verdad

Por 15 de abril de 2021febrero 1st, 2022Art. El Panóptico, Número 27
El panoptico 27 El derecho a no ser engañado

Quisiera conseguir la cuadratura del círculo: explicarles de un modo sencillo un asunto muy complejo: la demolición filosófica, social y política de la noción de verdad. No de verdades concretas, sino de la posibilidad misma de alcanzar verdades o, al menos, verdades universales. El año 2016 se popularizó el término “posverdad”. ¿Qué significa vivir en un mundo que ha dejado atrás la verdad, en el que la verdad puede resultar un anacronismo? 

Desde el Panóptico, lo que resulta más sorprendente es que en esa tarea de demolición colaboran -aunque por distintas razones, los movimientos conservadores (los contrailustrados: Burke, Herder, de Maistre, los neocon, etc.) y los movimientos aparentemente progresistas (el posmodernismo, los movimientos multiculturales, identitarios, etc.). Foucault y Trump hacen un curioso matrimonio.  Esa unión de los extremos me hace pensar en la existencia de un “sistema invisible” que los une y que se manifiesta, precisamente, en su afán por desacreditar el proyecto ilustrado. Zeev Sternhell ha estudiado la vertiente conservadora de este movimiento en Les anti-Lumières , y   recientemente    Stéphanie Roza, en La gauche contre les Lumières?, (Fayard, 2020), el punto de vista de la izquierda. El acoso ha sido tan grande que Steven Pinker se ha considerado obligado a escribir un libro de más de setecientas páginas titulado En defensa de la Ilustración (Paidós, 2018).

Las ideas básicas de la Ilustración fueron la confianza en la razón y en la ciencia, la universalidad de las verdades y de los derechos, la idea de progreso, el pueblo como depositario del poder político, la necesidad de someter todas las ideas y las instituciones al pensamiento crítico y el rechazo a los argumentos basados en la autoridad. La Humanidad había llegado a su mayoría de edad. En el centro de ese modelo había una defensa optimista de la verdad. Emprender una campaña para rehabilitarla me parece imprescindible para defender el proyecto ilustrado, una de cuyas propuestas fundamentales es la democracia.

Este asunto no es un capítulo de la Historia de la filosofía, forma parte de la biografía del lector.  La influencia política de estas ideas ha sido y es poderosa y, en ocasiones, terrible. Hannah Arendt en su libro Orígenes del totalitarismo señala que “el sujeto ideal de la dominación totalitaria no es el nazi convencido o el comunista fervoroso, sino la gente para la que la distinción entre realidad y ficción, entre verdadero y falso, no existe”. Juguetear con la idea de verdad, no suele salir gratis. David Colon, en Propagande. La manipulation de masse dans le monde contemporaine, señala que la negación de la verdad puede considerarse la manifestación de un nuevo “prefascismo”. La conclusión de Sternhell, que también he defendido en Biografía de la Inhumanidad, es que las masacres del siglo XX fueron facilitadas por la pérdida de la fe en verdades universales, por la irrupción de lo irracional y por la destrucción de la unidad del género humano (p.796).

Dentro del movimiento antiilustrado hay que incluir también el rechazo a los debates críticos que se está imponiendo en las grandes universidades americanas y canadienses, so pretexto de proteger las ideologías identitarias. Se defiende que el grupo -nacional, racial, religioso, político, de género- es el depositario de su propia verdad, incomprensible para los demás, intraducible, incomunicable. Desde el Panóptico creemos que analizar cada uno de los hilos que tejen el tapiz de la posverdad puede servirnos para comprender el fenómeno y señalar lo que en él hay de justificado y de injustificable.

El proyecto ilustrado ha sufrido el acoso por dos flancos: conservadores y progresistas. El primero en actuar fue el conservador, que atacó la razón, la universalidad y la idea de progreso. Reivindicó la fe y el sentimiento, el nacionalismo y el espíritu del Pueblo, y predicó que el olvido de las tradiciones llevaba inevitablemente a la decadencia. Fue el triunfo del romanticismo, del cálido sentimiento sobre la fría razón. Los autores son bien conocidos -Josep de Maistre, Edmund Burke, Louis de Bonald, y mucho después Heidegger y Hayek, cada cual a su manera -, pero lo importante no son los autores, sino el poder movilizador que esas ideas tuvieron en las masas.  ¿Cómo se atrevía la razón autónoma e individual a ir en contra de la sabiduría de un Pueblo, condensada en sus tradiciones, costumbres, leyes, creencias? ¿Cómo pretendía la fría lógica comprender las razones del corazón? El nacionalismo cultural, una de los movimientos anti-ilustrados, solo aceptaba las verdades nacionales. Los nazis no fueron los únicos en afirmarlo. El francés Charles Maurras, en la línea de Herder, lo dice bien claro: “Nosotros juzgamos todo en relación a Francia”, “la verdad, la justicia, no existen en abstracto”, “no hay verdades absolutas, solo verdades relativas”. El gran daño que ha hecho la Ilustración, añade, es afirmar “que el individuo debe someter a crítica todos sus prejuicios y solo rendirse a la evidencia personal”. (Barres, M. Scenes et doctrines du nationalisme”). Spengler remacha el clavo. “Para hombres diferentes, hay verdades diferentes”. “Hay tantas morales como culturas. Cada cultura tiene una medida propia, cuyo valor comienza y acaba en ella. No hay moral humana universal”. Es fácil ver la oposición con el ilustrado Kant, que, en Fundamentación de la metafísica de las costumbres, escribe: “no se puede discutir que la ley [moral] es de una significación tan extendida que tiene que valer no sólo para los hombres, sino para todo ser racional en general.

En estos movimientos contrailustrados, nacionalistas, el lenguaje adquirió un protagonismo decisivo. Creación del alma de un pueblo, expresa su modo de concebir el mundo. El lenguaje se convierte así en uno de los túneles del sistema invisible que comunica a todos los desacreditadores del proyecto ilustrado. Consideran que la función principal de una lengua es interna: sirve para que se entiendan los del grupo y refuercen su identidad. Hay que protegerlo para proteger el alma propia. Es un acceso privilegiado para privilegiados. “El Ser habla en alemán”, según Heidegger. Las lenguas no están creadas para entenderse con los de fuera, con otros grupos, sino para unir y comunicar a los miembros del grupo que lo creó. Siempre que el pensamiento tribal -anti-ilustrado- emerge, se niega la posibilidad e incluso el interés de la traducción. Por eso he defendido que la escuela de traductores de Toledo, que nació en el siglo XII, fue un movimiento ilustrado, fruto de una ilustración árabe, que después desapareció.

El pensamiento posmoderno también ha caído en la tentación tribal (Maffesoli, M. Le temps des tribus), y ha atacado las afirmaciones fuertes de la Ilustración: frente a la universalidad y a los grandes relatos ha defendido la fragmentación y los microrrelatos; ha negado la racionalidad como único camino para el conocimiento, y ha rechazado la idea de progreso. Su ataque a la verdad es sistemático y a mi juicio contradictorio. Tradicionalmente, la verdad es el modo como un sujeto representa y dice adecuadamente la realidad. “Está lloviendo” es una frase verdadera si realmente está lloviendo. El postmodernismo lo rechaza todo: no hay sujeto, no hay representación adecuada, y no hay realidad. ¿Qué queda entonces? Un discurso pronunciado por nadie, una estructura sin sujeto.

Dicho así, suena a disparate, pero conviene ser menos precipitado. Las descalificaciones totales son cómodas, pero acaban desdeñando la parte de verdad que tiene el oponente, que puede ser una verdad incómoda. El postmodernismo me parece un “pensamiento exagerado y fragmentario”. Toda exageración tiene, sin embargo, un punto de verdad, aunque deformado. También el pensamiento fragmentado puede tener una pizca de verdad, que no pasa de ahí si no es capaz de integrarse en un sistema coherente, como hacen las piezas de un puzzle. El atractivo del pensamiento postmoderno deriva de que es una “exageración sectorial”, es decir, agranda mucho un aspecto de un sector de la realidad. Lo malo es que olvida que es una amplificación y que solo se refiere a una esquinita de la realidad.            

En el programa postmoderno, la realidad se desvanece y es sustituida por narraciones y lenguajes. Por eso se habla tanto de “hacerse con el relato”, en vez de hacerse con la verdad. Se reduce todo a discursos sobre todo. Es un ejemplo de la exageración sectorial. El descomunal prestigio otorgado al lenguaje -que vimos ya en los nacionalismos- produce de rebujo el descrédito de la realidad y la devaluación de la noción de verdad. El nacionalismo de Trump y de los defensores del Brexit uso las “fake news” y hablo de “hechos alternativos”. Pusieron en práctica los principios postmodernos, de los que haré una breve antología: “La realidad no existe, lo único que hay es el lenguaje y de lo que hablamos es del lenguaje, hablamos en el interior de él” (Foucault). Watlawick titula un popular libro ¿Es real la realidad?, y responde que no. Sólo hay sistemas de comunicación. Luhman, uno de los grandes sociólogos del siglo pasado define la sociedad no como una agrupación de seres humanos, sino como un sistema autoconstructor (autopoiético) de comunicaciones. Para J-F. Lyotard, autor canónico del postmodernismo, vivimos presos en la heterogeneidad de juegos del lenguaje, sin posibilidad de encontrar denominadores comunes universalmente válidas para todos los juegos. Nelson Goodman saca las consecuencias. Creamos mundos, pero no lo hacemos sobre la realidad, sino sobre mundos creados por otros, y ningún mundo es más real que los demás. “Una vez abandonada la idea de una realidad prístina, perdemos el criterio de correspondencia como modo de distinguir los modelos verdaderos de los modelos falsos del mundo”. Puede haber verdades contradictorias. Vivimos en una cultura líquida (Bauman). Gergen y los constructivistas van en la misma dirección. Lo que llamamos “objetividad” no es más que una costumbre lo suficientemente estable. La ciencia es solo una costumbre occidental, tan válida como el vudú, que es una costumbre haitiana. Gergen consideraba que la estructura judicial, en la que un juez juzga a un acusado, es una estructura de poder inaceptable porque admite una única verdad (la del juez). Considera que un juicio justo debe limitarse a ser un intercambio de concepciones del mundo entre juez y reo. La antropología cultural ha apuntado también sus cañones contra el concepto de verdad. Las culturas son inconmensurables. Sólo pueden someterse a sus propios criterios. Si una sociedad considera aceptable la ablación sexual nadie de fuera está justificado para juzgarlo. Se impone una idolatría de las culturas y cualquier crítica en contra se considera blasfema. Este artículo seguramente sería vetado en muchas Facultades. La medicina no es superior al curanderismo mágico. Cada uno es válido en su contexto cultural. Cuando le preguntaron a Gergen donde llevaría a su hijo si estuviera enfermo, a un hospital o a la cabaña de un brujo, dijo que, a un hospital, pero no porque fuera mejor, sino porque él era occidental.  Si la realidad se ha disuelto en discurso, y la cultura es el conjunto de los discursos de una sociedad, el circulo está cerrado. Cada cultura -cada lenguaje- es autorreferente, e incomunicable, se cierra sobre sí mismo. De haber verdad, es solo la verdad de un grupo: la verdad indigenista, nacional, identitaria, tribal. La ciencia es despreciable porque es solo un arma colonialista.

Foucault saca las consecuencias. De la misma manera que decimos que la “historia la escriben los vencedores”, hay que admitir que la ciencia la escriben también los vencedores. La verdad o el saber son instrumentos del poder. La idea de verdad es, por ello, dictatorial. No seremos libres mientras no nos libremos de esa tiranía. De decir “la verdad os hará libres” hemos pasado a decir “la verdad os hará esclavos”. Un giro llamativo.

Es cierto que a lo largo de la historia la confianza en verdades absolutas han justificado atrocidades: la inquisición, el terror jacobino, las matanzas nazis, las matanzas estalinistas, el horror camboyano. El escepticismo parece mejor que esa creencia en verdades absolutas. El pensamiento fuerte -sostenía Vattimo- lleva a la dictadura. El lenguaje es fascista, decía Roland Barthes, siguiendo a Nietzsche que sostenía que no nos habríamos librado de Dios mientras mantuviésemos el respeto a la gramática. Si definimos la verdad como una manifestación del poder, la Verdad Absoluta será la imposición de un Poder Absoluto. Mejor prescindir de ambos. El relativismo nos protege contra el dogmatismo. Pero resulta ser una ilusión porque el relativismo legitima cualquier poder.

¿Y qué podemos decir del otro extremo de la relación de conocimiento, del sujeto cognoscente?

También se ha evaporado. Se ha disuelto en una polifonía de discursos que no tienen por qué ser coherentes, que derivan de la situación o de la voluntad. Puedo elegir sobre mí mismo el discurso que quiero, porque no hay más que texto. La fluidez se convierte en utopía. Las personalidades ameboides se imponen. Lo trans* se propone como concepción del mundo.

Vuelvo a decir que estas ideas están ejerciendo un influjo importante en nuestra cultura actual, en el modo de interpretar la educación, la acción social, la sexualidad. Y me parece un mal influjo porque es una mala filosofía, exagerada y fragmentaria. Me sigue sorprendiendo que movimientos reivindicativos se apoyen en una ideología relativista, que relativiza también sus propias reivindicaciones. Si no hay ninguna apelación posible a la verdad, no pueden unas reivindicaciones ser más verdaderas que las contrarias. Su única justificación es que se impongan por la fuerza. Queriendo liberarse del poder, el posmodernismo acaba por legitimarlo. Pero el poder no es fuente fiable de justificación. El nazismo o el estalinismo o Mao Ze Dong fueron muy poderosos. Si una ideología racista o feminista o religioso se cierra sobre sí misma y blinda sus sistemas de autojustificación, no podrá evitar que frente a ella se edifique un fortín ideológico contrario, que defienda y autojustifique otro racismo, el machismo u otra ideología religiosa. La Ilustración, con su confianza en la posibilidad de hallar verdades y valores racionalmente compartidos, ha quedado maltrecha tras tantos ataques combinados.

Esta teoría de la verdad polimorfa, líquida, fragmentaria, se ha apoderado de los Departamentos de Estudios culturales de las universidades, en un intento de fomentar las humanidades y librarse del positivismo científico. Pero, a mi juicio, ha producido el efecto contrario: ha devaluado el humanismo y dejado el campo libre a las “ciencias duras”, que sí saben distinguir entre una “teoría verdadera” y una “falsa”, y se ríen de esas “filosofías exageradas”. La ciencia sabe que la verdad es un duro esfuerzo de corroboración, de intentos de falsación, de correcciones y coherencias.  Hace años, todos nos divertimos con el “caso Sokal”. El físico André Sokal de la Universidad de Nueva York, envió un artículo pseudocientífico a la revista Social Text: «Transgressing the Boundaries: Towards a Transformative Hermeneutics of Quantum Gravity» («La transgresión de las fronteras: hacia una hermenéutica transformativa de la gravedad cuántica»). Se publicó en el número de primavera/verano de 1996, y sostenía la asombrosa tesis de que la gravedad cuántica era un constructo social; es decir, que la gravedad existe solamente porque la sociedad se comporta como si existiera, por lo tanto, si no se creyera en ella no tendría efecto. El mismo día de su publicación, Sokal anunciaba en otra revista, Lingua Franca, que el artículo era un engaño. Se hizo responsable de la relajación de los criterios de evaluación científicos que había permitido la publicación de ese texto disparatado a la influencia de Jacques Derrida y de la “french theory”. El éxito de los posmodernos franceses en las Universidades americanas es una anécdota de la historia de las ideas que me sorprende enormemente, pero que no puedo comentar ahora. Derrida se defendió diciendo que no se le había entendido.

Tengo la convicción de que debemos recuperar el proyecto ilustrado, corregirlo, perfeccionarlo, ponerlo en práctica, y que ello exige llevar a cabo una campaña de rehabilitación de la verdad, es decir, de aquellas afirmaciones que están suficientemente verificadas y sometidas siempre a un tenaz e interminable proceso de corroboración. Y creo también que ese pensamiento suficientemente justificado puede permitirnos alcanzar un modelo ético universalmente aceptable. Pero esto ya es harina de otro costal, es decir, de otro Panóptico.

Únete 18 Comments

  • javier Pato garcía dice:

    Estupendo artículo, creo que cuando un paradigma deja de ser útil, durante una temporada se abre la veda para toda clase de ideas que suelen ser recurrentes. Me llamo mucho la atención la descripción que Eco hace de la edad media, en su libro: las luchas estudiantiles, represión y las ideas triunfantes, recuerdan al mayo del 68 o al romanticismo, sin embargo, son una edad media que nadie veía así. En una entrevista a Eco, éste hablaba de cómo ideas, tipo astrología, homeopatía etc. han estado cíclicamente triunfando en ambientes universitarios a lo largo de la historia y tal como vienen se van.

    • José Antonio Marina dice:

      Es cierto que los paradigmas cambian cuando hay otro paaradigma que resuelve los problemas que eran inaccesibles para el anterior, y demuestra una mayor capacidad explicativa o enticipadora. Pero no me parece que el pensamiento posmoderno mejore o resuelva los problemas que el «paradigma ilustrado» no supo responder. El debilitamiento de la idea de verdad o la negacion de derechos universales no son buenas soluciones.

  • Miguel Ángel Sedano dice:

    Recuerdo que me impactó hace unos años la lectura de «Cuánta verdad necesita el hombre», la obra de Safranski, que junto con sus ensayos «La lucha por la dignidad» y «las culturas fracasadas», constituyen un marco reflexivo profundamente enriquecedor.
    Safranski, concluía su libro distinguiendo la verdad pública de la privada: mientras que la privada puede resultar inocua en cuanto a su trascendencia porque se mueve en el plano estrictamente doméstico, la pública requería del sentido común necesario para saber que, al tratarse de un espacio compartido, hay límites insoslayables necesarios para preservar la convivencia. Tomar conciencia de esos límites garantizan la salud colectiva. Sin embargo, ¿cuál cree que es la causa de este desmoronamiento moral producido en los últimos cinco años? Un saludo y qué gratificante resulta siempre leerle.
    Miguel ángel

  • José Antonio Marina dice:

    Soy un admirador de Safranski, Justo en este momento estoy leyendo dos libros suyos, uno sobre el romanticismo y otro sobre Hölderlin. Pero no conocía el que me comenta, y que voy a buscar inmediatamente, Sobre todo porque en mis libros (A partir de Dictamen sobre Dios) utilizo tambien la distincion entre «verdad privada» y «verdad pública o universal», y me gustaria mucho saber si nos estamos refiriendo a lo mismo. No creo que haya habido un desmoronamiento moral en los ultimos cinco años. Lo que ha habido, creo, es una explosion publicitaria de todo y las redes sociales están siendo gigantescos altavoces. Y sobre todo un «encanallamiento de los modales».

  • Andrés Vicente Llopis Garrido dice:

    «un modelo ético universalmente aceptable»
    Platón en el Eutrifón ponía en boca de Sócrates lo siguiente;
    “las cosas son buenas por que lo quieren los dioses, o es que los dioses quieren las cosas buenas”
    25 siglos despues la buena parte de la humanidad se inclina por la primera parte del enunciado y a partir de ahí surge un problema de inconmensurabilidad para desde la Razón abordar una discusión sobre ética con los que fundamentan la verdad, su verdad, en lo que los dioses quieren, la revelación.
    Personalmente no encuento una solución a este problema. Por lo que honestamente le estaría muy agradecido de que me «ilustrara» al respecto si lo considera oportuno.

    • José Antonio Marina dice:

      He dedicado muchas páginas a justificar la idea de un «modelo ético universal» y temo no poder resumirselo. Solo le indicaré varios puntos que solo puedo enunciarle dogmáicamente, por razons de espacio. (1) La razon individual puede justificar perfectamente el egoismo. (2) La necesidad de convivencia, es decir, de hacer compastibles los egoismos particulares, produce una suerte de «razon compartida», que ha ido desarrolandose a lo largo de la historia (3) La ética es un conocimiento inductivo: las mejores soluciones que a la inteligencia se le han ocurrido para resolver los problemas planteados por la convivencia. La Ciencia de la evolucion de las culturas (la Panoptica) nos proporciona la experiencia de la humanidad. (4) Creo que se puede jusstificarla «Ley delprogreso etico de la Humanidad: «Todas las sociedades, cuando se libera de la pobreza extrema, de la ignorancia, del fanatismo, del miedo al poder y de la insensibilidad ante el dolor ajeno, evolucionan convergentemente hacia un modelo etico que se caracteriza por (1) el reconocimiento de derechos individuales (2) el rechazo de desigualdades no justificadas (3) la razón como mejor medio de resolver conflictos (4) la participación en el poder politico (5) las seguridades jurídicas y (6) las politicas de ayuda. Este me parece un modelo etico universal.

      • Muchas gracias por responder.
        Quisiera hacerle algunas observaciones o dudas que se me plantean un poco a modo de abogado del diablo.
        – «(1) La razón individual puede justificar perfectamente el egoísmo.»
        *No estaría de acuerdo en convertir el «egoísmo» en una premisa de la que se derivara que es intrínsecamente malo, tanto el egoísmo como la generosidad/solidaridad pueden ser tan nefastos como socialmente necesarios para la convivencia.
        – «(2) La necesidad de convivencia, es decir, de hacer compatibles los egoísmos particulares, produce una suerte de “razón compartida”, que ha ido desarrollándose a lo largo de la historia» ;
        *el mercado…
        – «La Ciencia de la ‘evolución ‘ de las culturas»;
        *hablar de evolución cultural implica una teleología de principio. Un observador puede ver evolución donde otro regresión …y otro ciclos interminables. Y probablemente solo el fanático nos dirá/creerá cual es la dirección adecuada.
        – «“Todas las sociedades, cuando se libera de la pobreza extrema, de la ignorancia, del fanatismo, del miedo al poder y de la insensibilidad ante el dolor ajeno, evolucionan convergentemente hacia un modelo ético…»;
        *No conozco ni creo que haya existido jamás una sociedad así por lo tanto no sé de que convergencia estaríamos hablando, pecando de demagogo, si estamos hablando de las sociedades de los países desarrollados y las políticas identitarias que también representan las Universidades de Ciencias Sociales EEUU…
        – «(1) el reconocimiento de derechos individuales»
        * Aproximadamente durante dos tercios de nuestra vida somos dependientes a lo que habría que añadir que históricamente siempre ha sido la familia, el clan, la tribu lo que ha prevalecido, y sigue prevaleciendo en la mayor parte del mundo. Es la posmodernidad y el Estado el que nos quiere divididos convertidos en individuos/identidades enfrentadas y solitarias y dependientes de él, por ello la familia quizás sea la última barrera a derribar por este Leviatán. (simplificando mucho claro)
        – «(3) la razón como mejor medio de resolver conflictos»;
        *Históricamente y todavía en la mayor parte del mundo no es la razón quien resuelve conflictos o quien más, sino la tradición. Ejemplo de ello las religiones como sistemas normativos que organizan la vida del individuo y le dicen desde cuantas veces se tiene que lavar al día hasta a quien debe apedrear. Es más, comparando razón frente a tradición la primera es más probable fuente de conflictos.
        – «(6) las políticas de ayuda.»;
        *Esto merecería capítulo aparte; el DOMUN moderno que son las ONGs.

        – *Me resulta muy difícil creer en una razón individual y otra colectiva, en una moral privada y otra pública.

        En fin, quisiera dejar bien claro que me creo una persona ilustrada, un defensor de la razón y por tanto un buscador de la verdad allá donde esté. La razón es para mi algo así como la Teoría Estándar para los físicos y al igual que ellos nada sería más fascinante que encontrar un fallo una grieta que produjera una nueva física ( parece que muy recientemente algo se mueve al respecto) una nueva razón o como quiera que pasara a llamarse.

        • José Antonio Marina dice:

          Siento no poder responder detalladamente a tantas objeciones. No digo que el egoismo sea malo. La busqueda de la felicidad ha sido siempre el gran motor. Pero los sistemas éticos son sistemas sociales, que han tenido que coordinar bsquedas privadas de la felicidad..- La evolucion no significa teleología sino simplemente cambio. Las instituciones han ido cambiando, como ha cambiado la ciencia,o las vestimentas. Lo que dice sobre las radiciones, me sorprende. Por supuesto, las monarquias absolutas (tradicionales) eviaban los conflicos. Todo el pensamiento contrailustrado -Burke, Herder, Taine, arlyle, Maurras, Meinecke- defendieron que la tradicion era la unica manera de aprovechar la experiencia de las naciones . Cuando dice que la tradicion evita los enfrentamientos, esta diciendo lo mismo que ellos. Lo malo es que eso no resolvia el problema del enfrentamiento de diversas tradiciones y, además, que en el mismo paquete en que se defendian las tradiciones, se consideraba que la fe o el sentimiento eran los mejores accesos a la verdad y, tambien, se rechazaba la democracia porque podia ir en contra de las tradiciones . Fue la ilustración quien defendió que las tradiciones debian someterse a crítica, y me parece la mejor solucion. Por lo demás, es evidente que la razon resuelve mejor problemas técnicos y científicos. La critica que hae a las ONGs, comparandolas con el DOmund, entra stambien dentro de la postura archiconservadora. No me estoy refiriendo a eso, me estoy refiriendo a la sanidad publica, al subsidio de paro, o a la escuela gratuita o a politicas de ayuda estatales. Por supuesto, el pensamiento conservador -Hayek por ejemplo- siempre han rechazado estas politicas.

  • Comparto las tesis fundamentales que defiendes en este artículo, José Antonio. Claro y bien fundamentado. El relativismo y el dogmatismo son las dos caras de una misma moneda

  • Olvidé añadir que ahora mismo estoy en un grupo de investigación que indaga acerca de la existencia de unos rasgos de la bondad humana con pretensiones de universalidad: https://niaia.es/existen-rasgos-de-bondad-universales/

    • José Antonio Marina dice:

      El tema me interesa mucho. Mantennos al corriente. Estoy metido de lleno en el estudio de la pugna entre los ilustrados y los contrailustrados. La universalidad de las normas, los derechos, o las virtudes era uno de los puntos debatidos. La Ilustracion creía en ellos y la contrailustracion, no. Espero vuestros resultador.

  • Miguel Ángel Sedano dice:

    Estimado José Antonio,
    Al comprobar esta mañana el ensayo de Safranski, detecto el error en la denominación fruto de que mi lectura fue en el 2014. El autor reconduce el problema a dos ámbitos de verdad : el político y el cultural, pero básicamente coincide con lo expuesto.
    Al mismo tiempo, la obra sobre el Romanticismo que menciona es un complemento perfecto a los ensayos de Isiah Berlin sobre las Raíces del Romanticismo y la traición de la libertad, editados por taurus y el fondo de cultura económica respectivamente. Del mismo modo, no puedo obviar comentarle que Su Pequeño tratado de los grandes vicios me resultó muy estimulante tras leer El Mal, de Safranski y Nuestro lado oscuro, de Roudinesco.
    Reciba un afectuoso saludo.

  • José Antonio Marina dice:

    Gracias por su precisión.

  • Me pierdo en tantos nombres y sistemas mencionados, esto no es una crítica, es un hecho y anque valoro esta sabíduría basada en el conocimiento de tantos puntos de vista expongo el mío, también creado con mi propia aunque no tan extensa sabiduría y observación.
    Mi punto de vista reside en la observación y en la comprensión de la los sistemas de creencias, religiones, y códigos de éxito duradero, además de los nuevos conocimientos ciéntificos.
    Para mi la verdad conjuga armoniosamente sabiduría, amor, justicia, esfuerzo, templanza y un para qué o cierta trascendencia.
    Sin más.
    Un abrazo enorme para ti Jose Antonio y para el enorme dibujante Marcus.

  • José Antonio Marina dice:

    Sin duda, tantas citas son una pesadez. Pero no se trata de erudición, sino de revelar las redes, muchas veces poco visibles, que estan determinando parte de nuestras creencias y formas de vida. EN su correo, que le agradezco, dice «Para mi la verdad conjuga armoniosamente….». Gran parte de los autores que he citado dirían que está dando por supuesto que eso es la verdad, que se puede conocer y que es válida para todos. Esa es la pelea en la que estoy.

  • Pedro Molino dice:

    Excelente análisis, amigo José Antonio!

  • jose antonio marina dice:

    Cada uno de los artículos del Panóptico, como cada uno de mis libros, son una linea de investigación que permanece abierta a nuevas informaciones que la corroboren o muestren su debilidad. En LE POINT(20.5.2021) leo un editorial titulado » Por qué el posmodernismo ha ganado». Desde los años 50 -dice- los pensadores posmodernos han puesto en cuestión los grandes principios de la modernidad, comenzando por la racionalidad y el universlismo de la Ilustracion, que consideran formas de dominación. Toda presunta verdad es relativa y hace falta deconstruirla, El posmodernismo, continua el editorial, ha destruido sin construir. Y el vacío ha sido ocupado por el tribalismo. Trump ha sido el pensamiento posmoderno llevado al poder. No mentía puntualmente, sino que construia un relato paralelo para sus seguidores. Concluye: «El retorno a los hechos no basta para reactivar el gusto por la verdad. Al contrario, puede fortalecer el escepticismo de los individuos. Pero , a la espera de conseguir una relación objetiva con el mundo, podemos al menos romper los muros que separan los grupos identitarios entre si.
    Bienvenidos al club

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