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Número 33

Recupero un recorte de The Spectator, de 25 de junio, que menciona la opinión de Fredrik Erixon, director del European Centre for International Political Economy, a propósito del colapso del centro político sueco, acerca del problema que plantea la fragilidad del centro en la política europea. Cree que Europa es cada vez más ingobernable por el crecimiento de los partidos populistas de izquierda y derecha. En España sabemos muy bien las dificultades de un partido de centro. UCD desapareció. UPD desapareció y Ciudadanos está en una difícil situación. Posiblemente también desaparecerá. Y volverá a aparecer poco después otro partido de centro. En otros artículos he explicado por qué los partidos de centro son necesarios e imposibles a la vez. O, por lo menos, extremadamente difíciles.

Jose Antonio Marina

La pandemia ha planteado el tema de los límites de la libertad. El presidente Macron debate si imponer obligatoriamente la vacunación. En España, el Tribunal Constitucional está dividido sobre la legalidad del decreto del estado de alarma que el gobierno aprobó en marzo de 2020. Mientras tanto, China ha resuelto la pandemia con mayor eficiencia, lo que ha planteado el problema de si los regímenes autoritarios son más eficaces que los democráticos. Les recomiendo el artículo de Qin Hui, “Globalización después de la pandemia”, en la magnífica web del canadiense David Ownby Reading the China Dream. Qin es un campeón chino de la democracia y los derechos humanos, que critica el orden de prioridades de occidente. En casos de emergencia, piensa, la vida humana es lo primero. Considera ofensivo que se reivindique como un derecho humano el “no llevar mascarilla”. Me ha recordado el comentario irónico de Montesquieu: Los rusos piensan que la libertad consiste en poder llevar la barba larga. Bienvenida sea una reflexión sería sobre los límites y el contenido de la libertad.

Jose Antonio Marina

Ya en 2009, Robert Skidelsky, uno de los mejores conocedores de la obra de Keynes, anunció el retorno de Keynes. Sostenía que en momentos de crisis económica todos los economistas se vuelven keynesianos. La crisis actual lo ha puesto de manifiesto. No puede salirse de ella sin la ayuda del Estado. Resulta por ello muy oportuna la publicación de la obra de Zachary D. Carter El precio de la paz, Dinero, democracia y la vida de John Maynard Keynes (Paidós, 2021). He alternado su lectura con la del libro de Margaret MacMillan que comento en este mismo Panóptico. Keynes fue uno de los asesores que participaron en la Conferencia de Paz de 1919, en especial para estudiar las indemnizaciones que había que pedir a Alemania. Su plan no fue aceptado y consideró que las cantidades reclamadas eran injustas, imposibles de satisfacer, y económicamente desastrosas para todos. Para explicar su desacuerdo con el Tratado de Versalles escribió Las consecuencias económicas de la paz, título al que hace referencia el del libro de Carter que comento. Es una prueba del talento de Keynes para comprender los movimientos históricos, no solo económicos. Es lo que le hace tan interesante para el Panóptico. El siguiente texto es un buen ejemplo: “Si aspiramos deliberadamente al empobrecimiento de la Europa central (es lo que hacía el Tratado de Versalles), me atrevo a predecir que la venganza no tardará”. El estallido de la II Guerra Mundial le dio la razón. Keynes se alejaba así tanto del liberalismo austero imperante como del comunismo, y establecía un camino por el cual era posible conservar la vitalidad de la sociedad occidental y su deseo de libertad, pero al mismo tiempo arreglar problemas serios, como la desigualdad, y más en tiempos de la Gran Depresión. Y tenía razón, en la medida en que personas como él tejieron el New Deal, así como el capitalismo fordista que reinó tras la II Guerra Mundial. Ese camino, insiste Carter, debería ser explorado y utilizado de nuevo en nuestro tiempo, cuando es tan necesario o más que entonces.

Jose Antonio Marina

El G7 Y LA OCDE se han puesto de acuerdo para establecer un impuesto mundial, una fiscalidad globalizada para las grandes empresas. El impuesto será del 15% de los beneficios, y se repartirá entre todos los países donde esas empresas hagan negocios. Para Brigitte Alepin, fundadora de la ONG Tax Coop, es una decisión esperanzadora y gradual. Gabriel Zucman, director del Observatorio Fiscal de la UE, lo considera un “acuerdo histórico, insuficiente y prometedor. Sí, todo a la vez”. Joseph Stiglitz y Thomas Piketty han sido críticos sobre su alcance. El Informe Justice Fiscale: État des lieux, de Global Alliance for Tax Justice y Tax Justice Network revela que los abusos fiscales internacionales suponen al año unos 359.0000 de euros. El acuerdo solo supondrá unos ingresos de 72.000 millones. Insuficiente, pero es un gran paso. La globalización financiera y tecnológica debe completarse con una globalización fiscal, y de derechos laborales. Cualquier avance en esta dirección es beneficioso.

Jose Antonio Marina
Panóptico 33 libertad o esclavitud

El discreto encanto de la esclavitud

Por Art. El Panóptico, Número 334 Comments

Desde el Panóptico, desde la altura histórica, se perciben relaciones que inmersos en la algarabía del presente pueden quedar ocultas. Una de ellas es la que existe entre las nuevas tecnologías, la economía de los datos, el capitalismo de la vigilancia, las democracias no liberales, el crédito social chino y la psicología conductista. Lo que enlaza todos estos fenómenos es que suponen una cierta devaluación de la libertad, que ya no parece tan importante como solía.

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