A distintas escalas, provinciana una y mundial otra, desde el Panóptico se ve en los enfrentamientos en el PP y en Ucrania un fenómeno análogo: el deseo de poder en acción.
Otro “ensayo GAMMA”. La evolución de las pasiones humanas, sus sutiles tramas, el modo como han ido dirigiendo la historia y plasmándose en instituciones me fascina. El domino afectivo que voy a estudiar es universal, permanente y poderoso. Su energía ha determinado nuestro pasado y nuestro presente. Forma parte de nuestra herencia biológica pero las diferentes culturas la han utilizado, expandido, formateado a su manera. Me refiero al caudaloso torrente emocional de la fama, la pertenencia a un grupo, la reputación, la gloria, el honor nacional
¿Nacemos con un repertorio de deseos comunes a toda la humanidad? ¿Cuáles son? ¿Han cambiado a lo largo de la historia? Es evidente que la consideración del deseo ha cambiado y también la del “sujeto deseante”.
La redacción de El Panóptico sobre la existencia de Dios, me ha animado a escribir sobre la “historia emocional de las religiones” y su relación con la búsqueda de la felicidad.
Un proyecto creador comienza con un elemental “esquema de búsqueda”, cuyo objetivo desconoce, por eso tiene que avanzar a ciegas, tanteando. “¡Qué gran escritor sería yo si consiguiera escribir con el estilo que tengo en la cabeza!”
¿No es irresponsable querer escribir en seis meses un libro tan ambicioso como el que proyecto? ¿Por qué tanta prisa? La prisa obedece a dos razones.
En el libro Pierre Rosanvellon selecciona cuatro situaciones difíciles, analizando la respuesta emocional y lo que el sujeto desearía conseguir.
Tal vez por las fechas, la nostalgia está en los papeles. Días después de haber escrito lo anterior, el 31 leo un artículo de Celia Maza en EL CONFIDENCIAL, titulado “El psicodrama del Brexit: cuando la nostalgia se convierte en arma política”, del que copio un párrafo: “Lo que me asusta de la nostalgia es que se ha convertido en un arma política. Los políticos han creado la nostalgia para una Inglaterra que nunca existió. Y a la que venden como algo a lo que podemos regresar”, explicaba el recién desaparecido John le Carré en una entrevista con la BBC el año pasado. El novelista británico, cuyo nombre real era David Cornwell, fue el espía que narró la Guerra Fría. Siempre fue sumamente crítico con el Brexit. ¿Es la nostalgia la que nos ha traído hasta aquí?