La evolución del afán de poder -en especial del Poder político, que escribiré con mayúscula- es una de las grandes fuerzas que definen la historia emocional de la humanidad. Es la pasión que más influencia social ha tenido. Para comprenderla debemos tener una concepción “nominalista” de la realidad social.
Desde que a principios de año comencé este Diario de investigación, he escrito unas seiscientas páginas, y una gran cantidad de fichas. Esta es la parte más sencilla. Ahora tengo que comenzar a seleccionar. Leer, estudiar, informarse es fácil porque es una “actividad pasiva”. La dificultad empieza al tener que “expresar” lo que se quiere decir.
Se ha producido una psicologización de la felicidad, que ha llegado a su cima con la psicología positiva., que ha provocado tres desplazamientos del significado de la palabra “felicidad”.
La historia de la felicidad ha de incluir la historia de las imágenes se los humanos se han formado de ellas. ¿Cuáles eran las expectativas? ¿Cómo la soñaban? Dos situaciones imaginarias incitaron a describir la felicidad perfecta. Una, situada en el pasado: la edad de oro, el paraíso terrenal.
Durante milenios la obediencia ha sido la virtud de la sociabilidad. Tanto el poder político como el poder religioso la fomentaban, la legitimaban, la obligaban. Uno de los cambios más profundos en nuestra historia tuvo que ver con un modo distinto de concebir la obediencia.
Estoy buscando hacer una búsqueda de la felicidad humana. ¿Y en que ha cifrado la humanidad su felicidad? El cielo ha sido siempre un pretexto para que la imaginación proyectara sus ensoñaciones de felicidad. Es muy interesante ver como en cada momento cultural se ha puesto el énfasis en algún aspecto.
He interrumpido el trabajo sobre El deseo interminable para preparar una conferencia que pronunciaré esta semana sobre humanismo y medicina. Pero cuando se está trabajando en un proyecto, tenemos desplegadas unas antenas que detectan todo lo que puede tener relación con él. Es un estado de receptividad que siempre me sorprende y encanta.
La ambición, ¿virtud o vicio?
Tener éxito supone alcanzar la meta deseada. Lo contrario es fracasar. Alcanzar la felicidad es siempre un éxito, pero ¿todo éxito proporciona la felicidad?
Una de las características del “sentimiento subjetivo de felicidad” es que se trata de una experiencia diferencial. Es el balance entre lo esperado y lo conseguido. O entre lo que tienen los demás y lo que tengo yo. Por eso los maestros estoicos y los orientales proponían como solución tener pocas expectativas, pocos deseos y no ser envidioso.