El “deseo de conocer” es la expansión humana de la curiosidad, que es una pulsión que lleva a muchos animales a disfrutar explorando o teniendo estímulos nuevos.
Ocurre pues que nuestras ocurrencias son nuestras, pero aparecen en nuestra conciencia sin que seamos conscientes de ser sus autores, aunque nuestros cerebros lo sean. Las operaciones de la inteligencia generadora que las producen no son conscientes.
La religión emerge al mismo tiempo que el pensamiento simbólico, y -como este es el principio de toda cultura-, la religión está presente en ese inicio como matriz. Dicho con una expresión que puede sonar demasiado aparatosa: toda cultura tiene una matriz religiosa.¿En qué me baso para hacer tal afirmación?
El estudio de la historia me lleva a pensar que la voluntad de poder es una manifestación de un deseo más amplio, que se manifiesta de muchas maneras, y al que denomino pulsión expansiva. Se manifiesta en el afán expansionista de las naciones, de las empresas, de las religiones, en el deseo del alpinista por subir a la cumbre más alta, del deportista por batir una marca, del creador por conseguir una gran obra o del yogui por alcanza la liberación.
¿En qué consiste esa felicidad que promete Jesús? En poseer el reino de los cielos, en recibir en herencia la tierra, en ser consolados, en saciar los deseos de justicia, en recibir misericordia, en ver a Dios, en ser llamados hijos de Dios, en obtener una recompensa en el cielo. ¿Y cómo se puede conseguir esa felicidad?
La valoración de la libertad creció paralelamente a la valoración de la autonomía y de la individualidad. Formaron parte de la búsqueda de la felicidad, pero ¿por qué Occidente eligió ese camino? ¿Por qué la línea evolutiva individual superó a la comunitaria? En este momento hay un cierto cansancio de la libertad, que expliqué en “¿Está la libertad sobrevalorada?”.
La evolución del afán de poder -en especial del Poder político, que escribiré con mayúscula- es una de las grandes fuerzas que definen la historia emocional de la humanidad. Es la pasión que más influencia social ha tenido. Para comprenderla debemos tener una concepción “nominalista” de la realidad social.
Desde que a principios de año comencé este Diario de investigación, he escrito unas seiscientas páginas, y una gran cantidad de fichas. Esta es la parte más sencilla. Ahora tengo que comenzar a seleccionar. Leer, estudiar, informarse es fácil porque es una “actividad pasiva”. La dificultad empieza al tener que “expresar” lo que se quiere decir.
Toda la información manejada para escribir El deseo interminable me hace ver la historia de la humanidad como la agregación con frecuencia imprevisible de miríadas de búsquedas individuales de la felicidad. Ese esfuerzo está impulsado por nuestros deseos y emociones, y aquí comienza el problema porque nuestro sistema impulsor no está integrado. Deriva de dos líneas evolutivas distintas.