Skip to main content

Para preparar mi conferencia del jueves en el XIV Curso Gestión de Proyectos que organiza la Sociedad Española de Directivos Sanitarios (SEDISA) he acudido una vez más a mis archivos. Me interesa explicar a mis oyentes que al hablar de “humanizar la medicina” no estoy hablando solo de un tema de “deontología médica”, de deberes profesionales, sino de cómo la medicina está implicada en el “proyecto ético universal”, es decir, en construir un modo de vida fundado en la dignidad humana, tomada esta expresión en serio y no como recurso retórico.

Me interesaba poner un ejemplo de la necesidad y precariedad del “proyecto ético” y de la facilidad con que podemos desconectarnos de él. Tal como la entiendo, la ética no es un código bienintencionado que nadie se toma muy en serio, sino lo único que nos separa del horror. Para explicarlo dramáticamente he recuperado las notas que tenía sobre el colapso ético de los médicos nazis. Hubo una fervorosa colaboración de los médicos a los objetivos de Estado, que les permitió aceptar la prohibición de ejercer la tarea a los médicos judíos (el 17% del total), defender la eutanasia, y admitir los experimentos letales con la excusa de beneficiar a los heridos de guerra o al Estado en general. Estas notas sobre la medicina nazi apenas las utilicé en Biografía de la inhumanidad. Lo que me interesaba en aquel libro y en esta nota es señalar que quienes cometieron las atrocidades no eran locos eran “personas que en su mayoría pensaban razonablemente” (Riquelme, H., “La medicina nacionalsocialista: ruptura de cánones éticos en una perspectiva histórico cultural”, Riquelme, H. Ética médica en tiempos de crisis. Médicos y psicólogos en las dictaduras militares en América del Sur, 2002).

El papel de los médicos fue importante para el asentamiento del régimen nazi. Henry Friedlander considera que esta aceptación no fue inmediata, sino que fue incubándose durante mucho tiempo. Los programas eugenésicos fueron a su juicio la antesala de las grandes matanzas. (Friedlander, H. Los orígenes del genocidio Nazi De la eutanasia a la solución final, 2021). En 1920, Karl Binding y Alfred Hoche publicaron una polémica obra titulada Die Freigabe der Vernichtung lebensunwerten Lebens (Autorización para la destrucción de la vida indigna de la vida), en la que defendían que la ley debía permitir la matanza de los retrasados mentales incurables.  La palabra lebensunwerten, vidas no valiosas, podía aplicarse a personas con discapacidad o a seres considerados inferiores. Los judíos fueron incluidos.

La falta de compasión, la deshumanización del otro, la desconexión moral, el cultivo del odio, pueden empujarnos por el tobogán de la atrocidad

El doctor Haedenkamp, director de la principal revista médica alemana, Deutsches Arzteblatt, había señalado la finalidad de la profesión médica: «Nunca antes la profesión médica ha estado tan unida a los deseos y propósitos del Estado. La profesión médica tiene la obligación de trabajar en los objetivos del estado acerca de la mejora racial”.

La inhumanidad es una regresión de la que debemos defendernos, porque es siempre una posibilidad humana. La falta de compasión, la deshumanización del otro, la desconexión moral, el cultivo del odio, pueden empujarnos por el tobogán de la atrocidad. Hannah Arendt, en sus comentarios al juicio de Adolf Eichman, uno de los protagonistas de la solución final, señala que lo que más le impresionó fue la absoluta vulgaridad del personaje, su convencimiento de que solo había cumplido con las órdenes que su gobierno le daba. Esta insensibilidad es lo que por todos los medios tenemos que conjurar.

La insensibilidad que se ve, por ejemplo, en los mensajes enviados por IG Farbeindustrie AG, una importante empresa química, a la dirección de Auschwitz: “Para llevar a cabo unos experimentos con una nueva droga agradeceríamos que nos proporcionara una cierta cantidad de mujeres”. Días más tarde: “Hemos recibido su respuesta, pero consideramos excesivo el precio de 299 marcos por mujer. Proponemos no pagar más de 170 marcos por cabeza. Necesitamos unas 150”. Al recibir el “pedido”: “Aunque están delgadas son válidas para las pruebas”. Comunicación final: “Se aplicaron los test y murieron todos los sujetos. En breve estaremos en contacto con ustedes para un nuevo cargamento” (Borkin, J. The Crime and Punishment of IG Farben, 1978)

En el marco de los juicios de Núremberg tuvo lugar el denominado “Juicio a los médicos”, que comenzó el 9 de diciembre de 1946. De 23 acusados, veinte eran médicos. Siete fueron absueltos, siete fueron condenados a muerte y el resto a prisión de diez años a prisión permanente. Después de este juicio se publicó el “Código de Núremberg“(1947) que prohíbe la experimentación con seres humanos.

¿Por qué me interesa contar a los médicos estos terribles hechos? Para que no olviden que todos tenemos que proteger la “humanidad” de nuestras relaciones porque son muy frágiles, y que ellos, desde su actividad profesional están especialmente capacitados para reforzarla.

Deja tu comentario