Ya he hablado en este diario de la venganza. Es un deseo universal, que me brinda la ocasión de mostrar como las grandes pasiones dirigen las acciones humanas, los movimientos sociales, y acaban sedimentándose en las instituciones. Me interesa especialmente porque nos permite asistir a una transición de fase en la historia: el paso del mundo impulsivo al mundo de las normas morales. Creo que es la clave de nuestra evolución, pero tengo que demostrarlo.
Frans de Waal, -empeñado en mostrar que en nuestros antepasados animales existen ya esbozos de nuestro comportamiento-, incluye la venganza dentro del paquete emocional que hemos heredado de los primates. Trivers ya observó que rechazaban a los que hacía trampas, aplicando lo que llamó “agresión moralista”. De Waal lo observó en chimpancés. Deben de sentir algo parecido a la indignación humana, que se define como la furia provocada por la injusticia. La venganza es el envés de la reciprocidad. Actuar contra los aprovechados es un embrión del sentido de la justicia y de la imparcialidad. En Wild Justice, Susan Jacoby señala que la justicia humana se basa en la transformación de un sentido primitivo de venganza. Cree que la complejidad de una cultura puede medirse por la distancia que existe entre un individuo ultrajado y la administración de su impulso para vengarse. Nuestro sistema garantista de administrar justicia puntuaría muy alto. “La lucha por contener la venganza -escribe. se ha llevado a cabo en el nivel más elevado de la conciencia moral y cívica obtenida en cada fase del desarrollo de la civilización. El carácter consciente del esfuerzo es lógico en vista de la persistente tensión entre la venganza descontrolada como fuerza destructiva y la venganza controlada como un componente inevitable de la justicia” (Jacoby, S. Wild Justice. The evaluation of revenge, 1983, p. 3).
Barrunto que el tema de la venganza puede aportarme claves para redactar el índice, por lo que voy a dedicarle un “ensayo”.
Buenas noches, entiendo que cuando se dice la distancia se alude a la relación más bien entre el individuo víctima de la injusticia o ultraje y la reacción más o menos civilizada, echando mano de las herramientas democráticas y no de la violencia. Totalmente de acuerdo, en el sistema hay que luchar legítimamente dentro del marco legal establecido y eso es lo que denota la inteligencia a la vez del ser humano.