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10.4.2022.- Ortega dijo: “El ser humano no tiene naturaleza, sino historia”. ¿Es verdad?

La idea de que la Ciencia de la evolución de las culturas puede fundamentar un sistema filosófico no es una ocurrencia mía. Ortega dijo algo muy parecido. Repitió con obstinación: “El hombre no tiene naturaleza, lo que tiene es historia”. Incluso lo que llamamos “razón” no le pertenece como una propiedad esencial, sino que se ha ido configurando a lo largo del tiempo. “Lejos de haber sido regalado al hombre el pensamiento, (…) la verdad es que se lo ha ido haciendo, fabricando poco a poco, merced a una disciplina, a un cultivo o una cultura, a un esfuerzo milenario de muchos milenios, sin haber aún logrado –ni mucho menos– terminar esa elaboración. (V 540). “El hombre está in via, está en camino de llegar a ser racional: nada más”18 (VI 316). “Esta razón histórica sería la auténtica metafísica” (IX 361). “Una razón narrativa” (IX 557), añade, prefigurando los desarrollos sobre la razón narrativa de la segunda mitad de siglo XX.”

En vez de representarnos el pasado filosófico como una línea tendida horizontalmente en el tiempo, el nuevo aspecto nos obliga a figurarla en línea vertical porque ese pasado sigue actuando, gravitando en el presente que somos.

Desde esta perspectiva, que es la de El Panóptico, la serie de los filósofos aparece como un solo filósofo que hubiera vivido dos mil quinientos años y durante ellos hubiera «seguido pensando» […] En vez de representarnos el pasado filosófico como una línea tendida horizontalmente en el tiempo, el nuevo aspecto nos obliga a figurarla en línea vertical porque ese pasado sigue actuando, gravitando en el presente que somos. Nuestra filosofía es tal cual es, porque se halla montada sobre los hombros de las anteriores –como el número de la «torre humana» que hace la familia de acróbatas en el circo” Obras completas, IX, 360). La filosofía es así historia de la filosofía y viceversa”. (VI, 418). La ausencia de naturaleza se debe a la absoluta plasticidad de los humanos. ““El hombre es una entidad infinitamente plástica de la que se puede hacer lo que se quiera. Precisamente porque ella no es de suyo nada, sino mera potencia para ser as you like” (V 341). Años después, Sartre dijo lo mismo con otras palabas: La existencia humana es anterior a su esencia. Por eso es libre.

A pesar de que estas ideas parezcan elucubraciones de torre de marfil, tienen influencia social. Por ejemplo, la actual polémica sobre las identidades de género, la propuesta de que no solo el género sino el sexo son construcciones sociales, el reconocimiento del relativismo moral, incluso la idea de que “todos podemos ser genios”, se basa en esta idea de que no existe una naturaleza que nos coarte.

¿Son verdaderas estas ideas? La respuesta puede darla la Ciencia de evolución de las culturas, que muestra el despliegue de la naturaleza humana en formas culturales diferentes. Por eso creo que puede fundamentar un sistema filosófico. Lo que llamamos “esencia” son estructuras generadoras iguales, pero que producen resultados diferentes. Noam Chomsky las descubrió en el lenguaje. Son constantes, pero han dado lugar a lenguajes diferentes, que al final han producido modos diferentes de pensar. Constatar las analogías de todas las culturas nos permite admitir la existencia de este tipo de naturaleza humana. Todas las sociedades hablan, la mayor parte han descubierto la agricultura, creado religiones, inventado la escritura, de manera independiente.

Me interesa averiguar si las necesidades, deseos, motivaciones, emociones de los seres humanos son universales, y qué explica su variedad

Steven Pinker ha dedicado un tomo de más de seiscientas páginas para refutar convincentemente desde la psicología la idea de que los humanos nacemos siendo una “página en blanco” en la que podemos escribir cualquier cosa. La ciencia no corrobora la teoría de la plasticidad absoluta o de libertad absoluta.  Son, pues, frutos de una ideología. Ortega exageró al negar la naturaleza, porque quiso destacar una verdad parcial: que los seres humanos han cambiado a lo largo de la historia. Pero cuando escribe ““De la hembra paleolítica han salido Madame Pompadour o Lucila de Chateaubriand; del indígena brasileño que no puede contar arriba de cinco salieron Newton y Enrique Poincaré” (VI 66) no afirma que no haya entre esas personalidades nada en común, o que, como decían los medievales de los ángeles, sean “especies individuales”. Solo dirige la atención a la sorprendente variabilidad de los humanos. Me parece más acertada la idea de Agnes Heller cuando señala dos niveles en la idea de esencia humana. Hemos construido una “esencia cultural” sobre una supuesta “esencia natural” (Instinto, agresividad y carácter, 1980, p.202). Desde la antropología, Arnold Gehlen sostiene lo mismo.

Para mi proyecto actual – El deseo interminableme interesa averiguar si las necesidades, deseos, motivaciones, emociones de los seres humanos son universales, y qué explica su variedad. Pero de esto hablaré en la próxima entrada.