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La ciencia de la evolución de las culturas

El primer contacto con lo que podría esta ciencia me llegó a través de la obra de Lev Vygotsky, el genial psicólogo ruso, que inició los estudios sobre el modo como la cultura -las herramientas culturales- han influido en el rediseño del cerebro humano. Jerome Bruner, otro de los grandes psicólogos del siglo pasado, siguió la misma senda, en la que sostenía que la inteligencia humana es parcialmente exterior al sujeto. La cultura proporciona una “caja de herramientas” a los miembros de una sociedad. Habiendo iniciado la “revolución cognitiva” acabó trabajando en una “revolución cultural”. La distinción entre “natura” y “nurtura”, entre naturaleza y educación, era cada vez más difícil de hacer. Desde la neurología se ha concedido cada vez más importancia a la relación entre cerebro y cultura. Puede verse un resumen en Dominguez Duque, J.F., Turner, R., Lewis, E.D., Egan, G. “Neuroanthropology: a humanistic science for the study of the culture–brain nexus”, Social Cognitive and Affective Neuroscience,( Volume 5, Issue 2-3, 1 June 2010, Pages 138–147). Los psicólogos culturales han estudiado los diferentes modos en que la cultura influye en el modo de pensar y sentir. Richard Nisbett, en The Geography of Thought, se pregunta ¿por qué los antiguos chinos sobresalieron en matemáticas, pero no en geometría, que fue el punto fuerte de los griegos? ¿Por qué los asiáticos perciben mejor la relación entre sucesos que los occidentales? ¿Por qué los niños occidentales aprenden con más rapidez los nombres, mientras que los orientales aprenden más rápidamente los verbos? ¿Por qué los occidentales aplican la lógica formal cuando razonan sobre sucesos diarios, mientras los orientales pueden mantener afirmaciones aparentemente contradictoria. Pero algunos exagerados piensan que no hay naturaleza humana, sino solo cultura. Lo cual ha suscitado movimientos de protesta, como la obra de Steven Pinker La tabla rasa.

Una importante línea de investigación trata de la influencia evolutiva de la cultura y del aprendizaje. Ya he hablado en este blog del “efecto Baldwin”, y del aprendizaje como fuerza evolutiva. Dos libros sirven de buena introducción: Not by genes alone, de Peter J. Richerson y Robert Boyd, y Joseph Henrich, The secret of our success. Coinciden en señalar que la teoría estándar de la evolución se mueve por dos fuerzas – mutaciones y selección natural-, pero que la selección natural, ejercida por el entorno, es de dos clases. Una depende del entorno físico y otra del entorno cultural (que puede también cambiar el físico). Puesto que el entorno cultural depende de la inteligencia humana, podemos dirigir en parte la evolución cambiando el entorno cultural. Está aumentando el consenso científico sobre la co- evolución gen-cultura como principal proceso evolutivo humano.

Desde distintas perspectivas se insiste en la conveniencia de introducir en los sistemas educativos -y también en los diseños científicos- la Ciencia de la evolución de las culturas. El premio Nobel Friedrich Hayek aplicó este enfoque a la comprensión de los sistemas normativos en Derecho, legislación y libertad. Otro premio Nobel, Duglass North, a las instituciones. Nail Ferguson advierte que necesitamos conocerla si queremos  comprender nuestra situación y tomar las medidas adecuadas. Richerson y Boyd piensan que esa nueva ciencia permitiría unificar las ciencias sociales. Luigi Luca Cavalli Sfoza, en La evolución de la cultura defiende su importancia. Jerome Bruner, con un equipo de expertos, elaboró “una asignatura sobre el hombre” basada en presentar los contenidos de las ciencias sociales organizados alrededor de tres preguntas: ¿Qué es lo que distingue el hombre de los otros animales?, ¿cómo ha llegado a ser lo que es?, y ¿cómo puede mejorar el curso de su desarrollo? Recientemente dos obras de Yuval  N. Harari, Homo sapiens y Homo Deus,  han popularizado el tema. Además, como he explicado en repetidas ocasiones, la nueva ciencia nos permitiría construir un “humanismo de tercera generación”, que nos parece imprescindible.

Cuando múltiples líneas convergen hacia un punto –en nuestro caso la Ciencia de la evolución de las culturaspodemos sospechar que la idea –la necesidad, las preocupaciones, los problemas- están en el ambiente. Por eso, trabajar en este tema me parece la tarea del momento.

Respecto a la “era axial” les recomiendo la bibliografía mencionada en Biografía de la humanidad. De ella elijo dos libros: La gran transformación, de la estupenda Karen Armstrong y Religion in human evolution: From the Paleolitic to Axial Age, de Robert Bellah,

 

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