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PANÓPTICO

El panóptico

Álvarez Junco, Mater Dolorosa. La idea de España en el siglo XIX

José Álvarez Junco es un espléndido historiador de las ideas y sus estudios sobre la construcción de la identidad hispana (entre ellos el que comento) siguen siendo fundamentales para comprender la urdimbre ideológica de los acontecimientos sociales y políticos. En este Panóptico ha aparecido varias veces el tema de los conceptos confusos, al hablar del “derecho a la autonomía”, de soberanía y de racialismo. De las nociones confusas no pueden brotar pensamientos rigurosos. De ahí mi empeño en clarificar las ideas, lo que con frecuencia significa desmitificar parte de la historia. “Las historias nacionales -comenta Álvarez Junco- siempre tienen mucho de irónico y hasta podría ser de divertido si no condujeran con tanta frecuencia a la tragedia”.

Una idea de nación

En el libro que comento estudia cómo se fue consolidando en España la idea de “nación”. Su aparición fue tardía, rocambolesca e inestable. En su sentido moderno, el concepto “Nación” surge dentro del movimiento liberal, como opuesto a Monarquía. Era un concepto progre, casi revolucionario. Para los absolutistas, hablar de “soberanía nacional” era una blasfemia. También lo fue después para los carlistas. “Se ha descrito la figura del fraile carlista entrando en los pueblos al grito de “¡Viva la religión, viva el rey, abajo la nación!”. Pío Baroja recuerda a un fraile apellidado Orri y apodado el Padre Puñal, famoso también por su “¡Muera la nación! La derecha detestaba ese término nación. Las tropas isabelinas o liberales se presentaban como “nacionales”. Pero un siglo después, en la guerra civil del 36, son las tropas derechistas las que se denominan a sí mismas “nacionales”. La idea de nación ha cambiado de bando. En los nacionalismos periféricos también se produce un cambio. De ser movimientos ultraconservadores se convirtieron en representantes de ideas democráticas, al oponerse al régimen franquista.

La guerra de Independencia reforzó el sentimiento nacional, pero los ilustrados pensaban que la nación no estaba formada todavía. Tras la promulgación de la Constitución de Cádiz de 1812, Agustín Argüselles pudo gritar en la Iglesia de San Felipe de Neri, enarbolando la Constitución y presentando su texto al pueblo gaditano: «Españoles, aquí tenéis vuestra patria». Pero era consciente de que era preciso emprender  “la formación de un espíritu nacional que jamás ha existido entre nosotros” (Diario de Sesiones, 27 de octubre de 1811). Unos años después, Alcalá Galiano reconoció que en Cádiz se había dado por supuesto algo no evidente, como era la realidad de la nación española y dijo que la tarea de los liberales tenia que consistir en “hacer a la nación española una nación, que no lo es ni lo ha sido hasta ahora” (p. 193).

La crisis depresiva de 1898 animó a los movimientos regeneracionistas. Había que sacar a la nación española de su hundimiento. Había que reforzarla. El españolismo se centro en Castilla y en la unidad, y los nacionalismos periféricos fueron el enemigo a batir. Apareció el mito unionista centrado en la figura de los Reyes Católicos. Los Austrias se hicieron sospechosos. En cambio, durante el franquismo, los sospechosos fueron los Borbones. Mientras tanto, el nacionalismo liberal se había convertido en “nacional-catolicismo”.

Desde el Panóptico se puede distinguir el oro del oropel. Cuando se dice que el tiempo pone a cada uno en su sitio, también nos estamos refiriendo a las ideas.

Únete 2 Comments

  • Paloma835 dice:

    Ironías de la historia: liberalismo nacional, liberal bonapartismo imperial, nacional socialismo, socialismo en un solo país (estalinismo), nacionalismo marxista-leninista, neoliberalismo nacional populismo imperialista, comunismo nacional confucionismo.

  • JorgeK dice:

    Álvarez Junco es un excelente historiador que ha escrito mucho y bien sobre el tema. Otro muy recomendable es Tomás Pérez Vejo que explica en libros como «España Imaginada» cómo una nación se construye en base a un relato desde «arriba hacia abajo».

    Sólo un apunte. Cuando Argüelles señala la Constitución como «la patria» seguía las ideas ilustradas de Benito Feijoo para quien la «patria» era «el conjunto de personas que comparten la misma ley». En su texto sobre el Amor a la Patria y la Pasión Nacional (https://filosofia.org/bjf/bjft310.htm) lo deja muy claro, (párrafo. 30) «La Patria a quien sacrifican su aliento las armas heróicas, a quien debemos estimar sobre nuestros particulares intereses, la acreedora a todos los obsequios posibles, es aquel cuerpo de Estado; donde debajo de un gobierno civil estamos unidos con la coyunda de unas mismas leyes.»

    Eso es lo que quería decir Argüelles: esa ley, la Constitución de 1812, era la nueva patria de los españoles, es decir, de todos los súbditos del rey de España, pues así se definía a la «nación española» en ese texto.

    un saludo

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