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En busca de lo relevante

¿Cómo reconocer lo relevante?

Por En busca de lo relevante, Número 37, Revista El PanópticoSin comentarios

Continuamente recibimos más información de la que podemos utilizar o incluso registrar. Por eso, una de las tareas más complicadas y necesarias de la inteligencia es “identificar la información relevante”. En términos castizos, separar el grano de la paja.
Los mecanismos emocionales tienen esa finalidad, pero con frecuencia nos engañan.

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¿Por qué la izquierda no ha capitalizado el crecimiento de la desigualdad?

Por En busca de lo relevante, Número 37, Revista El PanópticoUn comentario

Encuentro la misma pregunta en dos libros recientes. Francis Fukuyama – Identidad, Deusto, p.105- piensa que la izquierda presta cada vez más atención a los problemas del “reconocimiento de las identidades”, en vez de fomentar la solidaridad en torno a grandes colectividades, como los trabajadores o los explotados económicos.

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Hay que liberar a las matemáticas de la supremacía blanca. - En España ha surgido la polémica por una mal explicada propuesta de enseñar las matemáticas en Primaria con un enfoque socioemocional y con perspectiva de género. Creo que se trata de un eco del movimiento woke del que hablo en este Panóptico: la exageración desquiciada de un objetivo elogiable. Una manifestación aún más clara es la propuesta de profesores de la Universidad de Claremont para “desmantelar la supremacía blanca” en la enseñanza de las matemáticas. Han publicado una guía titulada “A Pathway to equitable Math instruction 8-https://equitablemath.org/wp-content/uploads/sites/2/2020/11/1_STRIDE1.pdf)”, en la que se lee:” Vemos que la cultura supremacista blanca en la clase de matemática se manifiesta cuando el foco se pone en obtener la “respuesta correcta”, la práctica independiente se valora más que el trabajo en equipo o la colaboración” o “las estructuras de participación refuerzan las formas de ser dominantes”. Ya está circulando por centros educativos. El Departamento de educación de Oregon lo ha incluido en sus recomendaciones a los profesores del Estado. (Lincoln Graves: “Debate emerges over racism and white supremacy in Oregon math instruction”).

José Antonio Marina

Si fuera un genio malvado que quisiera dominar el mundo sin usar la fuerza sino convirtiendo a los humanos en esclavos felices, mi primera medida sería glorificar las opiniones y las preferencias individuales. Es decir, convencer a los ciudadanos de que sus opiniones y preferencias son respetables y que son ellas las que deben dirigir la política. Se preguntarán por qué esas cimas de la individualidad van a ser la antesala de la servidumbre voluntaria. Porque si las convierto en el último criterio para la acción, si niego que unas sean mejores que otras, si sostengo que cada cual debe actuar siguiendo las suyas propias, sólo tengo que influir en esas opiniones y en esas preferencias para adueñarme del comportamiento de las personas. Esto no es nada nuevo. Los sistemas de adoctrinamiento y de propaganda y publicidad lo han intentado siempre. Tiene poder quien puede controlar el comportamiento de la gente usando las cinco herramientas universales y eternas: la fuerza, el premio, el castigo, el cambio de opinión o creencias y el cambio de preferencias o deseos. Tener poder significa disponer de las herramientas para cambiar la conducta de la gente: la fuerza, el premio, el castigo, el cambio de opinión (creencias) y el cambio de preferencias (deseos).

José Antonio Marina

La democracia fácil es la que no desarrolla el pensamiento crítico y es por lo tanto una “democracia crédula”. Es también la que se basa solo en derechos y no en los correspondientes deberes, la democracia de la queja y la reclamación, pero no de la participación y es también la “democracia de las preferencias”. El problema está en que una democracia basada en las preferencias no puede proporcionar una idea coherente del bien común. Lo expliqué en el Panóptico 14, comentando el “teorema de la imposibilidad” de Kenneth Arrow. Daniel Innerarity, en “La democracia de los algoritmos” (EL PAÍS 7.8.2021) señala que en la “democracia algorítmica”, “nuestras preferencias son tomadas en consideración, pero se nos priva del momento de construcción deliberativa en el que esas preferencias no son meramente agregadas, sino que interaccionan con la otras. El problema de gobernanza algorítmica es que gracias a los algoritmos intervenimos en la expresión de preferencias e intereses, pero no en la construcción de una totalidad social deseable que nos habría permitido eventualmente modificarlos”. La democracia de los likes es demasiado elemental, emocional y manipulable. Fukuyama ha hablado de que la democracia puede fomentar una “felicidad blanda y fácil”, llevando incluso de dejar de valorar la libertad porque, como dice el título de una obra de Jean Paul Kauffman: La libertad es cansada (C’est fatigant la liberté).

José Antonio Marina

La enseñanza de la historia sigue planteando problemas. En Estados Unidos una serie de Estados republicanos – Texas, Idaho, Oklahoma o Tennessee, entre otros- han prohibido que la enseñanza de la historia culpabilice a los ciudadanos blancos, promueva el resentimiento, o preste demasiada atención a las páginas negras de la historia estadounidense. Hay críticas al Proyecto 1619, publicado en The New York Times, e ideado por Nikole Hannah-Jones, que recibió el Premio Pulitzer por el ensayo introductorio a este proyecto. que "tiene como objetivo replantear la historia del país colocando las consecuencias de la esclavitud y las contribuciones de los afroamericanos en el centro mismo de la narrativa nacional de los EEUU. El Proyecto 1619 fue criticado por historiadores y políticos conservadores. El historiador David Blight, profesor de Estudios afroamericanos de Yale, de raza blanca, advierte que todo país tiene un pasado que hace sentir incómodo a sus ciudadanos. “El movimiento conservador lleva medio siglo intentando de forma intermitente hacer retroceder la enseñanza de la parte más incómoda de nuestra historia porque creen que nuestra obligación es formar patriotas; pero nosotros no educamos a los jóvenes para ser solo patriotas, los educamos para que entiendan mejor la sociedad en la que viven y eso les puede hacer mejores patriotas”. Según Thimothy Snyder, “la guerra contra la historia es una guerra contra la democracia”: “La historia no es una terapia y el malestar forma parte del proceso de crecer”.

José Antonio Marina