Es posible que Heródoto exagerara el decir que la historia es una sucesión de venganzas (Paul Demont: Secours et vengeance: note sur τιμωρίη chez Hérodote), pero sin duda es una de las grandes fuerzas que la atraviesan. En el ensayo que he escrito sobre las cruzadas, la venganza aparece como uno de los deseos que movilizaron a los cruzados.
Buscando apoyos metodológicos para mi proyecto, he leído con gran interés el libro de Laia Balcells, Rivalidad y venganza. La política de la violencia en las guerras civiles, (ICIP, Barcelona, 2020). Es un ejemplo de historia bajo rayos gamma, porque estudia “el papel de las emociones para explicar el comportamiento de los humanos en tiempos de guerra” (pag. 17). Pretende probar una hipótesis: la violencia letal contra no combatientes en las guerras civiles puede ser “indirecta”, provocada por armamento pesado, de modo indiscriminado, y la “directa”, causada por armas cortas, y tras una selección cuidadosa. A esta pertenecen las “sacas”, las represalias, los “paseos” que se dieron durante y después de la guerra civil. Esta violencia se perpetra con intensidad diferente, incluso en poblaciones muy próximas. ¿Qué factores influyen? La autora identifica dos:
Toma como caso de estudio la guerra civil española. Y para comprobar si su modelo es correcto, lo aplica a otra guerra civil: la de Costa de Marfil (2002-2011).
Uno de los hilos con que se va trenzar La búsqueda de la felicidad tiene que ser la historia de la venganza. ¿Por qué, siendo un deseo tan natural, todas las culturas lo han regulado? ¿Por qué, al mismo tiempo, se ha llegado a justificarla por motivos transcendentes?
