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He de andarme con cuidado, porque es fácil admitir falsas evidencias, sobre todo si juegan a favor de uno. Toda la información manejada para escribir El deseo interminable me hace ver la historia de la humanidad como la agregación con frecuencia imprevisible de miríadas de búsquedas individuales de la felicidad. Ese esfuerzo está impulsado por nuestros deseos y emociones, y aquí comienza el problema porque nuestro sistema impulsor no está integrado. Deriva de dos líneas evolutivas distintas. No es solo que esté a un lado la cabeza y al otro el corazón, sino que hay un corazón individual y un corazón grupal. Jonathan Haidt lo resume muy bien: “Los genes son egoístas -como Dawkins explico en 1976 de forma memorable- y estos genes egoístas crean personas con distintos esquemas mentales, y algunos de estos esquemas nos hacen estratégicamente altruistas, no genuina o universalmente altruistas.  Nuestra mente justa se formó por la selección de parentesco más el altruismo recíproco aumentado por el chisme y la gestión de la reputación”.

“Pero también es verdad que las personas son grupales, (…) No creo que podamos entender la moralidad, la política o la religión hasta que tengamos una buena imagen del gregarismo humano y sus orígenes” (La mente de los justos, p. 275).

Tenemos un sistema pulsional individual y otro social, y ambos pueden entrar en conflicto

Estoy completamente de acuerdo. Pero Haidt quiere mostrar que “la moralidad es la clave para entender a la humanidad”. Este es el tema central de mi proyecto, y esta semejanza me hace ser especialmente cauteloso con Haidt, porque tal vez esa sintonía me impide ser crítico. A todos nos encanta que nos den la razón. Afortunadamente, la revisión de la obra de antropólogos evolucionistas culturales como Heinrich, Richerson, Boyd, Tomasello, etc. me hacen pensar que Haidt y yo estamos en lo cierto. Tenemos un sistema pulsional individual y otro social, y ambos pueden entrar en conflicto.  A veces, dice Haidt, funciona el conmutador social, el de la colmena, y emergen a primer plano las emociones grupales y todos los sistemas de creencias elaborados en torno suyo. Surge el corazón tribal. Lo que me interesa es ver cómo funcionan en los casos concretos. La guerra de Ucrania, unas declaraciones del Papa Francisco diciendo que en ese conflicto no hay que hablar de buenos y malos, y la reciente aparición del libro de David I. Kertzer   The Pope at War, The Secret History of Pius XII, Mussolini, and Hitler Random House, 2022). Kertzer ha señalado la semejanza entre la actitud de Francisco respecto de Ucrania y la postura de Pio XII ante la invasión de Polonia.

Con mucha frecuencia se activa el conmutador de la colmena. El deseo de proteger el propio grupo -la nación, la raza, el partido, la iglesia- provoca un ocultamiento de las responsabilidades hacia los individuos. En un espléndido libro sobre la Contrailustración, Zeev Sternhell señala que hay dos tendencias en la modernidad que se pueden identificar con las dos líneas evolutivas que he señalado.

1

La modernidad portadora de valores universales, de la grandeza y autonomía del individuo, dueño de su destino, una modernidad que ve en la sociedad y el estado un instrumento en manos del individuo que busca la libertad y la felicidad.

2

La modernidad comunitaria, historicista, nacionalista, una modernidad para que el individuo es determinado y limitado por sus orígenes étnicos, por la historia, por la lengua y por su cultura. (Les Antilumieres, p. 33)

Los ejemplos para ilustrar esta dualidad de procesos son incontables. Me referiré solo a uno. En julio de 1940 el mariscal Petain fue nombrado jefe del estado francés, con sede en Vichy, después del armisticio con Alemania. El lema revolucionario- “libertad igualdad, fraternidad”-, fue sustituido por “patria, familia y trabajo”. Un régimen basado en los derechos individuales, pasó ser un régimen basado en los derechos prioritarios de la comunidad. Para comprender la situación, no debemos tener en cuenta el atroz desenlace de esta historia, sino lo que se pensaba y sentía en el momento en que se tomaron las decisiones. El nuevo régimen atribuyó la derrota francesa al esprit de jouissance (búsqueda del placer) que había pervertido a la sociedad. Por ello, prometía una “recuperación moral”. Es decir, a su juicio la búsqueda individual de la felicidad se había desentendido de la moral. La iglesia acogió con alegría la caída de una república responsable de una legislación agresivamente laicizante. Muchos miembros de la jerarquía católica emitieron declaraciones de apoyo. El escritor católico Paul Claudel consideraba la derrota como una liberación. “Francia – escribía en su diario-ha sido liberada después de sesenta años de yugo del partido radical anticatólico (maestros, abogados, judíos, masones). El nuevo gobierno invoca a Dios (…) Hay esperanzas de liberarse del sufragio universal y del parlamentarismo (Halls, W.D. Politics, Society and Christianity in Vichy France, Oxford,1855, p. 37). “Vichy -escribe Burleigh- significó un intento de restaurar la familia y las comunidades “orgánicas” en que los deberes precederían a los derechos, mientras que las regiones históricas, la religión y un “arraigo” sentimental prevalecerían sobre el secularismo y el desarraigo cosmopolita”. (Causas sagradas, p. 287). La Asamblea de Cardenales y Arzobispos declaró en 1941 “lealtad sin servilismo a los poderes establecidos” con el fin de conseguir una Francia “fuerte, unida y coherente”.

Todos podemos ser arrastrados  por morales tribales. “La moral une y ciega. Giramos alrededor de algo sagrado y después compartimos argumentos post hoc sobre por qué nosotros tenemos tanta razón y ellos están tan equivocados. Pensamos que el otro lado está ciego a la verdad, la razón, la ciencia y el sentido común, pero en realidad todos se quedan ciegos cuando hablan de sus objetos sagrados. Si quieres entender a otro grupo sigue lo sagrado. (441)

La permanente tensión entre ambas líneas de búsqueda de la felicidad -la individual y la comunitaria- con las tragedias que han provocado debe ser cuidadosamente estudiado. En El deseo interminable asistiremos a los encuentros y desencuentros de ambas, pero al final creo que hay signos que permiten confiar en que las dos búsquedas de la felicidad que animan la acción humana pueden coordinarse.

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