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La figura de Carl Schmitt me intriga. Aparece y desaparece cuando menos lo espero. Pensador filo-nazi, su influencia en España ha sido grande, como señala Miguel Saralegui en su libro Carl Schmitt: Pensador español. Manuel Fraga mantuvo una “amistad académica y personal” con él, y en el extremo opuesto Pablo Iglesias también aprovechó alguna de sus ideas, cuando Podemos tenía un programa articulado de filosofía política. Ahora encuentro de nuevo a Schmitt en un artículo de Andrew Wilson publicado por el European Council on Foreing Relations titulado «Inside the Russian geopolitical mind: Pseudo-justifications behind the war in Ukraine”. Recomienda el libro Russia’s New Authoritarianism: Putin and the Politics of Order’ de David G. Lewis, que analiza la influencia de Carl Schmitt en la Rusia moderna.

Hay dos ideas de Schmitt que se han hecho populares:

1

La esencia de la política es la oposición amigo-enemigo.

2

Soberano es aquel ente con capacidad para declarar y para establecer los términos de un estado de excepción, entendiendo por 'estado de excepción' la aplicación de medidas extraordinarias que suspenden la totalidad o una parte del orden jurídico rutinario.


Es decir, el soberano no es necesariamente aquel al que la norma suprema del ordenamiento jurídico califica como tal, sino aquel con el poder suficiente para imponer su voluntad por encima de ese ordenamiento jurídico —declaración del estado de excepción— y, sobre todo, de los 'enemigos' de su soberanía. El soberano busca utilizar el estado de excepción para cristalizar su voluntad en una nueva normalidad jurídica a la que incluso sus enemigos presten obediencia.

Para Schmitt, el mundo está dividido en “grandes espacios”, en “civilizaciones”. Cada uno de ellos tiene un “hegemón”. Por eso, Rusia debe tratar con Estados Unidos (otro hegemón) no con Ucrania. Ni siquiera con Europa, que considera un mero satélite.

Lewis considera que la reducción de toda política a una oposición “amigo-enemigo” está en el corazón de la “tecnología política” rusa. Por otra parte, Putin ha glorificado su autocracia personal como el «estado de excepción» de Schmitt. Pero lo más importante es el impacto de Schmitt en pensadores geopolíticos como Aleksandr Dugin y Vadym Tsymbursky: el primero hacia un expansionismo agresivo, el segundo hacia una reunión de tierras para luego retirarse a la ‘Rusia insular’. Para Schmitt, el mundo está dividido en “grandes espacios”, en “civilizaciones”. Cada uno de ellos tiene un “hegemón”. Por eso, Rusia debe tratar con Estados Unidos (otro hegemón) no con Ucrania. Ni siquiera con Europa, que considera un mero satélite. El hegemón debe vigilar a las naciones de su “gran espacio”.

Esta teoría se basa en una idea de soberanía imperial. Lo que distingue a los imperios de las naciones unificadas es que integran naciones distintas, que conservan sus peculiaridades, una soberanía restringida, dentro de la gran soberanía imperial. Me propongo leer el libro de David G. Lewis.

Únete Un comentario

  • Juan Antonio dice:

    Entiendo que la esencia de la política debe ser materializar la gestión de recursos para el bienestar humano.
    Entiendo que la esencia de la guerra es la oposición amigo-enemigo; sea guerra como la de Ucrania ( militar, económica y de poder político como todas las sangrientas) o de otro tipo
    Entiendo que la soberanía del totalitarismo es la voluntad del líder o de la élite en el poder ( que creo se corresponde con la visión de Schmitt ) y que la soberanía democrática es otra cosa ( los estados de excepción también se someten a ley )
    No sé de Carl Schmitt; en wikipedia he visto que murió en 1985; antes del nacimiento de la UE (1993) que en la actualidad es económicamente más fuerte de Rusia. Por más que el «hegemón» de occidente sea USA; militarmente es ovbio; la civilización occidental democrática y las instituciones internacionales son mucho más que USA.
    Gracias siempre

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