Skip to main content

10.2.2022.- Elogio del nacionalismo interesado

Es frecuente criticar a los nacionalistas por defender los intereses de su comunidad. Parece una muestra de insolidaridad. Sin embargo, voy a hacer una defensa de ese nacionalismo comparándolo con otro: el emocional. Me baso en el sugestivo libro de Albert Hirschman Las pasiones y los intereses. Una larga experiencia política condujo a una conclusión decepcionante: las pasiones pueden ser destructivas porque carecen de sistema de frenado, y la razón vaciada de emociones es ineficaz para conducir la acción. Para escapar de este callejón sin salida, se creó una solución de emergencia. Nuestro comportamiento debería guiarse por el interés personal o nacional. El interés permite regular la pasión sin matarla, y dar fuerza a la razón sin corromperla. Se trata de un amor propio -individual y colectivo- razonable. Las discusiones que se basan en pasiones son inútiles. Son enfrentamientos de suma cero.

Las pasiones pueden ser destructivas porque carecen de sistema de frenado, y la razón vaciada de emociones es ineficaz para conducir la acción.

Las que tratan de intereses pueden ser negociables, y conducir a juegos de suma positiva. Es lo que en nuestra situación política se reclama cuando pedimos bajar la pugna política a lo que “interesa a la gente”. Los politólogos saben bien que cuando se trata de medidas concretas es posible encontrar un punto de acuerdo, imposible de lograr cuando se manejan conceptos sagrados.

El cardenal de Retz cuyas Memoires reflejan la visión descarnada de un avezado político, advirtió que aun cuando se cree actuar por interés,

Las pasiones penetran con bastante libertad en los motivos que impulsan los asuntos de Estado más importantes, y casi siempre parecen hacerlo de manera inconsciente

Cardenal de Retz (1613-1679)Memoires, Pleiade, NRF, p.1008

Es decir, que los políticos pueden creer que trabajan por el interés de la gente, cuando en realidad se dejan llevar por un sesgo pasional.

Voy a completar la afirmación del cardenal de Retz. El poder se ejerce mediante cuatro herramientas: dar premios, infligir castigos, movilizar las emociones y cambiar las creencias. La movilización de las emociones hace a la gente manipulable, consigue que se olvide de su propio interés, y siga los propósitos del gobernante. Todos los movimientos nacionalistas han tenido su origen en un grupo hipermotivado que dedica todos sus esfuerzos a motivar a los demás.  Inevitablemente enardeciendo las pasiones.

Antes he mencionado que la búsqueda del propio interés permite una solución win-win, de suma positiva. Esto es así cuando el propio interés individual tiene que hacerse compatible con los otros intereses individuales. Movidos por esta “inteligencia compartida” han ido evolucionando los sistemas morales y políticos, hasta llegar a la democracia, que no es sino el mejor modo de proteger los intereses particulares. Es un sistema que, por ahora, solo funciona dentro de los Estados, pero no en la política internacional, donde no acaba de desaparecer la ley de la selva y el pez grande se come al chico. Los ilustrados pensaron que la solución estaba en el comercio, una pasión dulce, pero fueron demasiado optimistas. En los albores del siglo XX se pensó, en efecto, que era imposible una guerra dada la interconexión de las naciones. 1914 dio una respuesta feroz. Los intereses fueron arrumbados por la “pasión nacional” -esa pasión que el ilustrado padre Feijóo tachaba de “efecto delincuente”. Escribió:

Busco en los hombres aquel amor de la Patria que hallo tan celebrado en los libros: quiero decir, aquel amor justo, debido, noble, virtuoso, y no le encuentro. En unos no veo algún afecto a la Patria; en otros sólo veo un afecto delincuente, que con voz vulgarizada se llama pasión nacional

Padre FeijooTeatro crítico universal, Tomo III, discurso 10

El brillo de la “gloria nacional” puede nublar la vista. Reitero mi elogio al nacionalismo interesado.

Deja tu comentario