He copiado el título de un artículo de Ezra Klein –“How Politics Makes Us Stupid.– basado en las investigaciones de Dan Kahan (Universidad de Yale)., que muestran que todo partidismo político ciega para ciertas evidencias. Paul Krugman, premio Nobel de economía, comentando el artículo, sostiene que los prejuicios ciegan más a los conservadores que a los progresistas. Los conservadores, claro, dicen lo contrario. Jonathan Haidt, subtitula su gran libro La mente del justo: “Por qué la política y la religión dividen a la gente sensata”. Piensa que la política se ha convertido en un juego maniqueo, porque cada partido se encierra en su “mentalidad tribal”, demoniza al otro, y utiliza el “razonamiento motivado”, que no busca la verdad sino justificar la propia opinión. Las preferencias políticas no se eligen libremente.
En nuestra Academia tenemos que enseñar que las elecciones políticas se toman emocionalmente, y solo después se intentan justificar racionalmente. La “política del poder” nos hace menos inteligentes. En cambio, la GRAN POLÍTICA, la “política de las soluciones” aumenta nuestro talento.
Pueden ampliar este post en mi artículo de El Panóptico: “¿La política nos vuelve estúpidos?”