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La capacidad para preguntar resume gran parte de lo que he dicho sobre la inteligencia y, por lo tanto, también sobre la inteligencia del gobernante. A nivel individual, nos hacemos continuamente preguntas a nosotros mismos. ¿Quién hace la pregunta? Yo. ¿A quién? A mí. ¿Quién sabe la respuesta? Yo. ¿A quién se la diré? A mí. ¿Por qué esta actividad circular? Porque mediante las preguntas dirijo la búsqueda en mi memoria de la información que necesito. Lo mismo ocurre cuando pregunto a otra persona. Se que no sé lo que necesito saber. Obsérvese la dualidad de planos. Una pregunta es la constancia de un vacío que necesito o quiero llenar. Conocer esos déficits va a dirigir la búsqueda en un sentido concreto. Va a focalizar la atención. Moviliza lo que sabemos para encontrar lo que no sabemos.

Una parte importante del programa de estudios de la Academia será enseñar al gobernante (y también al gobernado, por supuesto) a hacer las preguntas adecuadas. Existen precedentes, como los análisis DAFO (DEBILIDADES, AMENAZAS, FORTALEZAS, OPORTUNIDADES), o la Question Formulation Technique, elaborada por el Right Question Institute, o en algunas empresas alemanas el puesto de Direktor Grundsatzfragen, “Director de preguntas fundamentales”. Todas estas iniciativas pretenden dirigir la investigación, identificar los problemas, recabar los datos importantes de la situación. Todas las personas deberían adquirir esta habilidad, que es fundamental en el mundo del aprendizaje, como muestra el libro de Dan Rothstein y Luz Santana Make Just One Change: Teach Students to Ask Their Own Question (Harvard University Press). Pero es especialmente importante en quienes tienen que tomar decisiones que afectan a mucha gente. Tenia razón Peter Drucker al afirmar: “El líder del pasado puede que fuera el que sabia lo que había que decir, pero el líder del futuro es el que sabe cómo preguntar”.

La tarea esencial de Gran político es resolver problemas, y hacer las preguntas adecuadas es el mejor modo de hacerlo

En el caso del gobernante, que tiene que tomar decisiones en campos muy diversos, en los que no puede ser un experto, debe tener el conocimiento suficiente para en cada uno de esos campos saber hacer las preguntas adecuadas para forzar a sus consejeros (a su inteligencia generadora) a que le proporcionen la información adecuada. La tarea esencial de Gran político es resolver problemas, y hacer las preguntas adecuadas es el mejor modo de hacerlo. Una pregunta inteligente “puede definir bien el problema y proporcionar una visión clara de los temas implicados” (Merchant, N. The New How, 2010). Se atribuye a Einstein la siguiente afirmación: “Si yo tuviera una hora para resolver un problema y mi vida dependiera de la solución, yo gastaría los primeros 55 minutos en determinar la pregunta apropiada, porque una vez que supiera la pregunta correcta, podría resolver el problema en menos de cinco minutos”.

En la Academia del Talento Político debemos desarrollar esa habilidad, pero el programa está todavía por hacer, a pesar de que empieza a haber bibliografía sobre el tema como el libro de Michael J. Marquardt, Leading with question, (Jossey-Bass, 2014) y el de Hal Gregersen Question are the Answer (Harper-Collins). Lo importante es precisar qué se tiene que saber para hacer preguntas sobre lo que no se sabe. Cuando era Secretario de Defensa de EEUU, Donald Rumsfeld dijo una frase que se consideró merecedora del Oscar a la frase más confusa: “Como todos sabemos, hay cosas que sabemos que sabemos. También sabemos que hay cosas que no sabemos. Pero también sabemos que hay cosas que no sabemos que desconocemos”. (As we know, there are known knowns: There are things we know we know. We also know there are known unknowns. That is to say, we know there are some things we do not know. But there are also unknown unknowns: The ones we don’t know we don’t know ).