Creo que una de las características del presente es la glorificación de las libertades superficiales, el poder hacer lo que a uno le apetece, elegir los productos de un amplísimo catálogo o pensar que todas las opiniones son respetables y de un valor equivalente. Simultáneamente aumenta el desinterés por las libertades profundas, porque se olvida que la mayor parte de esas apetencias, de esas decisiones de compra y de esas opiniones están inducidas desde fuera. Es lo que he llamado el “triunfo de Skinner”, porque este gran psicólogo sostenía que manejando el entorno se dirige la conducta. Viene a confirmar esta idea el libro de Shoshana Zuboff La era del capitalismo de la vigilancia (Paidós), un título que me parece malo porque en realidad se trata del “capitalismo de la influencia o de la persuasión”. No es de extrañar que una de sus manifestaciones sean los “influencers”.
La tercera parte del libro estudia el mecanismo de este “capitalismo persuasivo”. Mientras que el totalitarismo impone la conducta mediante la violencia, el nuevo capitalismo modula la conducta utilizando gigantescas cantidades de información. , afirma y añade: «Se están llevando a la práctica las ideas de Skinner». Es la misma expresión que utiliza otro experto en el impacto de las nuevas tecnologías, Evgeny Morozov. La influencia de Skinner es ubicua. No solo se da en el “capitalismo de la influencia”, sino también en el “socialismo de la influencia”. El sistema de “crédito social” chino se mueve en la más estricta ortodoxia skinneriana.
La influencia de Skinner
Zuboff, tras identificar esta poderosa influencia de Skinner, de quien por cierto fue alumna, de la psicología conductista, y de las técnicas de modificación de conductas basada en ella, cree que hay que elaborar un “Anti-Skinner”. Estoy de acuerdo en el objetivo, pero advirtiendo que no se puede evitar la eficacia de los condicionamientos conductistas. Lo único que podemos hacer es conocerlos y fortalecer el carácter personal, para limitar su acción. El viejo Spinoza tenía razón: “La libertad es la necesidad conocida”. La libertad no es nuestro estado original, solo se consigue, cuando se consigue, tras un costoso proceso de liberación. Frente a un entorno poderoso, necesitamos construir una personalidad poderosa también. Lo malo es que estamos publicitando las personalidades ameboides, fluidas, adaptativas al máximo, disueltas en la red, con lo que el poder del entorno se hace cada vez más poderoso. Las olas de fondo son las que determinan los acontecimientos, mientras los individuos disfrutan con la espuma de las olas.
Un amable lector me recuerda un ejemplo más del triunfo de Skinner: la teoría de los nudges expuesta por Carl Sunstein. Nudge es una palabra de dificil traducción. Literalmente significa «empujoncito», pero Sunstein lo utiliza como un modo suave, no coactivo de ayudar a un sujeto a tomar buenas decisiones. Lo denomina «paternalismo informado por el conductismo» (behaviorally informed paternalism). Se trata de introducir pequeños cambios en el «espacio de decisión» que hace. Lo importante es que la conducta sea la adecuada al fin, no que sea libre y conscientemente elegida.. Puede verse un buen análisis en el libro de Manuel Arias Maldonado «La democracia sentimental» (Página Indomita), pp.223-239.
El capitalismo tiene como base el beneficio que es producto de la producción pero sobre todo de la venta de tal producción. Para ello hace falta atraer la atención del potencial comprador modificando el entorno introduciendo en él nuevas necesidades.
La elección entre esta panoplia de nuevas necesidades es lo que supongo que JAM denomina «libertades superficiales».
Creo que algo similar podría suceder con los proselitistas de alguna doctrina religiosa o pseudo-filosófica donde el interesado trataría de modificar la visión acerca del entorno (que no el entorno en sí) para que la conducta de los prosélitos, ahora afín a la doctrina, reforzara sus propias convicciones.
Si la modulación de la conducta en el primer caso corresponde al deseo de incrementar los beneficios, en el segundo el de reforzar la presión de grupo que otorgará ‘validez’ a la doctrina del predicador (incrementando la ataraxia del mismo).
Para contrarrestar el efecto de estos «influencers» quedan dos opciones:
-Fortalecer el carácter personal.
-Ofrecer un entorno alternativo.
La teoría de Skinner sostiene que para explicar la conducta humana no necesitamos admitir complejos mecanismos mentales, porque toda ella se reduce a la respuesta a los estimulos positivos o negativos que actúan sobre el sujeto. Simplificando injustamente una teoría técnicamente muy sofisticada, los agentes .sean humanos o animales- tienden a repetir las conductas premiadas y a evitar las sancionadas. Si un grupo social premia al consumo de un producto, animará a muchos a consumirlo. La influencia del entorno es muy poderosa y tiene razón y cuando queremos evitar una influencia destructiva -por ejemplo, el consumo de drogas- solo tenemos dos procedimientos: cambiar el entorno o fortalecer la personalidad. La llegada y el posterior éxito de la pscilogía cognitiva (qiue si daba importancia a los intermediarios mentales) complicó este modelo. Ahora sabemos que tambien podemos actuar cambiando las creenciaas e influyendo sobre los sentimientos. De las técnicas conductistas de «modificacion de conductas» hemos pasado a las técnicas cognitivo-conductuales de haeerlo.