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Cuando escribí El laberinto sentimental y el Diccionario de los sentimientos, me quedé con ganas de estudiar las “emociones políticas”. Recogí mucha información, que he ido ampliando a lo largo de los años, en especial al preparar mis dos últimos libros, Biografía de la inhumanidad y El deseo interminable. Ahora voy a publicar y ordenar en este Diario parte de esa documentación. Sin conocer las fuentes pasionales de la conducta no podemos comprender lo que sucede. Drew Westen, profesor en el departamento de psicología y psiquiatría en la Universidad de Emory, autor del libro The Political Brain: The Role of Emotion in Deciding the Fate of the Nation, quien ha estudiado las campañas políticas norteamericanas de los últimos 50 años, señala que “las elecciones se juegan en el mercado de las emociones y no en el “mercado de las razones”, (Westen, 2008:52). La relación entre política y emociones es muy estrecha. En 1835, el Dictionnaire de l’Academie française definía “emoción” como “perturbación del alma” y como “movimiento popular que anuncia una disposición al levantamiento y a la revuelta”. Maquiavelo, gran observador de la conducta humana, dio una convincente razón para estudiar las emociones políticas: “Los hombres prudentes suelen decir, y quizás no sin motivo, que quien quiera ver lo que será, considere lo que ha sido, porque todas las cosas del mundo tienen siempre su correspondencia en sus tiempos pasados. Esto sucede porque, siendo obra de los hombres, que tienen y tendrán siempre las mismas pasiones, conviene necesariamente que produzcan los mismos efectos”.

En esta primera entrada de la serie, voy a definir lo que entiendo por “pasiones políticas”, advirtiendo que utilizo “pasiones” en el sentido clásico que incluía deseos, emociones, sentimientos. Pasiones y política se relacionan de tres maneras:

1.- Pasiones estrictamente políticas, que nacen de la misma estructura política de la convivencia, por ejemplo, el patriotismo, el nacionalismo, la ideología partidista, la polarización ideológica, la veneración por el líder, el honor nacional, el orgullo de clase, las emociones revolucionarias, el sentimiento de opresión.


2.- Pasiones no estrictamente políticas pero que pueden ser desencadenadas por acontecimientos políticos. El odio, el resentimiento, el afán de poder, la generosidad, el heroísmo, la indignación, la ambición, la codicia pueden ser activados por situaciones políticas.


3.- Pasiones no estrictamente políticas, pero que son manipuladas políticamente: el miedo, la sumisión, la furia, el deseo de venganza, también la compasión, el sentimiento de humillación o de injusticia.


Espero que el repertorio de pasiones que recogerá el diccionario nos sirva para comprender mejor los avatares de la política pasados, presentes y futuros.

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