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El poder es el tema esencial de la Academia del Talento Político: el poder del gobernante, el poder del gobernado y las complejas interacciones entre ambos. En Guerra y Paz, Tolstoi escribe: “Las dos preguntas fundamentales de la historia son: ¿Qué es el poder? ¿Qué fuerza produce el movimiento de las naciones?” A los espectadores de la aventura humana les gustaría saber quién manda en el mundo, quién maneja los hilos de ese gran tinglado. Algunos conspicuos tratadistas como C. Wrigth Mills (La élite del poder) no tienen duda: manda el dinero. Los gobernantes son meros “lugartenientes” del poder económico. Me parece una tesis falsa por la simplicidad del análisis. También lo sería si dijéramos que son las creencias, las emociones, la organización o el complejo industrial-militar. No podemos dar ninguna respuesta sin antes conocer cómo funciona el poder, el poder económico en este caso. Solo una imaginación popular y elemental puede pensar en los presidentes de los bancos o de las grandes empresas llamando por teléfono al jefe de gobierno para darle órdenes. La interacción es más compleja y de doble dirección. Cada protagonista juega sus cartas, y es ese juego el que intentaremos explicar en los cursos de la Academia. Para hacerlo hay que soportar bien la complejidad. Hubo una época en que en España se consideraba que el empresario Jesús de Polanco, presidente de PRISA, editora de El País, tenía un enorme poder político. Se le llamaba “Jesús del Gran Poder”. Nadie explicó como lo ejercía, si es que era tan grande en realidad. En cualquier caso, su influencia no procedía de su potencia económica, sino de que esa potencia se había invertido en un periódico, que es un órgano diferente de poder. Es decir, se basaba en su poder de influir en la opinión pública. ¿Era tan fuerte esa influencia como para que justificara la fama de poderoso de Polanco? Afinando más el tiro: ¿podía decidir tan dictatorialmente siquiera la línea política de El País? Teniendo necesidad de créditos ¿era independiente del mundo financiero? Muchas veces, en el “póker del poder” se juega de farol. Recuerdo que Emilio Romero, director exitoso del diario Pueblo, amenazaba frecuentemente con sacar información de su archivo. El misterioso archivo de Romero, del que nunca se supo, era su instrumento de poder.

El dinero puede, sin duda, influir en la política a través de otros instrumentos, como el dominio de los medios de comunicación. Pero hay más formas. Fue un hecho muy comentado que, en su discurso de despedida, el presidente Eisenhower alertase contra el complejo industrial-militar.  En este caso, la presión sobre el gobierno tenía intereses económicos, pero se servía como instrumento del ejército, lo que abre un campo diferente de influencias.

Poder y economía correlacionan, pero no de manera perfecta. Niall Fergurson en Dinero y Poder proporciona datos que demuestran que no siempre la superioridad económica conduce a la victoria en una guerra. En el ranking de las personalidades más poderosas, que elabora Forbes, el numero uno lo ha ocupado muchos años Vladimir Putin. Objetivamente es menos poderoso que Biden, pero el jefe de gobierno de una democracia puede ejercer su poder de manera más restringida que un gobernante autoritario, con lo que el poder efectivo puede ser menor. Todo el mundo es consciente de que el potencial económico de Rusia no se puede comparar con el de Estados Unidos o con el de la Unión europea, por eso se menospreció el poder de Rusia al comienzo de la guerra de Ucrania. Los expertos pensaron que Rusia no podría soportar el bloqueo económico y una guerra de desgaste. Se equivocaron. Leyeron mal la situación. El PIB de Estados Unidos es de 26 949 643 dólares. El de Rusia, de 1 862 470, un poco superior al de España (1 582 054 $). La diferencia es abismal, pero el poder político internacional de Rusia no tiene un fundamento económico. Se basa sólo en el modo autoritario de ejercer el poder, que permite decidir las prioridades.

Voy a dedicar una serie de post a estudiar la relación entre poder político y economía. Hay al menos dos formas de enfocar esta cuestión. La primera se fija en cómo se toman decisiones concretas. ¿Qué papel juega en ellas el poder político y qué papel juega el poder económico? Hay minuciosos estudios sobre cómo se han aprobado leyes importantes en Estados Unidos. Menos de un 10% fueron aprobadas por la presión de lobbies económicos.

La segunda manera de estudiarlas tiene un enfoque más estructural. ¿Es la economía la que mueve la historia? Fue la idea central de Marx, y de todos los economistas e historiadores que siguieron su estela. El mundo capitalista supondría la sumisión de la sociedad al poder económico. El historiador Eckart Kehr busca las causas de la Primera guerra mundial en motivaciones económicas, y Bradford DeLong explica también así el inicio de la Segunda Guerra mundial.

La influencia económica no es, sin embargo, tan automática. Las dificultades económicas de la Gran Depresión provocaron en Alemania el advenimiento de nazismo, pero en Estados Unidos, el New Deal de Roosevelt. Es verdad que las grandes corporaciones industriales, sobre todo si son multinacionales, tienen muchos recursos para presionar al Estado, pero los Estados también tienen enormes recursos para influir en la economía, vía presupuestos, legislación, política fiscal, política monetaria, regulaciones, concesiones, incentivos.

Desde la Ilustración se pensó que las “dulces pasiones del comercio”, con su estrategia win-win pondría fin a las “agresivas pasiones por el poder”, pero no fue así. La necesidad de buscar fuentes de aprovisionamiento y nuevos mercados animaron las guerras coloniales. La Compañía Británica de las Indias Occidentales, una sociedad mercantil, gobernó grandes regiones de la India con su ejército propio, hasta que el gobierno ingles asumió esas competencias en 1857. El Congo fue una propiedad de Leopoldo II de Bélgica, lo que le fue concedido en la indigna Conferencia de Berlín de 1884.

Un aspecto especialmente interesante es averiguar si la ciudadanía tiene un poder económico políticamente relevante. En realidad, si tiene poder político en general. En teoría lo tiene, puesto que el poder descansa en la aceptación del pueblo, y la economía en el trabajo y el consumo de la población, pero individualmente ese poder es insignificante. ¿Podría potenciarse?

Todos estos temas deberán tratarse en la “asignatura” Poder político y poder económico”, cuya primera lección tendrá que volver a revisar cuales son las herramientas del poder, para comprender cuál es la situación del dinero.