En otro comentario me preguntaba si estaba cambiando algo en Catalunya. Un nuevo enfrentamiento ha surgido por la petición de unos padres de que su niña de cinco años reciba el 25% de la enseñanza en castellano. Otra vez la cuestión lingüística se plantea en términos de conflicto, belicosamente, incluidas manifestaciones y amenazas. ¿Entonces, todo sigue igual? Me atrevo a decir que no.
”Si se carece de ruta política, una solución es volver a posiciones seguras, y la reivindicación de la lengua es una de ellas...
El secretario general de JxCAT, Jordi Sánchez, el hombre fuerte de la formación que preside Carles Puigdemont, ha reconocido que “el independentismo carece de hoja de ruta” y ha pedido a la ciudadanía que “presione sobre los partidos”, para que estos se vean forzados a encontrar una solución. Es un eco del “apreteu, apreteu”, de Torra. Tal vez las movilizaciones en la escuela respondan a esa petición. Si se carece de ruta política, una solución es volver a posiciones seguras, y la reivindicación de la lengua es una de ellas. Pero el editorial de La Vanguardia (2.12.2021) me parece síntoma de un cierto cambio: “Llevar la brega política al ámbito de la lengua no será nunca una buena idea. Creerse facultado, en este marco, para pedir que se acose a un niño es un despropósito descorazonador. Lo único que se consigue con él es acreditar una pésima calidad humana y dar argumentos al rival”.