¿Les gustaría visitar el taller de los creadores, de los escritores, de los pintores, de los científicos para ver como se les ocurren las cosas? En Mermelada, Agencia de detectives, llevamos mucho tiempo haciéndolo. Lo primero que sorprende es que, salvo en obras de encargo, el autor no decide lo que va a hacer. De repente en su conciencia aparece la idea de “qué interesante sería escribir una novela sobre esto” o un cuadro.
”¿Y de dónde vienen esas ocurrencias?
De la memoria. Hay una memoria creadora, muy activa, que produce las ocurrencias.
Picasso decía que cuando uno quiere hacer un cuadro, hay que tener una idea, pero una idea vaga, que va cambiando durante su realización. Lo que busca el creador es esa primera idea, ese clavo al que agarrarse.
Pero una vez aparecida esa primera ocurrencia, saben cuál es la pregunta fundamental que se hacen los artistas, : Y ahora, que carajo sigue.
Eso es lo que deben preguntarse los escuchantes para poder seguir escribiendo y continuar la historia compartida a la que les invitamos a participar la semana pasada en el Club de Escritores de Mermelada
Iba a tirar el papel a la basura y a echar una buena reprimenda a su marido, cuando se dio cuenta de que en el reverso de esa nota había algo más. Se adivinaban los trazos de un dibujo algo desvaídos y difuminados. Se le ocurrió que quizás a su vecina, que le gustaba coleccionar cosas raras, le podría interesar.
Bajo hasta el segundo piso y llamó a la puerta. Una mujer de imprecisa edad le abrió y saludo forma amable:
—Pasa vecina, ¿Qué se te ofrece?
—Mi marido cada vez está peor. Le he mandado a la compra y en lugar de lo que le había encargado me ha traído esto, por lo que le han cobrado treinta euros. Quédatelo tú, que sé que a ti te gusta coleccionar cosas raras.
—Gracias, lo echaré un vistazo, parece interesante.
Estaba ya en su casa comentándole a su marido que dicho papel se lo había regalado a la vecina, a éste parecía importarle un pepino, cuando sonó el timbre de la puerta. Era ella, la vecina del segundo, la cual tenía una expresión como de estar en trance.
—Vecina, esto que me has t podría ser algo excepcional. Los trazos, aunque borrosos, y la temática, se adivina una mujer desnuda, son característicos de las obras de Picasso. Voy a enseñárselo a un amigo que es marchante de arte a ver que cuenta; podría se un dibujo original o una copia, en cualquier caso, tu marido ha tenido buen ojo. Podría ser que la persona que escribió el menaje fuera la criada de una familia de recursos y cogiera es papel pensando que no servía.
Cuando quedó a solas con su esposo, le besó emocionada y le dijo:
—No importa si ese dibujo tiene algún valor, lo que importa es aún no es has perdido tu pasión por las cosas bellas.
Iba a tirar el papel a la basura y a echar una buena reprimenda a su marido, cuando se dio cuenta de que en el reverso de esa nota había algo más. Se adivinaban los trazos de un dibujo algo desvaídos y difuminados. Se le ocurrió que quizás a su vecina, que le gustaba coleccionar cosas raras, le podría interesar.
Bajó hasta el segundo piso y llamó a la puerta. Una mujer de imprecisa edad le abrió y saludo forma amable:
—Pasa vecina, ¿Qué se te ofrece?
—Mi marido cada vez está peor. Le he mandado a la compra y en lugar de lo que le había encargado me ha traído esto, por lo que le han cobrado treinta euros. Quédatelo tú, que sé que a ti te gusta coleccionar cosas raras.
—Gracias, lo echaré un vistazo, parece interesante.
Estaba ya en su casa comentándole a su marido que dicho papel se lo había regalado a la vecina, a éste parecía importarle un pepino, cuando sonó el timbre de la puerta. Era ella, la vecina del segundo, la cual tenía una expresión como de estar en trance.
—Vecina, esto que me has traído podría ser algo excepcional. Los trazos, aunque borrosos, y la temática, se adivina una mujer desnuda, son característicos de las obras de Picasso. Voy a enseñárselo a un amigo que es marchante de arte a ver que me cuenta; podría ser un dibujo original o una copia, en cualquier caso, tu marido ha tenido buen ojo. Es posible que la persona que escribió el menaje fuera la criada de una familia de recursos y cogiera es papel pensando que no servía.
Cuando quedó a solas con su esposo, le besó emocionada y le dijo:
—No importa si ese dibujo tiene algún valor, lo que importa es que aún no es has perdido tu pasión por las cosas bellas.