“Woke” significa “estar alerta” para detectar las injusticias. Es un propósito noble y necesario, porque con mucha frecuencia nos habituamos a ellas, no las percibimos y nos convertimos, por tanto, en colaboracionistas sin saberlo.
La “justicia social” es un objetivo ético fundamental, pero el wokismo quiere distanciarse de la versión “liberal” del concepto, y por eso habla de “justicia social crítica”. Ozlem Sensoy y Robin DiAngelo señalan las diferencias:
- Justicia social: los principios de equidad e igualdad para todos y el respeto a los derechos humanos básicos.
- Justicia Social Crítica: es una teoría política que reconoce que la sociedad está discriminada en grupos -raza, clase, género, sexualidad, capacidades-, lo que muestra su esencial estructura opresiva. Los “woke” son activistas que buscan cambiar esta situación. Para ello no basta con buscar la igualdad o atender las reivindicaciones justas, sino que es necesaria una refundación de la sociedad. La actual esta corrompida de raíz y no puede dar buenos frutos. Esta idea de justicia procede de distintas teorías críticas: teoría de la raza, postcolonial, queer, estudios de género. Resume de alguna manera sus conclusiones. (Sensoy, O. Y DiAngelo, R. “Is Everyone Really Equal?: An Introduction to Key Concepts in Social Justice Education” (Multicultural Education Series).
El análisis de la teoría de la Justicia Social Critica me reafirma en la idea de que el wokismo es un movimiento bien intencionado que se extravía por apoyarse en una mala filosofía, que confunde “verdad” y “poder”.
Las injusticias sólo pueden ser conocidas por sus víctimas, que son las encargadas de detectarlas y condenarlas. El wokismo cree que no podemos tener un conocimiento objetivo de la realidad, sino que lo que consideramos “verdad” es solo la opinión impuesta por el más poderoso. Considera, por lo tanto, necesario que las víctimas tengan la suficiente fuerza social para imponer la verdad, la “hegemonía” que predicaron Gramsci, Laclau, Mouffe y que en España defendieron los ideólogos del partido’ Podemos. La reivindicación no es de una persona, sino de un grupo entero victimizado. Eso no puede conseguirlo una persona aislada como individuo, sino como pertenecientes a un grupo oprimido.
El fin acaba justificando los medios
Una vez convertida la reivindicación de las víctimas en una lucha por el poder, aparece la estrategia para conseguirlo. El fin acaba justificando los medios. Aparece así la descalificación total de lo que se considera grupo opresor (blancos, patriarcales, hombres, cisgenero, occidentales, etc.), la justificación de la censura y la “cultura de la cancelación”. El poder penetra tan profundamente la sociedad que solo un cambio radical puede conseguir la justicia social.
Los que se oponen a la Justicia Social Crítica piensan que, como ocurrió con el comunismo, “lo que en el papel parece atractivo, puede ser desastroso cuando se pone en práctica”. Acusan a sus partidarios de centrarse en el grupo, es decir, de seguir una política identitaria, desdeñando lo individual y lo universal. Los movimientos clásicos que lucharon por la justicia social -desde los abolicionistas hasta los defensores de los derechos civiles o de la igualdad de la mujer- lo hacían en nombre de la universalidad de los derechos.
Centrarse en las reivindicaciones de un grupo, en los derechos de la diferencia, plantea problemas serios
Por ejemplo, movido por un culturalismo extremado, defienden la equiparación de todas las culturas, con lo que acaba aceptando situaciones de opresión que parecen intolerables para una ética universal. (Plucrose, H y Lindsay, J. Cynical Theories, Pitchstone Publishing)
El análisis de la teoría de la Justicia Social Critica me reafirma en la idea de que el wokismo es un movimiento bien intencionado que se extravía por apoyarse en una mala filosofía, que confunde “verdad” y “poder”. Como todas las exageraciones, tiene una parte de verdad, deformada al expandirse.