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Una de las razones por la que el sistema industrial-informático es estructuralmente limitador de la libertad, aunque aumente las posibilidades de elección, es que se funda en el conductismo. El representante más eximio de esta teoría psicológica fue B.F. Skinner, quien suele encabezar las listas de psicólogos más influyentes del siglo XX. Su tesis central es que el comportamiento humano está determinado por el sistema de refuerzos positivos o negativos que proporciona el entorno. Simplificando: por los premios y castigos. Pensaba que la aplicación masiva de las técnicas de modificación de conducta podría dar lugar a un mundo ideal, que describió en su novela Walden 2. En otro libro Más allá de la libertad y de la dignidadmantenía que la idea de un sujeto autónomo y libre eran precientíficas, y que venerarlas había impedido resolver los problemas sociales por medio de técnicas de ingeniería social. Si lo que queremos es una sociedad justa y feliz, concluía, debemos prescindir de la idea de libertad. La gente, decía, puede comportarse muy bien sin necesidad de hacerlo libremente. Basta premiar la bondad y castigar la perversidad. La libertad queda entonces reducida a su propiedad menos respetable: la capacidad de equivocarse. Es decir, una imperfección.

«El sistema digital es un retorno no consciente a una cultura de la obediencia»

El conductismo, una teoría experimentalmente muy potente, se equivocaba en una cosa.  El individuo tiene su propio dinamismo interior, no es un sujeto pasivo que responda automáticamente a un sistema de reforzadores positivos y negativos. Sin embargo, puede llegar a serlo, si abdica de su autonomía. En El deseo interminable he hablado de la “era de la obediencia” y de la “era de la rebeldía”. El sistema digital es un retorno no consciente a una cultura de la obediencia. Es tan poderoso porque se ha configurado intencionada y eficientemente como un sistema de premios y recompensas. Y esto es extraordinariamente atractivo, incluso adictivo. Voy a transcribir alguna de las referencias que guardo en mi Archivo y que, por supuesto, se pueden ampliar. Shoshana Zuboff , que fue alumna de Skinner, afirma en La era del capitalismo de la vigilancia (Paidós)  que «se están llevando a la práctica las ideas de Skinner». Es la misma expresión que utiliza otro experto en el impacto de las nuevas tecnologías, Evgeny Morozov: “El verdadero santo patrón de internet es B.F. Skinner, no Marshall McLuhan”. Richard H. Thaler (premio Nobel de Economía) y Carl Sustein defienden lo que denominan “paternalismo informado por el conductismo”, que consiste en introducir ayudas (nudgets), pequeños cambios en el “espacio de decisión”, para guiar a los sujetos en la buena dirección sin que ellos se aperciban (Sustein, C. Y Thaler, R.H., Un pequeño empujón (Nudge), Taurus, 2009). Sean Parker, presidente de Facebook, explica cómo las empresas informáticas atraen al consumidor: ”Necesitamos darle un pequeño chute de dopamina de vez en cuando, porque a alguien le gustó o comentó una foto, o un mensaje, o lo que sea. Y eso va a conseguir que aportes más contenido, y eso va a conseguir que tenga más “me gusta” y más comentarios. Es un bucle de retroalimentación de validación social, exactamente el tipo de cosas que inventaría un hacker como yo, porque está explotando una vulnerabilidad de la psicología humana”. (Allen, M. “Sean Parker unload on Facebook: “God only know what it’s doing to our childen’s brain”, Axios,9.11.2017). Vale la pena subrayar su referencia a la “vulnerabilidad humana”.          

Un influyente personaje en este mundo tecno-skinneriano es B.J. Fogg, fundador del Persuasive Tech Lab de la Universidad de Stanford, que ha inventado la Captología, la ciencia de la persuasión a través de ordenadores. Define “persuasión” como  “a noncoercive attempt to change attitudes or behaviors.”( Fogg, J, and alt. “Motivating, Influencing, and Persuading Users”). Fogg recomienda a sus alumnos la lectura de Skinner. La empresa creada por el neurocientífico Ramsay Brown –Dopamine Lab. – anuncia: “Nuestra tecnología predice y troquela la conducta humana”. Nir Eyal, que trabajó con alguna de las compañías más influyentes de Silicon Valley para idear formas de “enganchar” a los usuarios, revela sus maquinaciones en su libro Hooked: How to Build Habit´Forming Products, Penguin, 2014). Escribe: “Admitámoslo: Nos dedicamos al negocio de la persuasión. Los innovadores crean productos pensados para convencer a la gente de que haga lo que queremos que haga. A esa gente los llamamos usuarios y, aunque no lo digamos en voz alta, deseamos secretamente que todos se enganchen endiabladamente a las cosas que fabricamos” (p.164). Describe sus métodos como “manipulación mental”, y cita a Skinner como modelo para lograrlo.

No cesan de activarse los “chivatos” de mi Archivo relacionando a Skinner con las nuevas tecnologías. Ian Leslie, titula su informe sobre ese tema en The Economist, “The science behind those apps you can’t stop using”,  y se refiere, claro está a Skinner, comparando la galaxia internet con la “caja de Skinner”, para practicar el condicionamiento operante.  Natasha Dow Schüll, que estudió los mecanismos adictivos de las máquinas tragaperras en Adicción by design (Princeton University Press,2014), cita la afirmación de una víctima de ellas: “Esas máquinas son cajas de Skinner para la gente”. Los métodos de atracción de estas máquinas son semejantes a las utilizada por la industria digital. Terminaré con el resumen que hace Johann Hari: “Hoy vivimos en un mundo dominado por tecnologías que se basan en la visión que Skinner tenía del funcionamiento de la mente humana, Su idea -que podemos entrenar a las criatura vivientes por desear desesperadamente unas recompensas arbitrarias- ha llegado a dominar nuestro medio, Muchos de nosotros somos como esos pájaros enjaulados  a los que se hace ejecutar  un baile raro para obtener recompensa, y mientras eso ocurre imaginamos que lo hacemos por elección propia” (El valor de la atención, Península, 2023, p. 83).

La culminación del triunfo de Skinner se está dando en China con la aplicación del programa de Crédito Social, que aspira a mejorar los comportamientos mediante un sistema que premia a los buenos y castiga a los malos.

Estos problemas no se refieren a los alardes técnicos y a su fundamentación matemática y científica, que son admirables, sino a los productos que se han derivado de ellos. Salvando las distancias, sucede lo mismo con la física desarrollada en los primeros cuarenta años del siglo pasado- Es prodigiosa, aunque la bomba atómica en que se aprovechó sea detestable. No es, pues, la tecnología de la información lo que me preocupa, sino el complejo industrial-tecnológico.

 

Únete Un comentario

  • Ridi Pagliaccio dice:

    Hola

    Una cosa es el sistema constituido como memoria de supervivencia, otra es el propósito natural que religa a las personas, otra la forma de gobierno aplicada sobre ellas, y por último, los listos que parasitan en los sistemas.
    La forma de gobierno es un fractal que también puede ser usado por un religioso, político, economista, científico o cualquiera motivado para emprender un negocio. Las personas gobernadas lo son, porque ya han sido vulneradas mediante su propio lenguaje. Al no dominar su lenguaje son sometidas por su propio pensamiento y deseos. Al no dominar su pensamiento son susceptibles a ser dirigidas por un intermediario. Al ser dirigidas pueden ser esclavizadas sin dificultad. Al intentar invertir la posición se convierten lógicamente en victimarios. Básicamente, el formato de los pensamientos es un formato creativo. La persona confunde lo que es con lo que cree que es, y ese conflicto se manifiesta en el cuerpo y el ambiente con una forma de ser más su relato. Por lo que toda patología está ligada a una forma de esclavitud.
    La mayoría no da cuenta de que todo lo constituido alfanuméricamente para el orden legal y técnico, es en realidad una ficción creída como verdad absoluta. Y esa ficción otorga el monopolio de la violencia a los agentes del sistema, el poder de inflingir sufrimiento, dolor y muerte según convenga al orden, sin ningún tipo de juicio ni castigo. Las etiquetas, máscaras, trajes y protocolos del actor, transforman al ser en una persona automatizada y muy predecible que hará lógicamente lo que diga el guión, en donde el conocimiento desde ese estado las convierten en necias ilustradas.

    La elección del gobernado siempre es entre el mal menor(seguridad) y el mal mayor(incertidumbre), instalado desde el problema y no, desde la solución. El actor gobernante está obligado a tirar de las cadenas y a crear dificultades para introducir una sentencia paliativa en favor del orden como solución.
    La ficción manifestada como gobierno o mediante una etiqueta de control, es un gran barco que da cierto margen efectivo de acción, sentido y bienestar, más un relato que es suficiente para justificarlo. Por eso existen percepciones de libertad muy diferenciadas.
    En síntesis, una forma de gobierno siempre es una dictadura que ofrece libertad condicional con permisos de acción, y cuando es necesario, ejercen lógicamente la tiranía o absolutismo para reprogramar a las nuevas generaciones despertando su estigma de los pueblos vulnerados por la fuerza bruta para ser conquistados.

    Pensar con palabras obliga a ordenar y proyectar en planos de acción atados a una línea lógica temporal y física. Es muy sencillo programar dentro de un tablero o circuito cerrado para que una gran cantidad de variantes pasen por una puerta prestablecida. De esta manera, rescribiendo los parámetros mediante una piedra, papel o bits, movilizan la atención de millones de personas hacia un objetivo predefinido y sentido como un bien común.

    Simbólicamente la baraja española refleja los objetos de poder utilizados para el gobierno de las masas inocentes, hoy evolucionados de manera refinada y civilizada. La copa que da de beber la verdad o la mentira, la espada que abre el paso y corta el hilo entre la ficción y la realidad, el oro que mantiene unida a la confusión, y el basto que fija los límites y da escarmiento a los que se salen del redil.

    Existe un automatismo natural para purgar las creencias cuando se pierde el dominio de la voluntad, y ubica al ser entre la espada y la pared manifestando un escenario coherente virtual o real. La vanguardia creativa se adapta a los estados y creencias para recrear con la información vital del creyente. En los sueños lúcidos y premonitorios se pueden observar claramente las lógicas trayectorias al existir un orden fisico temporal sobre un plano, en cada formato creativo. Desde éstas experiencias, como así también las experiencias fuera del cuerpo, dan evidencia del movimiento creativo de nuestra naturaleza que hace una copia de la realidad como un mapa de proyecciones. Esto significa que no solo cada día es una nueva oportunidad para una nueva forma de vida, sino que cada instante lo es, y en cada caso, nuestra creatividad se adapta a ese nuevo estado.

    La vanguardia no puede ser atrapada en un plano perpetuamente por ninguna ficción alfanumérica, por ninguna creencia, porque la naturaleza es ingobernable. El progreso, gracias a ésta inteligencia natural, no debe asociarse a las formas de gobierno. El progreso ocurre naturalmente a pesar de las cargas, y fundamentalmente, suceden en los seres fuera de serie, fuera de la influencia del gobierno mental. Siempre es uno de millones el que hace una diferencia.

    Hay que saber discernir entre la realidad y la ficción, para restituir la posición de observador y director, y así, modificar los fallos lógicos de las creencias. Una creencia ideológica debe propiciar el desarrollo del ser creativo. Cuando ésto sucede, la palabra se transforma en objeto y el lenguaje se convierte en un instrumento creativo al servicio del ser, y se deja de ser reactivo a los programas de ofensa y protección para usarlos teatralmente en nuestro favor. La seriedad demuestra que el ser es incapáz de reirse de sí mismo. Por eso el arte es muy importante, porque utiliza la memoria como materia prima, y a cualquiera de sus lenguajes como artificios programables. Gracias al arte, recordamos que creamos y recreamos con sentires, situaciones, seres, lugares, máquinas, deseos y necesidades.
    No existen malas palabras. La existencia por creencia en un objeto contaminante de este tipo, condiciona la creatividad, reduce la velocidad, opaca la claridad, disminuye la calidad de los productos y actos, y aumenta la complejidad inoperante.

    Desafortunadamente, la mayoría no da cuenta que no existe diferencia entre una obra de teatro y la obra de teatro de un gobierno. Por esta razón, es una pésima obra.
    En algún momento dejaremos de ser niños grandes y tontos para comenzar la gran fiesta, pero solo cuando termine el funeral y duelo de la mentira.

    ¡Salúd!

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