Suelo decir en broma que para escribir un libro solo hace falta un título y un plazo de entrega. Lo demás viene por añadidura. El plazo de entrega ya lo tengo: El 1 de julio. Me falta el título. Pensé en “Historia emocional de la humanidad”. Es exacto, pero frío. Se me ha ocurrido otro. Aunque dirigida por la información, las creencias o el razonamiento, la acción emerge de las profundidades del afecto. Por eso no podemos comprenderla sin entender los acontecimientos afectivos de los que parte. Todos los movimientos conscientes son intencionales, tienden a un fin que se desea alcanzar. En todos los idiomas se ha inventado una palabra para indicar esta estructura de nuestras acciones, este dinamismo hacia un objetivo a veces confuso. Esa palabra es “felicidad”.
”Todo el mundo desea alcanzar la felicidad, pero nadie sabe decir clara y consistentemente lo que es y lo que realmente desea
Imanuel KantLa Revanche des passions.
Cuando las declaraciones de derechos del siglo XVIII reconocían que los seres humanos tenían “derecho a buscar su felicidad”, lo que estaban diciendo es que tenían el derecho a elegir sus fines y luchar por lograrlo.
Por eso, he pensado que el título para esta “historia emocional de la humanidad” podría ser LA BÚSQUEDA DE LA FELICIDAD. Es lo que pretenden nuestros actos nobles y nuestros comportamientos atroces. Es por lo tanto la patética historia de una especie que camina tanteando como un ciego hacia un objetivo desconocido. Kant lo resumió bien: “Todo el mundo desea alcanzar la felicidad, pero nadie sabe decir clara y consistentemente lo que es y lo que realmente desea”. Por eso, buscar la felicidad es un proyecto inevitable e inevitablemente vago.