En una entrevista en La Sexta, Mario Conde habló hace unos días del poder que tuvo en sus manos, y de cómo en aquel momento no se dio cuenta de lo grande que era. Llevo mucho tiempo estudiando la fascinación por el poder y el modo como se ejerce, y me he encontrado con grandes dificultades, porque ningún amante del poder confesará que es eso lo que quiere, y que el contenido o el uso de ese poder es secundario, en muchos casos un pretexto.
Gregorio Marañón tituló su biografía del Conde Duque de Olivares “La pasión de mandar”, recordando que hay personas cuya felicidad consiste en satisfacerla. Pero el hecho de que sea una pasión colosal, omnipresente, que permea todo tipo de convivencia, vuelve difícil su estudio.
¿Quién tiene poder? Quien puede someter a sus propios fines la acción de otras personas. Una herramienta elemental es la fuerza o la capacidad de alterar algún elemento de la realidad. Al criminal se le mete en la cárcel sin contar con su colaboración. Los bombardeos rusos van a obligar a los ucranianos a vivir sin luz eléctrica. Este es el poder más tosco y acaba siendo puramente instrumental. Las grandes energías del poder tienen otras fuentes. Tiene poder quien dispone de alguna de estas cuatro capacidades:
(1) infligir castigos
(2) dar premios
(3) cambiar las creencias
(4) cambiar los sentimientos.
Apliquemos este esquema al ejemplo de Mario Conde. La presidencia de un gran banco pone a disposición de una personalidad deseosa del poder los medios para hacer daño o para dar premios. Puede apoyar o no medidas del gobierno, negar créditos, despedir o degradar, puede situar a sus colaboradores en posiciones claves, hacer favores, financiar, contratar con grandes sueldos, corromper. Los políticos saben que tienen un poder puntualmente mayor que el del dinero, pero que el poder del dinero es más duradero. Por eso, para preparar su futuro les interesa la cercanía al poder económico, como muestran las llamadas “puertas giratorias”. Mario Conde aprovechó su propio dinero para escalar la presidencia de Banesto- y después pudo utilizar el dinero de la institución. Además, el Banco le proporcionaba una organización, miles de empleados repartidos por el mundo y en niveles distintos de la sociedad, que son, además una gigantesca fuente de información y de influencia.
“Hay grandes empresas dedicadas a la persuasión, a la manipulación de las preferencias de la gente”
El poder de cambiar las creencias, ideas, opiniones resulta más difícil. Desde un Banco puede intentarse influir en medios de comunicación, instrumentando campañas publicitarias, apoyando a ideologías próximas a sus posturas. En este momento, hay grandes empresas dedicadas a la persuasión, a la manipulación de las preferencias de la gente. También pueden cambiarse las emociones, lanzar la propia imagen, contratar a influencers. Estas dos formas de poder son más difíciles de controlar, porque pueden provocar movimientos en contra. Son, además, efímeras.
Churchill fue capaz de movilizar a la población inglesa durante la guerra. Le aclamaron en mayo de 1945 como artífice de la victoria, pero dos meses después no le votaron.
John Kenneth Galbraith advierte que con frecuencia se confunde el “poder real” con la “ilusión de poder”. El hundimiento de Mario Conde es un buen ejemplo. En este blog hablaré mucho del poder.