Comienza el curso en la Academia del Talento Político. Un curso que va a centrarse en el desarrollo de la COMPETENCIA HEURÍSTICA, tanto de los individuos como de las sociedades. ¿Y en qué consiste esa competencia? Heurística viene del verbo griego euriskô, que significa “encontrar”. De ahí procede también el famoso ¡eureka! que la leyenda atribuye a Arquímedes. La gran tarea de la inteligencia es encontrar. ¿El qué? Soluciones a los problemas con que nos enfrentamos. Un problema es algo que nos impide el paso, que se interpone entre nosotros y el objetivo deseado, que bloquea la realización de nuestros proyectos, que paraliza nuestras esperanzas. Los filósofos medievales utilizaban para designar esta competencia un bello nombre Ars inveniendi. El arte de encontrar, es decir, de inventar. Es una luminosa definición de la Política. Quien no lo domine, que no pretenda aspirar a gobernar ……ni a ser profesor, científico, médico, empresario, padre, madre, ingeniero o peón albañil.
”La función principal de la inteligencia es, precisamente, solucionar nuestros conflictos, satisfacer nuestras aspiraciones, ayudarnos a realizar nuestros proyectos.
Solucionar problemas es una actividad que nos define como especie. Lo que llamamos “cultura” no es más que el conjunto de soluciones que una sociedad ha creado, y que transmite a la generación siguiente. Si miramos bien nos daremos cuenta de que vivimos rodeados de soluciones que encontramos ya hechas, que podemos incluso ir a comprar a una tienda. El ordenador en que escribo, la mesa que lo soporta, la silla en que me siento, los libros que me rodean, el ventanal, la terraza, son soluciones a problemas. Y también lo son el lenguaje, las costumbres, las leyes, el arte, las religiones. Los problemas penetran nuestra convivencia, porque emergen de nuestra vida emocional, económica, política. La función principal de la inteligencia es, precisamente, solucionar nuestros conflictos, satisfacer nuestras aspiraciones, ayudarnos a realizar nuestros proyectos. Simplificando mucho, la función de la inteligencia es resolver nuestro gran problema: vivir felizmente.
Si esta es la gran función de la inteligencia, parece obvio que el gran objetivo de la educación tiene que ser mejorarla. Todos, al enfrentarnos con los problemas cotidianos, hemos echado en falta que no nos hubieran enseñado a resolverlos. Desde el año 2006, los sistemas educativos europeos se estructuran en torno a unas competencias básicas, que las leyes de educación españolas también han recogido: competencia lingüística, matemática, científica, digital, cultural y ciudadana. A ellas se añadieron dos de perfil poco claro: aprender a aprender y aprender a emprender. Creo que necesitamos añadir una novena competencia de mayor nivel, que reflexione sobre todas las otras, descubra su dinamismo y prepare a todos los alumnos para comprender quienes son y en qué mundo viven. Esta es la COMPETENCIA HEURÍSTICA, que asume las tareas tradicionalmente encargadas a la Filosofía, que, incluso en su nombre, revela esta marcha hacia un objetivo. “Filo” significa amor, tendencia a un fin, y ese fin es la sabiduría (Sofía): la solución a los problemas más urgentes, profundos y universales.
¿Y esto qué tiene que ver con la Política? Pues todo. En la Academia pensamos que el objetivo de la Política es resolver bien los conflictos, problemas y esperanzas que surgen de la convivencia en la polis. La gran historia nos debería contar ese progreso, y no la cruenta historia del poder que es lo que ha hecho casi siempre. Álvarez Junco ha escrito un libro titulado Qué hacer con un pasado sucio. Todas las naciones lo tienen porque todas tienen un pasado de violencia, guerras, y crueldades. Pero la historia que nos interesa debería contar el tanteante y con frecuencia fracasado intento de los humanos por seguir adelante, por encontrar mejores soluciones a los problemas. Como tendré ocasión de explicar, ese ideal de buenas soluciones es lo que llamamos justicia. El proyecto se va concretando. El arte de encontrar es un bello nombre para designar la Política, y lo que aspira a encontrar son las mejores soluciones para los problemas sociales, que es lo que llamamos justicia. En conclusión, Política es el arte de encontrar o inventar la justicia. (Protegido por un paréntesis, como si fuera un paraguas vertical, añadiré una coletilla que parecerá impertinente a muchos: “Y como la justicia es el núcleo de la ética, la Política es el arte de inventar la ética”. Dicho está y cierro el paraguas. Quiero decir, el paréntesis).
”El arte de encontrar es un bello nombre para designar la Política, y lo que aspira a encontrar son las mejores soluciones para los problemas sociales, que es lo que llamamos justicia.
Al estudiar los sistemas políticos, Coleman sostuvo que para que funcionen bien necesitan apoyarse en lo que llamaba “capital social” de una comunidad. En él incluía la participación ciudadana, la confianza, las creencias compartidas, etc. Prefiero llamarlo “capital político” y definirlo como el conjunto de recursos que una sociedad tiene para resolver sus problemas. Se trata, por lo tanto, de un “capital heurístico”. Las instituciones políticas, las costumbres, las normas, los sistemas de apoyo social, todos esos elementos forman parte de ese capital. Es lo que constituye realmente la riqueza de las naciones. Y también su gloria, que tan frecuentemente se ha identificado con el poder. El himno de la infantería española dice: “Por verte temida y honrada, contentos tus hijos irán a la muerte”. ¿Puede la gloria consistir en ser temida? Cuando Trump grita “Make America great again”, ¿a qué grandeza está refiriéndose? La fascinación por el poder es un virus que ha contagiado a la política ancestral y viejuna, nos puede contagiar a todos, y que deberíamos desactivar. El objetivo es, pues, aumentar la competencia heurística de los ciudadanos y el capital político de la sociedad. Para explicárselo a los jóvenes -y a sus padres y docentes- he publicado El club de los buscadores de soluciones, y la Academia se ha ampliado con una sección dedicada a los adolescentes. Cambiar unos hábitos políticos ancestrales -fundados en la apoteosis del poder- es difícil, por eso mi esperanza está en que la gente muy joven no llegue a adquirirlos. Ojalá no me equivoque.
”El arte de encontrar es un bello nombre para designar la Política, y lo que aspira a encontrar son las mejores soluciones para los problemas sociales, que es lo que llamamos justicia.
Al estudiar los sistemas políticos, Coleman sostuvo que para que funcionen bien necesitan apoyarse en lo que llamaba “capital social” de una comunidad. En él incluía la participación ciudadana, la confianza, las creencias compartidas, etc. Prefiero llamarlo “capital político” y definirlo como el conjunto de recursos que una sociedad tiene para resolver sus problemas. Se trata, por lo tanto, de un “capital heurístico”. Las instituciones políticas, las costumbres, las normas, los sistemas de apoyo social, todos esos elementos forman parte de ese capital. Es lo que constituye realmente la riqueza de las naciones. Y también su gloria, que tan frecuentemente se ha identificado con el poder. El himno de la infantería española dice: “Por verte temida y honrada, contentos tus hijos irán a la muerte”. ¿Puede la gloria consistir en ser temida? Cuando Trump grita “Make America great again”, ¿a qué grandeza está refiriéndose? La fascinación por el poder es un virus que ha contagiado a la política ancestral y viejuna, nos puede contagiar a todos, y que deberíamos desactivar. El objetivo es, pues, aumentar la competencia heurística de los ciudadanos y el capital político de la sociedad. Para explicárselo a los jóvenes -y a sus padres y docentes- he publicado El club de los buscadores de soluciones, y la Academia se ha ampliado con una sección dedicada a los adolescentes. Cambiar unos hábitos políticos ancestrales -fundados en la apoteosis del poder- es difícil, por eso mi esperanza está en que la gente muy joven no llegue a adquirirlos. Ojalá no me equivoque.