Para evitar malentendidos, tenemos que liberar a la idea de Política de una carga historia de falsedades que la han convertido en una caricatura de sí misma.
Primera falsedad
La política trata del poder y de su gestión. Falso. La Gran Política se ocupa de resolver los problemas que surgen de la convivencia en la polis.
Segunda falsedad
Político es el que se dedica al ejercicio del poder en la polis. Falso. Ese es el gobernante. Político es el habitante de la polis. Es equivalente a ciudadano. Todo ciudadano es político por haber nacido en la polis.
Tercera falsedad
Nunca podremos ponernos de acuerdo en temas políticos, porque son inevitablemente ideológicos. Falso. Eso sucede cuando la política se plantea en formato conflicto, en juegos de suma cero, en los que uno gana y otro pierde, como ocurre siempre que se la considera el mero ejercicio del poder. Si se plantea como la buena resolución de problemas, podemos ponernos de acuerdo en la solución. La función del talento político es la transformación de conflictos en problemas.
Cuarta falsedad
La política queda fuera de la ética. Solo se puede gobernar ensuciándose las manos. Esta fue la contribución de Maquiavelo. Falso. Eso también es consecuencia de la identificación de la política con el ejercicio del poder. En cambio, cuando se concibe como la buena resolución de problemas la política es generadora de ética, porque lo que llamamos JUSTICIA es precisamente el conjunto de las mejores soluciones encontradas para satisfacer las reivindicaciones aceptables de los seres humanos. La política es generadora de normas éticas porque su objetivo es alcanzar la justicia. Es el modo conveniente de convivir.