Confío en que las investigaciones de la Academia permitan elaborar un TEST DEL TALENTO POLITÍCO, que nos sirva para medir los resultados de sus enseñanzas. Uno de los ítems que necesariamente figuraran en ese test será la capacidad para transformar los conflictos en problemas. Recuerden, aquellos buscan la victoria; estos, las soluciones. La evaluación de los alumnos será fácil: Quien transforme un problema en un conflicto: SUSPENSO. Quien transforme un conflicto en un problema: SOBRESALIENTE. Y si el conflicto era secular e intratable, MATRÍCULA DE HONOR. De acuerdo con este criterio, la Unión Europea es una colosal demostración de talento político. La historia de las naciones europeas es una trágica crónica de enfrentamientos y guerras. Por más que cada una de ellas quiera dar una visión gloriosa, son una búsqueda alocada del poder. Una parte de esa historia es el libro de cuentas de un matadero. Afortunadamente, trenzado con esa crónica de la violencia encontramos un “hilo de oro”, por utilizar la expresión platónica, que va buscando modos mas inteligentes de resolver los conflictos. Es nuestra historia más brillante, que construye un gran proyecto ético que acaba concretándose en la forma democrática de organizar la polis, y en el respeto a los derechos humanos. En la gobernación de las naciones, condujo al Estado de derecho, la rendición de cuentas, la elección popular de los gobernantes, la organización de un sistema jurídico con garantías procesales y de unas fuerzas de seguridad para hacer cumplir la ley. Nada de eso se da en la “política internacional», que, como expliqué en los post 19 y 20 se rige por la ley de la selva. Por eso, en este momento, empieza a cundir la idea de que otra guerra mundial es posible.
¿Seremos tan irremediablemente torpes?
Después de haber ganado la medalla de sangre en las Olimpiadas de la Estupidez Humana durante la Segunda Guerra Mundial, los gobernantes tuvieron un momento de lucidez, que supieron trasladar a los gobernados. Había que aplicar a la política internacional los mismos procedimientos que habían tenido éxito en la política nacional interna: la búsqueda de soluciones win-win, y no de suma cero, como ha sido normal en nuestra historia. Apareció así el gigantesco e inédito proyecto de la Unión europea. Suponía sustituir la política concebida como ejercicio de la fuerza por la política concebida como la búsqueda de las mejores soluciones, es decir, de las soluciones justas. No me extraña que un politólogo estadounidense –Jeremy Rifkin– considerara que el sueño europeo es superior al sueño americano. Sintetizó asi las diferencias. Los estadounidenses piensan que la libertad consiste en la autonomía, en no depender de nadie, en ser capaz de defenderse por sí mismos.. ” El sueño americano -escribe- ha puesto desde el principio toda la carga de la responsabilidad sobre el individuo, para que haga con su vida lo que pueda en el contexto del mercado, con escasos apoyos sociales más allá de la garantía de una educación pública gratuita. Los europeos en cambio creen que tienen la posibilidad de equilibrar el darwinismo a veces exagerado del mercado mediante el establecimiento de prestaciones sociales para los menos afortunados, para que nadie se quede atrás”.
Desde que apareció el libro de Rifkin ha surgido un tercer proyecto mundial, el chino. Niega que la libertad sea el valor supremo de una sociedad, y quiere basar su sistema en la armonía confuciana y en el mérito dentro del partido. Ha recuperado la noción clásica de “tianxia”, una comunidad mundial pacífica.
La vergonzosa intrascendencia de las campañas electorales para las próximas elecciones europeas es una muestra más de que necesitamos la Academia del Talento Político.
Creo que el proyecto europeo es el más completo, pero puede fracasar porque los europeos no nos lo tomamos en serio. Los gobernantes no han querido hacer una pedagogía social para, como decía madame de Stael, “pensar a la europea”, es decir, utilizando el pensamiento crítico. Nos hemos vueltos superficiales, dogmáticos y crédulos. La vergonzosa intrascendencia de las campañas electorales para las próximas elecciones europeas es una muestra más de que necesitamos la Academia del Talento Político.
Se oyen voces cada vez más fuertes que enfrentan la Nación al proyecto europeo. A los ebrios de fervor patriótico les recomendaría unas buenas lecciones de historia de la cultura. Si la Academia estuviera ya funcionando, les recomendaría que se matriculasen. Mientras tanto, en el próximo post les avanzaré un resumen de la asignatura.