La guerra de Ucrania refuerza mi convicción de que el cerebro humano puede sufrir regresiones. Toda su arquitectura parece dirigida a aprovechar el impulso pasional para dirigirlo a metas inteligentes.
A lo largo de la historia ha habido grandes movimientos de poblaciones. Los más constantes y poderosos han sido las conquistas y las migraciones. El método gamma revela las motivaciones individuales que los impulsaron.
En Biografía de la inhumanidad, tras estudiar los colapsos atroces que periódicamente experimenta la humanidad, me pregunté si nuestro progreso ético es un mero barniz que desaparece cuando las circunstancias alcanzan determinados niveles de dureza.
¿Puedo escribir una “historia emocional”, sin descender a casos concretos? ¿Puedo escribir una “historia emocional” sin que los casos individuales impidan ver las grandes dinámicas?
Al hablar de temas éticos me siento con frecuencia como si fuera el más tonto del pueblo, porque me cuesta mucho ver con claridad asuntos sobre los que todo el mundo habla con una certeza envidiable. En el caso de las relaciones entre empresas y ética, la pregunta más elemental es: es evidente que las empresas tienen obligaciones legales, pero ¿tienen además obligaciones morales?