Burrhus F. Skinner es, sin lugar a dudas, uno de los máximos referentes de la psicología conductista del siglo XX, junto con la figura de John B. Watson. Skinner contribuyó a la ciencia del comportamiento creando un sofisticado artilugio que le permitió estudiar más a fondo el comportamiento animal, experimentando en concreto con palomas. De estos experimentos pudo describir y sacar conclusiones de un interesante proceso conductual: el condicionamiento operante.
El condicionamiento operante es un proceso en el que se ejerce control sobre la conducta de un organismo controlando las variables y el ambiente en el que se encuentra, especialmente por medio de la aplicación de refuerzos. Los refuerzos consisten en eventos que siguen a una determinada conducta realizada por el organismo, y que alteran, a su vez, la probabilidad de que ocurra esa conducta, ya sea incrementándola o reduciéndola.
El atractivo que tienen los móviles es que son como una caja de Skinner, nos proporcionan pequeñas recompensar que nos enganchan y acaban por regular nuestro comportamiento. De hecho, los diseñadores de las grandes plataformas conocen muy bien a Skinner y su capacidad de hacer adictos.
¿Qué premios nos da el móvil? Todo comenzó con unos inventos a los que no dimos importancia y que aparecieron hacia 2008: los likes, de Facebook; la cámara frontal incorporada al móvil; y el scroll, la posibilidad de pasar las pantallas solo moviendo un dedo. El vicepresidente de Facebook, en un momento de sinceridad durante una conferencia, dijo literalmente: No permitiré que mis hijos usen esa mierda. O sea, que Internet debería nombrar patrono a Skinner porque las redes se han convertido en una caja de Skinner.