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La violencia machista no disminuye a pesar de los esfuerzos educativos, legales, y policiales. Sospecho que no estamos analizando bien la situación. Meter en un mismo bloque todas las “violencias machistas” y hacerlas depender de un sistema patriarcal hegemónico es insuficiente.

El hombre que mata a su mujer en trance de separación y después se suicida tiene poco que ver con quien la asesina durante un ataque de celos o de furia y huye, o con quien mata a los hijos de su mujer para hacerla daño, o con la violencia doméstica cotidiana de quien quiere dominar a alguien y encuentra en su pareja la víctima más débil.

El desenlace no se entiende sin su antecedente, que a mí me parece lo más terrible de esas historias porque encierran una larga experiencia de terror y desesperanza.

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