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Espacio de materiales de contrucción donde encontrarás los artículos de prensa de José Antonio Marina.

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Pista de despegue

​HOLOGRAMA 5.


¿Qué ocurre en nuestra cabeza cuando comprendemos una explicación, una demostración o un chiste? La información que teníamos se reorganiza bruscamente, tan bruscamente que solemos decir: “ahora caigo”. Los psicólogos de la Gestalt hablaban de “insight”, de una iluminación. También el lenguaje lo recoge: Ahora “lo veo”. Ha aparecido un significado donde solo había piezas dispersas. Etimológicamente, “comprender” significa “coger varias cosas a la vez”. “Understand” también significaba “estar juntos” en el inglés antiguo. Además, supone integrar ese significado dentro de un modelo del que recibe ese significado. Por ejemplo, “comprendo” la acción de una persona cuando conozco sus circunstancias, sus motivos y sus fines. Intentar comprender, exige un esfuerzo. Lo mismo que hacerse entender.
Daniel Dennett, un filósofo americano bien informado en temas de neurología y de inteligencia artificial, expone en su último libro –De las bacterias a Bach– su preocupación por el hecho de que está dejando de interesarnos “comprender”. Cunde la idea de que eso lo hace mejor la “Inteligencia artificial”, porque puede manejar ingentes cantidades de datos. Sin embargo, las máquinas pueden realizar actividades eficientes y complejas sin saber lo que hacen. Por ejemplo, Google Translator traduce sin entender lo que traduce. Por lo tanto, si nosotros delegamos la comprensión en las máquinas y las máquinas son incapaces de comprender, al final actuaremos sin entender lo que hacemos, ni por qué lo hacemos. “Comprender” es un acto estrictamente personal. Una demostración matemática está en el papel, y puedo usarla como uso una fórmula, pero no la asimilo hasta que la comprendo yo mismo. Si descargamos la comprensión en la máquina será ella la que tome ”mis” decisiones que, en ese momento, dejarán de ser mías.

​​Otra característica de la comprensión es que puede hacerse a diferentes niveles. Eso me recuerda el chiste de Woody Allen: “He seguido un curso de lectura rápida y he leído “Guerra y Paz” en dos horas. Trata de Rusia”. Todo fanático pretende comprender las cosas con marcos de comprensión muy elementales. Así pues, la calidad de la comprensión depende de la riqueza de la información que se maneja y de la potencia del modelo en que se integra. La historia del “lecho de Procusto” es una parábola sobre este asunto. Procusto era un posadero que para acomodar a sus huéspedes a las camas que tenía, les cortaba las piernas si era necesario.

Si descargamos la comprensión en la máquina será ella la que tome ”mis” decisiones que, en ese momento, dejarán de ser mías.

​​Les pondré un ejemplo personal sobre los mecanismos de la comprensión. Escribí Biografía de la Humanidad, con Javier Rambaud, intentando comprender la evolución de las culturas. Utilicé para ello un modelo que me parece bien justificado: la cultura es el conjunto de soluciones que una sociedad ha inventado para resolver problema relevantes o expectativas deseadas. Los problemas son universales, pero las soluciones son locales. Por eso, si queremos comprender una manifestación cultural, debemos remontarnos al problema que quiso resolver o a las expectativas que intentó satisfacer. Eso vale para el arte, la religión, la tecnología, las instituciones sociales o la gastronomía. Creo que el método funcionó eficazmente. Pero ahora quiero comprender el envés trágico de esa historia y escribir la “biografía de la INHUMANIDAD”. ¿Por qué repentinamente se colapsan los sentimientos de compasión o los frenos morales? ¿Por qué una persona “normal” puede hacer cosas monstruosas, como señaló Annah Arendt, en La banalidad del mal, al estudiar el caso de Eichman, el asesino nazi? El holocausto, las matanzas soviéticas, los crímenes de Mao Zedong o de Pol Pot, el genocidio de Ruanda, las guerras en la exYugoeslavia, son ejemplos espeluznantes. Ya tengo la información, pero mi dificultad actual es encontrar el modelo teórico que me permita comprender el dinamismo de la crueldad.

​​Se ha extendido la idea de que la historia nunca puede contar las cosas con objetividad y que lo importante es “adueñarse del relato”. Reconociendo su dificultad, creo que puede haber una “comprensión de la historia” rigurosamente justificada, como puede haber una “comprensión del presente”. Más aún, creo que deberíamos empeñarnos en hacerla, “sine ira et studio”, como decían los clásicos. Hace meses, cuando surgió la polémica sobre el destino del monasterio del Valle de los Caídos, sugerí que podía ser la sede de un Centro de estudios para la comprensión de la guerra civil. La propuesta no agradó a nadie, por razones diferentes: (1) era imposible alcanzarla (2) era reavivar odios pasados (3) comprender es excusar. Son tres malentendidos.
​​Acaba de aparecer La revolución española (1936-1939) de Stanley Payne. En España, escribe, “el siglo XIX fue especialmente convulso, con la historia política más complicada de entre todos los países europeos –e incluso del mundo-y, además, confusa para el estudiante de Historia”. “Pasó más años enzarzada en guerras de todo tipo que cualquier otro país del mundo –más que, por ejemplo, Rusia”. ¿Cómo podemos explicar y comprender esta situación? Respecto a la guerra civil, hay dos libros de título opuesto, escritos por personalidades políticas relevantes. Uno, No fue posible la paz, de Jose María Gil Robles, presidente de la CEDA. Otro, La paz fue posible, de Joaquín Chapaprieta, presidente del Consejo de Ministros en 1935. Creo que es posible salir de esa contradicción, o al menos entender las razones de esa contradicción.
Comprender es necesario por dos razones. La primera, para poder juzgar con rigor. La segunda; par poder tomar decisiones sensatas. Dos buenos objetivos para estos hologramas.

​​PD.- El libro de Laurent Alexander que cito es La guerre des intelligences. Intelligence artificielle versus intelligence humaine, JC Lattès, 2017, una visión desconfiada de la educación del futuro.

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Únete 7 Comments

  • luis dice:

    Pasa lo mismo cuando se entiende un símbolo a nivel esencial, en ese momento se entiende el origen y cuando se entiende el origen de algo, se establecen nuevas relaciones de comprensión.
    Cuando nos alejamos del origen, nos alejamos de la comprensión de interrelaciones de la realidad que nos envuelve, se puede ver en los independentismo que establecen relaciones que no se corresponden con el momento en el que vivimos.

  • Paloma835 dice:

    Sr Marina,
    [He realizado un comentario en su artículo de EC “El lío de los derechos históricos”,]
    En respuesta a que “San Isidoro elogiaba a Hermenegildo por haberse convertido al catolicismo, pero le recriminaba por haber atentado contra la unidad del reino al levantarse contra su padre. Me pareció interesante ese aprecio de la unidad política por encima de la religión. Si tiene documentación sobre esa lenta configuración social del sentimiento patriótico español, le agradecería que me lo dijera”.]
    Un saludo

  • Paloma835 dice:

    [Sr. Marina,
    He realizado un comentario en su artículo de EC “El lío de los derechos históricos”, en respuesta a que: “San Isidoro elogiaba a Hermenegildo por haberse convertido al catolicismo, pero le recriminaba por haber atentado contra la unidad del reino al levantarse contra su padre. Me pareció interesante ese aprecio de la unidad política por encima de la religión. Si tiene documentación sobre esa lenta configuración social del sentimiento patriótico español, le agradecería que me lo dijera”.
    Un saludo]

  • Paloma835 dice:

    [Sr Marina,
    He realizado un comentario en su artículo de EC “El lío de los derechos históricos”, en respuesta a que: “San Isidoro elogiaba a Hermenegildo por haberse convertido al catolicismo, pero le recriminaba por haber atentado contra la unidad del reino al levantarse contra su padre. Me pareció interesante ese aprecio de la unidad política por encima de la religión. Si tiene documentación sobre esa lenta configuración social del sentimiento patriótico español, le agradecería que me lo dijera”.
    Un saludo]

  • Paloma835 dice:

    Sr Marina,
    [Con relación al comentario de su artículo de EC “El lío de los derechos históricos”, en respuesta a que “San Isidoro elogiaba a Hermenegildo por haberse convertido al catolicismo, pero le recriminaba por haber atentado contra la unidad del reino al levantarse contra su padre. Me pareció interesante ese aprecio de la unidad política por encima de la religión. Si tiene documentación sobre esa lenta configuración social del sentimiento patriótico español, le agradecería que me lo dijera”.
    Un saludo]
    San Isidoro sobre la rebelión de Hermenegildo:
    No existen fuentes donde conste que San Isidoro recrimine a Hermenegildo el haber atentado contra la unidad del Reino visigodo de Toledo. Lo que hay son diversas interpretaciones sobre los hechos y datos relacionados con la cuestión, pero de boca de San Isidoro no hay nada, ni de nadie relacionado con él que nos transmitiera lo que San Isidoro había dicho u opinado expresamente sobre la rebelión de Hermenegildo contra su padre Leovigildo.
    Algunos datos y hechos relevantes sobre San Isidoro y Hermenegildo, las fuentes de la época y el contexto histórico:
    El hermano de San Isidoro, Leandro, se oponía a Leovigildo y será arzobispo de Sevilla. El otro hermano de Isidoro, Fulgencio, fue obispo de Cartagena y Écija, y su hermana Florentina fue abadesa de “cuarenta conventos”. Existe la tesis no contrastada de que San Isidoro era tío de Hermenegildo, la hermana de Isidoro, Teodora, sería la primera esposa del rey Leovigildo. Recaredo, hermano de Hermenegildo, a los tres años de ser rey, se convierte al catolicismo con lo que se establece como oficial la religión católica en la sucesión de los reyes visigodos, siendo Leandro arzobispo de Sevilla. Isidoro sucede a su hermano Leandro al frente del arzobispado. Los padres de Isidoro, que pertenecían a una familia de alto rango social del Reino visigodo de Toledo, se habían exiliado a Sevilla al quedar Cartagena en poder de la provincia bizantina de Spania.
    Hermenegildo se hace católico después haber sido gobernador de la Bética donde había sido encomendado por su padre Leovigildo. Se rebela en nombre del catolicismo contra su arriano padre Leovigildo, y para ello consigue inicialmente la ayuda de los católicos bizantinos, que poseían la provincia de Spania en territorio peninsular y Baleares, finalmente los bizantinos pactarán con Leovigildo. Los suevos del noroeste peninsular inicialmente parecen aliarse con Hermenegildo, pero finalmente pactan con Leovigildo. Al resultar perdedor, Hermenegildo se refugia en Córdoba, es apresado y ordenado matar por su padre.
    Los cronistas hispanos y actas conciliares no mencionan a Hermenegildo, ni su rebelión que duró triunfante cinco años en la Bética, ni su conversión al catolicismo, ni las persecuciones que sufrieron los católicos por parte del rey arriano Leovigildo. Las fuentes hispanas omiten que Hermenegildo era católico, ni siquiera Leandro siendo arzobispo de Sevilla hace mención a Hermenegildo con motivo del III Concilio de Toledo, en el que Recaredo se convierte oficialmente al catolicismo acompañado de un nutrido grupo de nobles y obispos visigodos. Leandro, antecesor de Isidoro en el cargo de arzobispo, había influido de algún modo en la rebelión del joven Hermenegildo contra su padre Leovigildo, había intercedido en su conversión al catolicismo, e intermedió con los bizantinos en los contactos de Hermenegildo de los que buscaba apoyo. Leandro había conocido a Gregorio Magno cuando estaban destinados en Constantinopla con quien mantuvo desde entonces una constante comunicación epistolar. No hay mención del papel de Recaredo en la guerra entre su padre y su hermano, sólo que un año más tarde ordenó matar al ejecutor de Hermenegildo, lo que nutre la teoría de que había de existir un pacto de silencio entre la jerarquía real y la eclesiástica sobre la rebelión de Hermenegildo. Sin embargo, para las fuentes no hispanas, Hermenegildo fue un mártir católico frente al arrianismo hereje de su padre Leovigildo. Francia, “Hija mayor de la Iglesia”, “el reino más cristiano”, se había situado en una relación preeminente con el papado, los reyes francos eran reconocidos por Roma como protectores de sus intereses, mientras que los arrianos visigodos eran herejes. La familia del obispo Gregorio de Tours, la principal fuente francesa sobre Hermenegildo, fue víctima de las persecuciones a los católicos por parte de los arrianos en Francia, su nieta princesa franca y católica, y nieta del rey visigodo Atanagildo, se casa con Hermenegildo por alianza entre madres visigodas, y huirá a territorio bizantino tras caer derrotado su marido. Las principales fuentes no hispanas, Gregorio Magno y Gregorio de Tours, omiten los motivos de la rebelión de Hermenegildo, ni siquiera reconocen el hecho de la rebelión, sólo ponen interés en el aspecto positivo de la conversión católica de Hermenegildo frente a la herejía arriana de su padre.
    San Isidoro y su familia formaban parte distinguida del establishment visigodo y del proyecto político del reino del que acabaría siendo parte la conquista completa del territorio de Hispania. La alianza entre los estamentos de la nobleza germana visigoda y la cada vez más poderosa jerarquía del clero católico hispanorromano, era una característica común en el surgimiento de los estados medievales de Europa. Esta alianza se había establecido con anterioridad en la Galia, y serviría de referencia, desde que los francos germanos se expandieron e integraron con la población galorromana en el territorio de Francia, y su conversión al catolicismo galorromano, desde el inicio de su reinado, fue necesario para la consecuente integración. A partir del ascenso al trono de Recaredo, y su conversión al catolicismo, la jerarquía católica hispanorromana adquirirá una posición cada vez más relevante en el Estado.
    Tras la descomposición del Imperio romano de Occidente la Iglesia de Roma se va configurando en conflicto, alternativamente, entre la relación con los reinos germánicos herederos del Imperio de Occidente, herejes arrianos, y el Imperio romano de Oriente quien designaba a la religión católica como la oficial del Imperio y donde los papas dependían de ser confirmados por el emperador de Constantinopla para ser reconocidos. El papa Gregorio Magno, coetáneo al período en el que se sucede la rebelión de Hermenegildo, fue una de las principales fuentes no hispanas sobre Hermenegildo, al que alaba como mártir de la fe católica frente a los herejes arrianos, pero no por la rebelión contra su padre. El papado de Gregorio se considera como el primero que en época altomedieval se instituye como poder con cierto carácter independiente del Imperio romano. La Bética, fuertemente romanizada y con poderosas aristocracias terratenientes hispanorromanas hostiles a los visigodos que tenían su bastión más importante en Córdoba, era una provincia conflictiva para el dominio visigodo en la que gobierna Hermenegildo mandatado de su padre Leovigildo. Además, la Bética se encontraba parcialmente en poder bizantino, la mayor parte del territorio que abarcaba su provincia de Spania. Justiniano había conquistado muchos de los territorios perdidos del Imperio romano de Occidente, pero no la Galia y los territorios germanos, y la posesión de la provincia de Spania formaba parte del plan de conquistar de nuevo Hispania para el Imperio. El apoyo inicial bizantino a Hermenegildo y el posterior acuerdo con Leovigildo era parte de la estrategia de conquista, se cree que las tropas bizantinas llegaron a extender sus posesiones en el interior de la Bética hasta la capital Córdoba. Años antes de la rebelión de Hermenegildo, los bizantinos habían mediado en la guerra civil visigoda entre Agila y Atanagildo, desde una posición clave que le otorgaba la legitimidad imperial y de la que se aprovecharon para obtener la posesión de la provincia de Spania.
    En interés de resaltar el carácter católico universal de la monarquía hispánica, a instancias de Su Católica Majestad Felipe II, el papa Sixto V canonizó a Hermenegildo en el milésimo aniversario de su muerte. Desde el s. XII la cabeza de San Hermenegildo se encontraba custodiada como reliquia por las monjas del Monasterio de Sijena, lo que supone que desde antiguo Hermenegildo era reivindicado y venerado como parte de la tradición católica hispana. Un año después de la canonización, a petición del propio Felipe II y por mediación del obispo de Vich, las monjas de Sijena cedieron la cabeza de San Hermenegildo al Monasterio de San Lorenzo del Escorial, donde todavía se conserva. Junto a San Fernando es el santo patrono de la monarquía española.
    Conclusiones:
    Se puede interpretar que San Isidoro “recriminaba a Hermenegildo por haber atentado contra la unidad del reino al levantarse contra su padre”, aunque durante el reinado de Leovigildo no era completo el dominio visigodo en el territorio de Hispania, ya que existía la provincia bizantina de Spania de la que había salido huyendo la familia de Isidoro, si bien Leovigildo había conseguido anexionar la Gallaecia del noroeste en poder suevo desde hacía casi dos siglos. Se puede interpretar que San Isidoro sentía “aprecio de la unidad política por encima de la religión”, en la medida que defendiera al Reino visigodo de Toledo por encima del catolicismo de Hermenegildo. Quizás sea excesivo definir como “lenta configuración social del sentimiento patriótico español” a la posición de San Isidoro con relación a la rebeldía de Hermenegildo, pero sí al hecho de que con Recaredo se inicia la relación entre la Iglesia católica y el Estado característico del feudalismo europeo, si entendemos este hecho como “sentimiento patriótico español”, y que en todo caso será sustituido por otro “sentimiento patriótico español” de “lenta configuración social”, durante ocho siglos en la Hispania de al-Ándalus. Además, es más que probable que el hermano y predecesor de San Isidoro, Leandro, fuera consejero de Hermenegildo, y que el propio Isidoro estaría defendiendo de algún modo su estatus de privilegio y el de toda su familia, por encima de otras causas, en el entramado del poder visigodo del que formaban parte, lo que no es incompatible con un sincero interés por querer la unidad territorial de la Hispania visigoda.
    Hermenegildo resultó el perdedor, pero sirvió para espolear la conversión católica de su hermano Recaredo como rey, y benefició a elevar la posición de la jerarquía católica visigoda en el Estado a partir de entonces. No sabemos qué hubiera pasada si el ganador hubiera sido Hermenegildo, pero probablemente hubiera ocurrido algo parecido a lo que pasó tras la conversión de Recaredo, siempre que esto no hubiera sido aprovechado por los bizantinos, lo que temería Isidoro y su familia como había ocurrido en la guerra civil entre Agila y Atanagildo que sirvió para la posesión de la provincia bizantina de Spania, pero cabe la duda del papel que Leandro había jugado en la mediación con la jerarquía católica bizantina. Quizás Hermenegildo esperaba el apoyo bizantino como se lo habían dado a los francos de Clodoveo convertidos al catolicismo, cuando éstos atacan y vencen a los visigodos arrianos en el Reino de Tolosa, lo que obligó a los visigodos a reducirse al Reino de Toledo. Hermenegildo se proclamó rey en Sevilla, y en poco tiempo se apodera de la Bética y de la Lusitania, acuña moneda propia con el lema REGI A DEO VITA (que Dios conceda vida al rey), la primera vez en que un monarca visigodo utilizaba una leyenda de tipo religioso en sus monedas, una costumbre típica del Imperio bizantino. Quizás, también, Hermenegildo esperaba el apoyo de los francos con quienes había emparentado al casarse con una princesa franca, a diferencia de su hermano menor Recaredo que por dos veces intentó fallidamente casarse con hijas de nobles francos. La esposa de Hermenegildo, princesa franca, católica y de origen visigodo, después de ser utilizada en conflictos entre el Imperio Bizantino y los reinos francos, sale huyendo a territorio bizantino tras la derrota de Hermenegildo donde muere en el camino y, por orden del emperador, entregan a su hijo a su abuela franca lo que causa enojo a Leovigildo.
    Es de suponer que lo que perseguía la jerarquía católica visigoda hispana, como será mediante Recaredo o con Hermenegildo si hubiera ganado, era alcanzar lo que, un siglo antes, había logrado fructíferamente en Francia la jerarquía católica galorromana al unir su destino al de los francos convertidos al catolicismo, con la diferencia de que los francos germanos eran un pueblo del norte del territorio francés, y los visigodos un lejano pueblo extranjero migrante de origen sueco completamente ajeno a la cultura de los pueblos hispanos, sin voluntad de integrase con los hispanos, hasta el punto que fue en el período final visigodo, más de un siglo y medio después de Recaredo, con Recesvinto, cuando se promueve una única ley para visigodos e hispanos, el Liber Iudiciorum. Salvando las distancias, este papel en la relación Iglesia y Estado, aunque parcialmente unitario en lo territorial, lo lograrán los castellanos en la llamada Reconquista, con cierto paralelismo con francos y bajo su influencia, pero diez siglos después, ya que un pueblo del norte se expandió en la mayor parte del territorio peninsular al que dio su nombre como los francos, Castilla, donde se integró con los otros pueblos hispanos, pero sin necesidad de convertirse al catolicismo puesto que ya lo eran en su Vardulia original. Durante siglos en Castilla convivieron musulmanes, judíos y cristianos hasta que terminó por imponerse la política germana de los Habsburgo y el integrismo de la jerarquía católica, que fue reduciendo al mínimo el número de judíos y musulmanes hispanos por obligada conversión o expulsión de su territorio.
    Existen hechos y datos relevantes que cuestionan el supuesto “sentimiento patriótico español“ de los visigodos a los que San Isidoro alaba en sus crónicas. El último legítimo heredero visigodo, Áquila, renuncia por escrito a sus derechos sobre Hispania en favor del califa de Damasco Al-Walid, a cambio, los omeyas dan a los descendientes de Witiza las propiedades de los reyes visigodos, 3000 entre pueblos y fincas, que las gobiernan con cierta autonomía en Sevilla, Mérida, Córdoba y Jaén, donde se acuña moneda de oro en árabe y latín como las visigodas. De este modo, los herederos del Reino Visigodo de Toledo serán los árabes de la Hispania de al-Ándalus. Cuando se produce la invasión del ejército islámico de Tariq, coge por sorpresa al ejército visigodo de Rodrigo que se encontraba combatiendo contra los vascones quienes siempre habían sido fieles al emperador romano; además, es muy probable que Tariq recibiera el apoyo de nobles visigodos witizanos. La población hispanorromano autóctona percibe el rápido avance del ejército musulmán como oportunidad para deshacerse del yugo opresor extranjero visigodo bajo la incesante hambruna, lo que propicia una rápida expansión musulmana en todo el territorio peninsular mediante pactos con las élites autóctonas hispanorromanas, fomentada por la cultura más tolerante del nuevo poder musulmán para con religiones (especialmente los judíos), leyes y costumbres de los diversos pueblos peninsulares, mayor grado de integración de las oligarquías locales en las instituciones andalusíes, y los avances tecnológicos y culturales que traen bienestar social. Toledo abrirá las puertas a los árabes de la que Rodrigo había salido huyendo, y los musulmanes acuerdan la capitulación de Pamplona a cambio de respetar su autoridad local y cierta tolerancia religiosa.
    Los hispanos toleraron mucho mejor a los semitas del Islam, con quienes habían mantenido contactos durante siglos (fenicios, púnicos y norteafricanos), que a los suecos visigodos. La expansión islámica trae de nuevo a la península la influencia de la cultura semita, en donde fenicios y púnicos habían dejado relevantes vestigios en el sureste que se extienden por el centro y oeste, lo que habría de contribuir a conformar la cultura y sustrato de los pueblos peninsulares. Pero a diferencia de la llegada de fenicios y púnicos, al-Ándalus no se asienta entre dispersos pueblos poco civilizados, sino que la expansión islámica se establece sobre la base del desarrollo de la civilización romana en la que vive la población hispana, aunque en reflujo tras la caída del Imperio. Los ejércitos islámicos utilizan las calzadas romanas como vías de expansión, y aprovechan el desarrollo romano en el que destaca la Bética donde establecen su capital en Córdoba, desplazando al sur el eje peninsular; además, algunas de las ciudades del norte de África formaban parte de la Bética en las que ya se había introducido el Islam. El sustrato romano de los hispanos contribuye al desarrollo semita islámico, como había ocurrido en Siria y otros territorios del Islam que antes habían dependido del Imperio romano, así como contribuirán a la independencia y esplendor del hispano Califato de Córdoba como queda inequívocamente atestiguado en La Mezquita y la Medina Azahara.
    Al-Ándalus, la Hispania islámica, da nombre a Andalucía porque fue en esta región donde duró más siglos el paso de semitas islámicos en el sur peninsular, dejando más y mejor herencia. A partir de la llamada Reconquista cristiana desde el norte, se va a producir el declinar de la hegemonía peninsular del sur establecida desde tiempos de la civilización de Tartessos, y que había servido de base a la Bética romana para alcanzar el mayor desarrollo peninsular, donde surgirían poderosas aristocracias autóctonas protagonistas destacadas del Imperio, y el cada vez más influyente clero católico tardorromano, que continua en época visigoda y propicia la relación conflictiva con la Bética (Hermenegildo, desde su posición en la Bética, se enfrenta a su padre Leovigildo, y tras caer derrotado se refugia en Córdoba donde el clero católico tenía mayor poder). Esta preeminencia del sustrato hispanorromano de la Bética contribuye a su vez al esplendor universal hispano de la Córdoba andalusí; el clero católico de Córdoba mantendrá su preponderancia entre la población cristiana de al-Ándalus. El declinar de la hegemonía del sur peninsular después de la época islámica transcurre en paralelo al auge y expansión de la Europa germánica cristiana, que tiene su correspondencia peninsular en las hegemonías de Castilla y Aragón surgidas en el norte.
    La herencia de la Hispania de al-Ándalus contribuirá más a “lenta configuración social del sentimiento patriótico español” que el Reino visigodo de Toledo, como refleja el hecho de que la realidad de los reinos cristianos, que surgen en el norte peninsular sobre el sustrato autóctono y que se expanden al sur en la llamada Reconquista, poco tienen que ver con el Reino visigodo de Toledo, aunque restablecen, después de ocho siglos, la prevalencia católica hispanorromana en todo el territorio peninsular, con la salvaguarda, influencia y a imitación de los carolingios francos, lo que vendrá propiciado por el impulso de la pujante y renovada Europa de hegemonía germana sobre la base de la cultura romana cristiana.
    En la interpretación de que San Isidoro tenía “aprecio de la unidad política por encima de la religión” y la muy cuestionable “configuración social del sentimiento patriótico español” visigodo, no cabe admitir la instrumentalización de la historia antigua de la península ibérica con la forzosa misión de hallar el origen de las supuestas esencias nacionales, cuando España no se configura como Estado hasta Felipe V, ni como nación hasta el S. XIX durante la Guerra de la Independencia y la liberal Constitución de Cádiz, con la paradoja de que, después, Napoleón restaurará a Fernando VII en el trono y sus partidarios gritarán el célebre “Vivan las cadenas, muera la Nación”. No cabe el interés perverso de legitimar el centralismo territorial excluyente del ultra nacionalismo español, que pretende liquidar la realidad secular plural y diversa de la península ibérica. El nacional catolicismo impuso el común falseamiento y ocultación de nuestra auténtica realidad histórica en los libros de texto de Historia de las escuelas, que todavía palpita alojado en el imaginario del franquismo sociológico, entre las nuevas formas de jacobinismo ultra nacionalista excluyente que no reconoce la realidad territorial de España y entre el tradicionalismo ultra católico reaccionario que no reconoce la pluralidad ideológica de los españoles. Durante el franquismo se instaura como historia oficial mitos y leyendas del nacionalismo español excluyente, el muy extranjero, remoto e impopular Reino visigodo se sacraliza como origen de la nación española, y el papel irrelevante de Don Pelayo y los servicios mercenarios del Cid se elevan a la categoría de héroes representantes de las esencias nacionales, procedimiento común a todos los fanatismos nacionalistas y totalitarismos que hacen del falseamiento de los hechos y la Historia un medio para legitimar su tiranía. Se da la paradoja de quienes denuncian con más vehemencia irracional, hoy, la manipulación histórica del nacionalismo catalán y vasco en las escuelas, suelen coincidir con quienes más callan interesadamente la manipulación histórica del ultra nacionalismo español del franquismo en las escuelas.

  • Jorge dice:

    Interesante reflexión, as usual.

    Las máquinas son insensibles y carecen de finalidad. Pero por otro lado tienen ventajas. Yo pondría usar máquinas (algortimos) para la adjudicación de obra pública en nuestro país. Ya que un algortimo carece de codicia, la corrupción política bajaría a niveles históricos.
    También propondría sustituir en los consejos de administración a las personas por máquinas, mucho más eficientes, como paso previo para sustituir a los CEO y directivos en general por máquinas. Nos ahorraríamos una enorme cantidad de dinero y evitaríamos la arbitrariedades que estas estructuras suponen.

    Ahora bien, estoy seguro que los políticos y los directivos se opondrán frontalmente, je, je,,,

    El tema de los frenos morales me interesa especialmente. Estoy escribiendo un pequeño texto sobre el origen de la moral, la guerra y los fanatismos que creo que explica esta cuestión desde una perspectiva diferente a la habitual pero rigurosa en lo científico. La Moral es sólo una herramienta evolutiva para la supervivencia y reproducción del grupo, no del individuo.
    Me gustaría enviárselo, cuando termine, para ver qué le parece, sin le parece inconveniente.

    un saludo

  • Sergio dice:

    Creo que el interés que, en términos generales, la humanidad ha tenido y tiene y probablemente tendrá por «comprender» es utilitario, pragmático y cortoplacista. De haber «comprendido» en los términos extensos que se mencionan (circunstancias, motivos, fines…) nunca hubiéramos llevado a cabo ciertas acciones en todos los tiempos y en todas las «culturas», y en concreto y especialmente en nuestro tiempo y en nuestra «cultura».
    Pero como «Intentar comprender, exige un esfuerzo»… y además el resultado puede ser desalentador, delegar la «comprensión» es un escapismo nada novedoso, aunque hacerlo ahora en máquinas de supuesta I.A. si lo es. Por otra parte, si mi libre decisión es delegar la toma de decisiones en la máquina, el líder, el sistema, el comité de expertos o el maharishi… pues «sus» decisiones serán «mis» decisiones, creo yo, mientras conserve mi libertad de discrepar y marcharme. Es el «doctores tiene la Iglesia» contra el «pienso luego estorbo» de siempre.

    La incertidumbre no nos gusta nada. La proliferación de falsos expertos nos ha dado una gran cantidad de lecciones en las últimas décadas, y de momento las estamos suspendiendo todas. La I.A. se nos presenta como el superexperto definitivo, y eso a mi me inquieta porque cada vez está menos claro quién, o peor qué, toma «mis» decisiones. Pero ¿podemos evitarlo?

    Yo delego con frecuencia en otros individuos profesionales de la medicina, la política, la economía, el transporte, la información… «sus» decisiones se convierten en «mis» decisiones dentro de un marco de convivencia libre y responsable, pero… mis decisiones delegadas las está tomando un humano capacitado o un equipo de trabajo o, finalmente, algún tipo de programa o I.A.? y a mi esta cuestión no me da igual, porque creo que los marcos de comprensión de las I.A. son abigarrados en información, pero los conceptos que subyacen bajos los algoritmos de toma de decisión que manejan la big_data son elementales, y «Todo fanático…». A no ser que me expliquen cómo se implementa en un artefacto el concepto duda, incertidumbre y contradicción, y cómo se gestiona la toma de («mis») decisiones desde este escenario.
    El colapso del Dow Jones el 6 de mayo de 2010 y los recientes accidentes de la Boeing son dos ejemplos tomados al vuelo (perdón) de cómo la I.A. segrega una lógica que sólo ella entiende o que sólo satisface algoritmos.

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