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Economía de la pobreza y educación ciudadana

Estos HOLOGRAMAS son un ensayo de PERIODISMO EXPANSIVO. Conocer lo que ocurre es fácil, comprenderlo es complejo. Cada lector debe poder elegir el nivel de comprensión en que quiere moverse. Propongo tres niveles: uno, reducido, en formato papel. Otro más amplio, en formato digital, que, a su vez, remite a una RED DE COMPRENSIÓN sistemática, necesaria por la inevitable conexión de los asuntos. Tal vez sea un proyecto megalómano, pero creo que vale la pena intentarlo. El artículo inicial de este holograma se publicó en el suplemento Crónica de EL MUNDO el día 20 de octubre de 2019: 


Economía de la pobreza.El premio Nobel de Economía ha sido concedido a tres expertos en Economía del desarrollo, especialidad que quiere explicar la pobreza de algunas naciones y los medios para erradicarla. El desarrollo es asunto debatido. ¿Basta con el crecimiento económico o es preciso añadir otros factores? En 2016, España ocupaba el puesto 12 en el ranking mundial por PIB, y el puesto 27 en el Índice de Desarrollo Humano. ¿Qué debemos pensar? Los ciudadanos necesitamos tener ideas claras sobre economía, para poder tomar decisiones personales y políticas inteligentes. Desde la UE se fomenta la introducción de la “educación financiera” en el sistema educativo. No es el camino adecuado. Lo importante es la “educación económica”, que permita comprender el entramado en que vivimos. Adam Smith, padre de la ciencia económica, escribió: “Un pueblo inteligente e instruido es mas capaz de comprender los daños de una sedición y los parciales clamores de una facción que pretenda seducirles”. Jean Tirole, también premio Nobel, critica a sus colegas porque no se esfuerzan por transmitir sus conocimientos a la ciudadanía. Me preocupa esto y otras cosas, por ejemplo, ¿por qué, según serias encuestas, los estudiantes de Economía son los que tienen menos sensibilidad moral? Lo explico en joseantoniomarina.net/blog


HOLOGRAMA 22


La lucha contra la pobreza ha sido un tema controvertido. Basta recordar el debate entre Jeffrey Sachs y William Elderly. Uno, izquierdista compasivo (‘bleeding heart liberal’), y el otro, lector de Friedrik Hayek.  Aquél, autor de El fin de la pobreza, partidario de aumentar la ayuda humanitaria, y éste, autor de La carga del hombre blanco, convencido de que la ayuda exterior es una inútil muestra de paternalismo. Manuel Castells y Pekka Himanen, sociólogos, tecnólogo y economistas, han publicado ‘Reconceptualización del Desarrollo en la Era Global de la Información’, defendiendo que el mayor problema para establecer políticas económicas es que “falta un argumento filosófico sistemático sobre el objetivo del desarrollo”. No solo hay diferencias en el modo de intentar eliminar la pobreza, sino en el modo de interpretar sus causas. El 60% de los estadounidenses consideran que los pobres son pobres porque son perezosos y carecen de voluntad”, mientras que eso solo lo piensa un 26% de los europeos (Alesina, A., Glaser, E. y Sacerdote, B: “Why Doesn’t the United States Have an European-Style Welfare State?, Brooking Papers in Economic Activity. 2001, nº2, 187-278).

Los nuevos premios Nobel de Economía Abhijit Banerjee, Esther Duflo y Michael Kremer– piensan, cada uno a su manera, que esa discusión sobre los grandes principios (the Big Questions) es poco productiva, y que la economía debe intentar ser una ciencia experimental. Por ello, han procurado hacer microexperimentos para comprobar cuáles son las mejores soluciones, y defienden la idea de que las mejoras han de hacerse paso a paso, localmente. Este acercamiento experimental al estudio de la disminución de la pobreza, es uno de los aspectos premiados de la obra de estos economistas, que les acerca a la “economía experimental”, que le valió a Vernon Smith otro premio Nobel de Economía.

Los temas económicos se trenzan con todos los temas políticos y sociales, por eso es tan necesario que los ciudadanos de una “democracia ilustrada” tengan los conocimientos necesarios para tomar buenas decisiones personales y políticas. Vuelvo a la carga en mi campaña sobre la necesidad de definir la “caja de herramientas conceptuales” que cualquier ciudadano debe poseer y saber usar para no ser manipulado. Por eso, la “educación financiera” me parece insuficiente, ya que sólo trata de “instrumentos financieros”, no del sistema económico en su totalidad. Estoy en la misma línea que Angus Deaton, que ganó en 2015 el premio Nobel de Economía, por sus estudios mostrando que “para diseñar políticas económicas a favor del bienestar y de la reducción de la pobreza, primero debemos entender las decisiones individuales de consumo, y contribuir, más que nadie, a mejorar esta comprensión”.  Es el momento de recordar de nuevo a otro premio Nobel, Robert Lucas, que sostiene que muchas de las perturbaciones económicas se deben a una información asimétrica. Su teoría tiene un nombre esperanzador: las expectativas racionales. Una mejora en la información económica permitirá a todos los agentes tomar mejores decisiones, lo que permitiría una marcha más eficiente y con menos sobresaltos de la economía”. Jean Tirole, también Premio Nobel de Economía, ha escrito:” Tenemos las políticas económicas que merecemos, y mientras el gran público carezca de cultura económica, tomar decisiones correctas requiere mucho valor político. Por ello, una buena comprensión de los mecanismos económicos es un bien público”. Resumiendo, Thomas Sowell, en su estupenda Economía básica, considera un problema que el público “no tenga conocimientos adecuados “. Pasan los años, pero sigue siendo válida la afirmación de Jefferson: “No conozco ningún guardián de los poderes últimos de la sociedad que no sean los mismos ciudadanos; y si creemos que no están lo bastante instruidos como para ejercer su control con un criterio saludable, el remedio no consiste en quitarles el control, sino en informar su criterio”. 

Pero ¿a quién podemos acudir? Los economistas no parecen muy fiables. Uno de ellos, John K. Galbraith detectó el problema hace años: “El objetivo principal de las ciencias económicas es emancipar a los ciudadanos para que pueden configurar de manera autónoma su propio entorno económico. A tal fin, la ciencia económica, en cuanto a su doctrina, debe hacerse de tal manera que la opinión pública pueda formarse un juicio informado sobre las cuestiones más decisivas de la política económica”. Pero, añadía, la ciencia económica académica “en vez de servir a la verdad, sirve más bien a su propia carrera profesional”.

¿Son los economistas de fiar? No me refiero solo a su fracaso en predecir la crisis de 2008, o en determinar si es Keynes o Friedman quien tiene razón, o en ponerse acuerdo para explicar por qué estamos creando dinero a espuertas sin que aumente la inflación, etc. Me refiero a un problema más de fondo: si la economía debe ocuparse de fines o solo de medios. Jean Tirole afirma que el objetivo de la Economía es el bien común. Los economistas liberales consideran que eso es un ataque frontal a la libertad. Liberalismo económico y bien común son conceptos irreconciliables. ¿Quién tiene razón?

La economía clásica se basaba en la ficción del “Homo oeconomicus”, cuyo único fin era buscar racionalmente su máximo beneficio, en una teoría de la libertad negativa (que debía proteger al individuo de las injerencias sociales), y en una teoría del “valor subjetivo”, que hace depender el valor de las preferencias del consumidor. Todas estas teorías tienen una parte de verdad, pero considerar que expresan toda la verdad proporciona una imagen distorsionada de la realidad social y humana que ha sesgado la formación de los economistas. En un reciente libro, Claus Dierksmeier escribe: “Hace ya tiempo que existen numerosos hallazgos alarmantes en el sentido de que los estudiantes de economía muestran una competencia moral más baja que estudiantes de otras disciplinas”. “Los resultados de estos test -añade- son achacables al adoctrinamiento recibido durante la carrera” (Libertad cualitativa, Herder, 2019, 470).

Es verdad que la Economía está intentando cambiar esa visión tan parcial. La concesión del premio Nobel de este año, o los concedidos a Amartya Sen, Daniel Kahneman, Jean Tirole, o Richard Thaler, intenta resolver los problemas que una ciencia Económica construida sobre un modelo incorrecto del comportamiento y de las necesidades humanas. El error en la definición de la libertad me parece especialmente grave y por eso dedicaré a ese tema el HOLOGRAMA próximo.

 


POSTDATA. – RED SISTEMÁTICA

Capitalismo e-manipulador

¿Por qué no quieren que estudiemos economía?

¿Qué es la riqueza?

Invitación a la economía

No a la educación financiera en la escuela

Niveles de comprensión

Liberalismo social

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