Desde El Panóptico sigo con interés los intentos de “democracia bursátil” ocurridos en la Bolsa estadounidense donde miles de pequeños inversores se han unido para hundir a los fondos bajistas, es decir, a los que ganan dinero cuando la bolsa baja. Esta práctica, llamada coloquialmente “operar en corto” -que consiste en pedir prestadas acciones cuando están altas, venderlas, y esperar a que bajen para recomprarlas y devolverlas- ha resultado siempre legal, pero sospechosa, porque si los operadores son lo suficientemente poderosos, pueden influir negativamente en la Bolsa. Por eso, en España, el 12 de marzo, la CNMV restringió temporalmente esas prácticas, de acuerdo con el artículo 23 el Reglamento de la Unión Europea. Me interesa esa práctica porque es una manifestación más de que la economía financiera está desconectada de la economía real. Puede convertirse en esencialmente especulativa y no productiva. Sucede lo mismo con los mercados de derivados, o con una creación sorprendente que son los mercados de futuros, en los que se puede comerciar con algo que todavía no existe.
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