En los últimos días, varias anécdotas han vuelto a reavivar mi interés por este tema, que ya he tratado en varias ocasiones en el Panóptico. En Canal Sur me hicieron una entrevista sobre lo “políticamente correcto”. En una reunión en Málaga con un grupo de médicos me hablan de la censura que por motivos políticos están imponiendo incluso en revistas científicas de referencia, la bibliografía sobre el movimiento woke, punta de lanza de la actual cultura de la cancelación aumenta, y, por último, la Fundación Canal me ha pedido que pronuncie una conferencia sobre La cultura de la cancelación y la censura artística.
El tema puede sentenciarse con facilidad. La censura va contra el derecho a la libertad de expresión y a la libertad de pensamiento y de conciencia. Pero resulta menos claro cuando intentamos precisar más, porque esos derechos pueden entrar en colisión con otros. La libertad de expresión está limitada por el derecho al honor, a la intimidad, y la protección a la infancia. Muchas legislaciones democráticas prohíben los discursos que fomenten el odio o a violencia, o nieguen hechos históricos como el Holocausto. El periodista de Canal Sur me ha preguntado cómo era posible que lo “políticamente correcto”, que es un tipo de censura, sea defendido por partidos de izquierdas, que deberían defender la libertad de expresión y de pensamiento. Se refería, sobre todo, a algunas propuestas feministas extremas, a la dificultad para debatir sobre la ley trans o sobre la ley del sí es sí, a la exaltación de las políticas identitarias, o a la imposición de un lenguaje inclusivo, con creación de nuevos pronombres personales. El miedo a provocar protestas es tan grande que la Universidad John Hopkins ha cambiado su definición de lesbianismo para no tener que mencionar la palabra “mujer”, que puede irritar al pensamiento no binario. A partir de este momento el lesbianismo es “no-men attracted to non-men”, es decir, un “no hombre que esta atraído por un no hombre”. Pero los partidos de derechas tienen sus propias políticas censoras. En algún estado de Estados Unidos se prohíbe enseñar la teoría de la evolución en las escuelas.
La censura es un fenómeno universal, que tiene dos motivaciones:
(1) Proteger al poder. Si se limita la información y la capacidad de expresión de dominados se eliminan sus posibilidades de protestar.
(2) Proteger la ortodoxia. Solo se admite lo “políticamente correcto”. Esta censura es la que ha afectado al arte en varias ocasiones, como explicaré en el siguiente post.