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En Biografía de la humanidad, tras estudiar la evolución de las culturas,  formulamos una “Ley del progreso ético de la humanidad”. Por ser optimista y señalarnos tareas quiero recordarla en esta despedida del año. Dice así: ”Cuando las sociedades se liberan de cinco obstáculos: pobreza extrema, ignorancia, fanatismo, miedo al poder y odio al vecino, convergen  hacia un marco ético deseable que incluye el respeto a los derechos individuales, el rechazo de discriminaciones no justificadas, la participación en el poder político, las seguridades jurídicas y las políticas de ayuda al débil”.  Los problemas sociales sólo puede resolverlos una “Inteligencia social”, que brota de la interacción de los individuos. La “inteligencia individual” puede ser muy brillante, pero ferozmente egoísta.

Podemos ser ignorantes si poseyendo toda la información no la comprendemos.

La “inteligencia social” promueve un “altruismo recíproco” capaz de general políticas “win-win”, en las que todos podamos ganar. La Ley del progreso ético nos señala una tarea a todos: intentar eliminar alguno de esos obstáculos. Como filósofo me interesa colaborar a la desaparición de la ignorancia y del fanatismo. Podemos ser ignorantes si poseyendo toda la información no la comprendemos. Contra el fanatismo hay que fomentar el sentido crítico. Comprender y juzgar son actividades difíciles, necesitadas de una pedagogía especial. Buen tema para el año próximo.

 

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