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Retrocensura

Estos HOLOGRAMAS son un ensayo de PERIODISMO EXPANSIVO. Conocer lo que ocurre es fácil, comprenderlo es complejo. Cada lector debe poder elegir el nivel de comprensión en que quiere moverse. Propongo tres niveles: uno, reducido, en formato papel. Otro más amplio, en formato digital, que, a su vez, remite a una RED DE COMPRENSIÓN sistemática, necesaria por la inevitable conexión de los asuntos. Tal vez sea un proyecto megalómano, pero creo que vale la pena intentarlo. El artículo inicial de este holograma se publicó en EL MUNDO el día 14 de junio de 2020.


Retrocensura. – HBO bloquea Lo que el viento se llevó porque da una visión falsa de la esclavitud. Se derriban estatuas de esclavistas, se ha decapitado a Colón, y Churchill está bajo sospecha. Los excesos en que caen los movimientos reivindicativos para tener visibilidad no deben ocultar los profundos problemas que plantean.  Uno es la “retrocensura”, es decir, la aplicada a obras, monumentos o personalidades pasadas. ¿Se deben prohibir las películas “de indios” porque elogian un genocidio? Hay leyes que prohíben negar el Holocausto, ¿se deberían ampliar esas leyes y prohibir, por ejemplo, negar que la conquista de América fue un acto injusto? Los Reyes católicos expulsaron a los judíos ¿erradicamos sus monumentos? ¿Qué hacemos con Napoleón, que provocó tres millones de muertes? Heidegger colaboró con los nazis. Cuatro grandes poetas escribieron odas a Stalin. ¿Debemos expurgar sus obras? ¿Debemos dinamitar el Valle de los Caídos?


HOLOGRAMA 57


Retrocensura.- El tema de la censura, del control y de la vigilancia ha vuelto a la actualidad. Por una parte, se teme que la libertad de expresión en Internet esté disminuyendo por injerencia de los gobiernos. Así lo pone de manifiesto el informe sobre la libertad en la red en 2019, de Freedom House. Pero, al mismo tiempo, la capacidad de Internet para difundir bulos, o intervenir en las decisiones personales plantea la necesidad de controlar la Red de alguna manera. Las grandes compañías están intentándolo. La pandemia ha disparado más alarmas: las nuevas tecnologías permiten el control de la población, y tal vez sea necesario elegir entre privacidad o salud.  En Estados Unidos se ha recordado el caso Jacobson que dictaminó que “todos los derechos constitucionales pueden ser razonablemente restringidos para responder a una urgencia de salud pública”. El 10 de abril, Apple y Google han anunciado un proyecto común `para permitir el uso de la tecnología Bluetooth a fin de ayudar a las administraciones a reducir la propagación del virus mediante el seguimiento de los contactos´. (Apple and Google partner on COVID-19 contact tracing technology). Shoshana Zuboff, de la Harvard Business School ha inventado la expresión “capitalismo de la vigilancia” para describir el negocio de los datos personales. (El capitalismo e-manipulador). China está estableciendo un sistema de “crédito social” basado en la vigilancia, para restaurar la moralidad y mejorar la convivencia. Es lógico que en la era de la información el problema de la censura se haya vuelto prioritario: vivimos en un entorno informático que debemos proteger, sin que sepamos bien cómo hacerlo.

Hasta aquí me he referido a la censura en presente, pero el tema de hoy es la retrocensura, es decir, la censura sobre hechos, obras o personajes del pasado. Periódicamente surgen movimientos reivindicativos que critican sucesos muy lejanos. López Obrador, por ejemplo, pidió no hace mucho al Rey de España que se disculpara por la conquista de México. Estos días en Estados Unidos se han atacado estatuas de Colón, y se ha pedido que se eliminara el Columbus Day. También se han derribado estatuas de esclavistas y se intenta eliminar las referencias a los generales confederados en lugares públicos. Me gustaría saber contestar una pregunta: ¿cuál es el objetivo de esos esos actos? Una respuesta simple es: reparar una injusticia, anular un honor que no mereció. Otra: es una demostración de la irritación ante una situación inaceptable, un intento de llamar la atención sobre un problema, una herramienta simbólica para luchar contra otras herramientas simbólicas. Las estatuas, los monumentos, los reconocimientos públicos, son homenajes de la ciudadanía, que la misma ciudadanía puede retirar.

No tengo nada que objetar a estos actos reivindicativos, pero temo que una protesta simbólica contra responsables lejanos, aparte en realidad la atención sobre los responsables próximos. Culpar de la situación de las poblaciones autóctonas americanas a los conquistadores españoles es quitar el foco de los actuales culpables de la dura situación de muchas de esas poblaciones. Es  como achacar las desventuras del cambio climático a la decisión de nuestros ancestros de dejar de ser cazadores recolectores y dedicarse a la agricultura, como hacen algunos antropólogos. Censurar en este momento Lo que el viento se llevó es un desahogo emocional. A moro muerto, gran lanzada, dice el dicho español. Las causas del racismo actual son más próximas y esas son las que hay que atacar. En Alemania estuvo prohibido hasta 2015 editar Mi lucha, de Adolf Hitler, porque los derechos de autor eran propiedad del Ministerio de Finanzas de Baviera que hasta esa fecha vetó su publicación. Eso no evitó la emergencia de movimientos populistas de ultraderecha.

Me preocupa que la espectacularidad, facilidad y emocionalidad de esos actos sustituya a otros más lentos, costosos…y útiles. Pondré un ejemplo. Las cabalgatas de las fiestas del Orgullo Gay, son un acto de visibilidad perfectamente legítimo. Pero no fueron ellas las que cambiaron la percepción social de las distintas orientaciones sexuales. Fue la tarea tenaz, en ocasiones peligrosa y siempre dura de muchos cientos de personas que fueron movilizando, convenciendo, presionando. Los cambios sociales nunca son rápidos. Hacen falta gestos simbólicos, por supuesto, pero hacen falta muchas cosas más.

¿Por qué están teniendo tan poco éxito los programas contra la violencia machista? ¿Por qué Estados Unidos sigue siendo una sociedad que no ha eliminado el racismo? ¿Por qué están creciendo los movimientos radicales en Europa? ¿Por qué la mayor libertad de las relaciones sexuales no ha disminuido el consumo de prostitución? ¿Por qué el aumento del nivel de vida está aumentando las tasas de depresión? Esos movimientos visibles son la manifestación de “sistemas ideológicos ocultos” que podemos alimentar sin darnos cuenta. (¿Por qué no ha desaparecido el machismo?). Nos preocupamos mucho de los elementos tóxicos imperceptibles pero nocivos que puede haber en los alimentos o en la atmósfera. Es decir, somos conscientes de que un ambiente sano es necesario para nuestra salud. Pero nos cuesta más trabajo reconocer que el “ecosistema humano” no está compuesto sólo de elementos físicoquímicos, sino también de elementos culturales (creencias, instituciones, costumbres, etc.) que influyen profundamente en nuestro comportamiento. Un “ecosistema cultural” adecuado ayuda a que los ciudadanos sepan a qué atenerse, evita las supersticiones y los prejuicios, castiga la violencia, aplaude la rectitud, fomenta un alto “capital social” ( Talento social). Uno de los componentes de ese ecosistema ideal incluye una comprensión de la situación en qué vivimos, lo que supone conocer la historia. Durante mucho tiempo, la historia se ha utilizado en las escuelas para fortalecer la identidad y el orgullo nacional, aún a costa de ocultar páginas oscuras o de intentar blanquearlas. Una de las enseñanzas que la historia nos brinda es la facilidad con que los humanos podemos engañarnos.

La historia no se puede borrar, ni olvidar, ni manipular. No debemos empeñarnos en borrar las huellas de la infamia, sino en intentar comprenderlas para que no se repitan. Cuando apareció la polémica sobre el Valle de los Caídos, propuse que se mantuviera como un “mensaje cifrado” que nos interesa descifrar. ¿Cómo fue posible? ¿Qué significó esa hibridación de religión y política? ¿Cómo se puede deslizar una nación por el tobogán del desastre? (1918, las guerras y el Valle de los Caídos). Unos dicen que hay que recordar; otros, que hay que olvidar; otros, que hay que perdonar. Lo que creo que debemos hacer es aprender. He mencionado las odas a Stalin escritas por cuatro grandes poetas que escribieron en castellano: Miguel Hernández, Nicolás Guillén, Rafael Alberti y Pablo Neruda (Cuatro poemas para Stalin ). ¿Deberían dejar de publicarse o deberíamos intentar comprender por qué los escribieron, por qué se equivocaron tanto en sus apreciaciones, por qué es tan fácil cerrar los ojos a la evidencia?

Puesto que comencé hablando de censura cinematográfica y para terminar de buen humor, transcribiré parte del artículo “Censura”, publicado por E.B. White cuando estaba vigente en EEUU el Código Hays de buenas prácticas en el cine:

Estamos encantados con la reciente censura impuesta en relación con los harenes de las películas.  Algunas escenas de una película de la Paramount que se están rodando actualmente transcurren en un harén, y tras cuidadosas deliberaciones los censores han decidido autorizar este tipo de atractivo polimorfo con la condición de que en el “boudoir” no se incluyera al sultán. Las chicas pueden amontonarse sobre las almohadas, con las espaldas y costados al desnudo, pero sin que ningún ojo masculino pueda ponerles la vista encima, a no ser usted, lector afortunado. Esta decisión de crear un harén sin sultán forma parte del gran cuerpo de opinión que interpreta la ley moral americana, Puede ocupar un lugar junto a la famosa disposición de 1939 sobre la aparición de los pechos de una mujer en Flushing World of Tomorrow,  según la cual se podía enseñar públicamente un pecho, pero no los dos, dando satisfacción así a los dos grupos aparentemente irreconciliables: los amantes del arte que exigían los pechos, pero estaban dispuestos a admitir que si se veía uno se habían visto los dos, y  la camarilla de los decentes que eran partidarios de la ocultación, pero llegaron a admitir que el hecho de ocultar un pecho dejaba clara la reticencia fundamental de la propietaria y por lo tanto dominaba toda la situación. Esta medida sutil y de gran alcance permitió que el espectáculo pudiera superar dos temporadas difíciles e imaginamos que el harén aséptico conseguirá otro tanto para Hollywood” (en E.B. White, The Second Tree from the Corner, 1962).

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Únete 8 Comments

  • Javier dice:

    Gracias por el artículo profesor, solo aprendiendo y entendiendo la historia se consigue avanzar en el camino correcto. Hay demasiada preocupación por lo corto, lo cercano, lo inmediato. La sociedad actual está impregnada de MIOPÍA, no ve a lo lejos, las metas con resultados lejanos no interesan. El problema de un ojo Miope es que puede desarrollar Glaucoma y esto puede generar ceguera. No nos asustamos cuando se cerró Milán, ni otros cuando se cerró Madrid, ni otros cuando se cerró Londres… para q tanta globalización si luego no reconocemos q ya no hay distancias?. Magnifico Blog

    • jose antonio marina dice:

      Creo que con la historia -que al fin y el cabo es la experiencia de la humanidad- ocurre lo mismo que con cualquier otra experiencia. Por si sola no enseña nada. Una persona que entrase en un laboratorio y observase los contadores, las probetas, las pantallas de ordenador, sólo podría aprovechar la información si tuviese los conocimientos suficientes para hacerlo. Con la historia pasa lo mismo. Por una parte están los datos, pero estos son información muda si no tienes la clave para descifrarlos. Esta «descodificación de nuestro genoma cultural» es lo que en este momento me apasiona. Lo único que siento es no saber lo suficiente para explorar este campo mejor.

  • antonio dice:

    De acuerdo que más nos valdría aprender del pasado, que no es una solución quitar, o poner estatuas, calles, etc, Sigo pensando que las respuestas no están fuera del individuo, sino dentro.
    La envidia nos hace percibir la realidad externa, como la realidad a cambiar, es decir, enfocamos nuestra atención de forma unidireccional, y ahí empieza el error a la hora de aprender. El otro gran problema del aprendizaje es la soberbia, que nos vuelve dogmáticos, y bloquea nuestra capacidad de valoración de los acontecimientos, e impide la aparición de nuevos contenidos en nuestra conciencia interna.
    Estatuas, calles, etc, son símbolos de una historia, representan personajes o acontecimientos, con sus luces y sombras. Cada generación elige un catálogo de nuevos símbolos, los cuales a su vez tendrán que pasar por la criba de la luz y las tinieblas.
    Tenemos una fijeza en cambiar por fuera lo que sólo puede cambiarse desde dentro de nuestra personalidad, y así no se aprende.
    Seguiremos repitiendo la historia.

  • Javier Rambaud dice:

    Muy interesante reflexión. La retrocensura no es novedad de nuestros tiempos. Los antiguos egipcios borraban inscripciones e imágenes de predecesores inconvenientes por distintas razones, como le sucedió a Hatshepsut en tiempos de sus sucesores Tutmosis III y Amenofis II, o de uno que había convulsionado la tradición imponiendo un sistema herético, como fue el caso de Akenatón. En Grecia y Roma también se practicó esta «damnatio memoriae» (aunque el término no es de época romana) y se continuó en época medieval con distintos heresiarcas.
    En el siglo XX, Lenin, Stalin o Hitler también son borrados en distintos momentos tras su muerte. Pero en muchas ocasiones no resulta fácil diferenciar entre la legítima supresión de un tirano del espacio público y las oscuridades (juzgadas por la moral del presente) de personajes mucho menos siniestros. En este sentido, no parece razonable condenar toda la obra de Aristóteles por su consideración “natural” de la esclavitud. Lo razonable es comprender cómo era entonces posible y cómo y gracias a qué han cambiado las circunstancias.

    • jose antonio marina dice:

      Tienes toda la razón. Siempre se ha sabido -antes de que Orwell lo dijera- que «quien controla el pasado controla el futuro». Ha dado la casualidad de que estoy leyendo el libro de Chris Harman «Historia mundial del pueblo» y me encuentro este texto: «Hace unos veintidos siglos, un emperador chino decretó pena de muerte para quienes «utilizaran el pasado para criticar el presente». Los aztecas trataron de destruir las huellas de los estados anteriores cuando conquistaron el valle de Mexico, y los españoles intentaron destruir todas las huellas aztecas cuando, a su vez, conquistaron la región en la década de 1520″. Lo razonable, en efecto, es comprender. Por eso es pertinente recordar las palabras de Hannah Arendt: «Comprender no significa negar lo terrible, Significa mas bien analizar y soportar conscientemente la carga que los acontecimientos nos han legado».

  • Blas dice:

    Creo que nos gobiernan personas incapaces de proyectar programas que mejoren, en el futuro, las cosas que ahora fallan (lo cual requiere conocimiento de muchas materias y codearse con los mejores).
    En su lugar proyectan sus inútiles energías en “manosear” el pasado. Todo es reflejo de su incapacidad y mendacidad.

  • jose antonio marina dice:

    Gracias por la información. En España hemos tenido en los dos últimos siglos un problema con la historia, a veces provocado por los mismos historiadores, y sería interesante que nos aclaráramos de una vez.

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