Skip to main content
Artículos en prensa

Espacio de materiales de contrucción donde encontrarás los artículos de prensa de José Antonio Marina.

Mas contenidos: Blog , Podcast, YouTube

Imprimir

Los museos: esencia y posibilidad

Actas del XII Congreso Mundial de Amigos de los museos. Museos y amigos: frente a nuevas realidades 

(18-22 de octubre, 2005).

Madrid: Federación Española de Amigos de los Museos

 

Todos hemos de felicitarnos por el auge de las asociaciones de amigos de los Museos. Que la sociedad reconozca a los museos como algo suyo, y se decida a participar en su cuidado, promoción o gestión, me parece un gran éxito de la museística moderna. Hay muchos modos de colaborar con los Museos, y cada cual debe reflexionar sobre la mejor manera de hacerlo: con su tiempo, su ánimo, su dinero, sus capacidades.

Vengo del mundo de la educación, soy catedrático de bachillerato,  y desde él me gustaría hablarles. Con frecuencia, nuestros alumnos más jóvenes nos hacen preguntas aparentemente ingenuas, pero que resultan dificiles de responder, porque ponen en tela de juicio creencias o ideas que nos parecen tan obvias,  que ya  hemos olvidado  su justificación. Mencionaré dos de ellas que nos atañen:

Primera: ¿Para qué sirve un Museo?

         Segunda: ¿Para qué tenemos que ir a un Museo?

 

Un Museo es una institución y, como todas las instituciones tiene una  interesantísima genealogía. Hace muchos años, Nietzsche dijo que los entes culturales no tienen esencia, sino historia. Un hecho material  –una colección de obras de arte -da origen a mundos simbólicos, sugiere diferentes proyectos y funciones, e  incluso provoca movimientos iconoclastas que piden su destrucción. En los dos últimos siglos, la noción de “Museo” ha sufrido toda suerte de debates, críticas, ataques y alabanzas. Por ejemplo, fueron un símbolo  del poderío nacional. En su proyecto para el Museo Real de Berlin, Humboldt escribe: “La visión del poder es una visión de la historia. Y el museo, en tanto que es un sistema de representación, pertenece a esta ideología del poder en primer lugar, constituyendo el espacio histórico en que el público más amplio puede acceder a las imágenes en que este poder se reconoce y sobre las cuales funda su legitimidad cultural”. El British Museum podía ser un ejemplo de esta relación con el poder. De la misma manera que el Louvre fue un símbolo del poder popular de la Revolución Francesa.

No voy a entrar en los debates que el concepto y la función del museo han provocado, muy vivos en el siglo pasado. El museo nació como una institución patrimonial, y ha seguido las mismas peripecias que ha seguido el derecho de propiedad. Un derecho privado absoluto –la colecciones privadas-, una negación de la propiedad privada –la estructura artística del estado comunista-, y una última fase de “función social de la propiedad”, en la que sin perder la titularidad privada en muchos casos, las obras de arte se  exponen públicamente, para la educación y el disfrute general. Pero para poder contestar a la segunda pregunta, que es la que como educador me interesa más, quiero explorar una  idea que se ha ido consolidando en los últimos decenios y que me parece muy sugerente. Se ha descubierto el Museo como obra de arte. Más aún, el Museo como institución creadora.

Crear es hacer que algo valioso que no existía exista. O de una manera más rigurosa, utilizar las propiedades reales de las cosas para inventar posibilidades nuevas. En el bloque de mármol el escultor descubre su posibilidad de ser estatua. En el sonido que producen las cosas, el músico capta la posibilidad de hacer música. Esta es la definición de creatividad que quiero aplicar a los Museos.

Los Museos tienen “propiedades”: sus colecciones, sus instalaciones, presupuestos, contactos, amigos. A partir de ahí la inteligencia intenta descubrir posibilidades nuevas. Hace unos años Roberto Calasso, un gran editor italiano, escribió un libro titulado “La edición como obra de arte”, en el que defendía que el editor crea teniendo como material “obras literarias” escritas por otros. Su catálogo es su creación. Es, por lo tanto, una creación artística de segundo nivel. Algo parecido ocurre con los Museos: cada vez tienen más clara la conciencia de que deben ser “obras de arte” hechas con obras de arte. Por desgracia, no pueden elegir su catálogo. Tienen lo que tienen. De ahí la importancia de las exposiciones diseñadas por los mismos museos. Las más interesantes no son las que se limitan a exponer cuadros traídos de otras instituciones, sino aquellas que organizan seleccionando y uniendo con un expreso motivo obras que estaban dispersas en el museo.  El retrato en el Prado, o los bodegones del El Prado han sido exposiciones muy notables. Supongo que esto hace que el cargo de director de museo se haya complicado mucho, porque, además de sus conocimientos técnicos, su sabiduría histórica, su capacidad de gestión, debe tener un peculiar talento creador.

 

Con este cambio de orientación, el Museo se sitúa de manera diferente  dentro del ”gran sistema de la cultura artística”. Este me parece un tema fascinante de sociología cultural, no bien aclarado todavía.

Todo el sistema cultural tiene cinco protagonistas que mantienen entre sí relaciones dinámicas y complejas:

 

1.- El creador: pintor, escritor, arquitecto, músico.

2.- El consumidor: espectador, lector, oyente.

3.- El promotor: mecenas, editor, patrocinador, productor de

cine, empresario cultural.

4.- El persuasor: críticos, medios de comunicación, publicitarios, directores de colecciones, propietarios de salas de exposición.

5.- Los intermediarios, que ponen en comunicación la obra con el consumidor: editoriales, distribuidoras, salas de cine, teatros, museos tradicionales.

He dicho “museos tradicionales” sabiendo lo que digo.

En este momento, los museos no saben muy bien donde situarse. Salvo el papel de consumidor, pueden adoptar todos los demás. Son omnipresentes en el sistema, lo que me resulta sorprendente como observador del panorama cultural. Pueden ser creadores, promotores, persuasores y transmisores. Dentro de su actividad creadora muchos de ellos han emprendido actividades didácticas brillantes y de gran envergadura, lo que me conduce a la segunda pregunta que me intrigaba: ¿Por qué queremos –si es que queremos- que nuestros alumnos o nuestros ciudadanos acudan a los Museos?

 

Ya sé que hablo para convencidos, y que con decir: porque así están en contacto con el arte, con la cultura, con la historia, porque así refinan su sensibilidad, porque así disfrutan con una de las grandes creaciones del espíritu humano, quedarían satisfechos.

 

Siendo verdad, esto no me parece suficiente. Acabo de escribir un libro sobre la lectura, donde me planteo una pregunta semejante. ¿Por qué insistimos tanto en que nuestros niños y jóvenes lean?  Las respuestas que se dan suelen ser, como en el caso de los Museos, piadosas recomendaciones: para que disfruten, para que conozcan otros mundos, para que ejerciten la fantasía. Hay, sin embargo, otra respuesta más contundente. Leer es el procedimiento más eficaz para dominar los mecanismos lingüísticos y necesitamos desarrollarlos porque nuestra inteligencia es lingüística y nuestra convivencia también lo es. Leer es una necesidad personal y policía. Las grandes creaciones que sostienen nuestra vida publica y privada no se han construido con imágenes, sino con palabras, y necesitamos comprenderlas si no queremos vivir en la arbitrariedad, la esclavitud o la violencia.

 

¿Y qué sucede con las artes plásticas? ¿Tienen un papel educativo profundo o sólo sectorialmente interesante?¿Los Museos son sólo lugares lujosos, maravillosos reductos estéticos,  o pueden ser lugares donde se colabore a la mejora de la sociedad? Los revolucionarios franceses, que eran exaltados e ingenuos, y los románticos alemanes –Schiller, por ejemplo- tuvieron la certeza de que la educación estética era una educación ética, pero me temo que fueron demasiado deprisa.

 

Haré un inciso biográfico. Creo que en mi vida he  sufrido solamente una gran decepción: comprobar que la belleza no tenía nada que ver con la bondad, por mucho que dijeran los optimistas metafísicos medievales. Más aún, comprobar que la “cultura cinco estrellas” –la pintura, la música, la literatura- no hace mejores a las personas. Las hace más interesantes, que es otra cosa. George Steiner ha escrito páginas dramáticas sobre este asunto. Tal como lo veo, el “sistema cultural” está lleno de luces y sombras, de la misma manera que lo están cada uno de sus cinco protagonistas. El gran artista puede ser una persona detestable y mezquina, el promotor un obseso del poder, el persuasor estar llenos de prejuicios y de intereses, y lo mismo los transmisores, que pueden estar movidos por el afán  de influencia, de  dinero, de fama, por ardores nacionales. Del consumidor no digo nada porque en teoría es el sujeto pasivo de todo esta gran maquinaria.

 

Es en este punto donde me gustaría intervenir como educador. No me resigno a que el arte sea un lujo de los sentidos, un placer del espíritu, compatible con todo tipo de bajezas. Soy un profesor de gente joven y quiero tener claras razones para decir a mis alumnos que vayan al museo. No puedo decirles como organizar un museo, porque ustedes son los técnicos, sólo puedo decirles cómo me gustaría que fuera un museo para llevar a mis alumnos. Me limitaré a sugerir algunas pretensiones que a ustedes les corresponde estudiar si pueden concretarse en su dominio:

 

1.- La pintura desde dentro.-  Hay dos formas de estudiar cualquiera de la grandes líneas de la creación humana –pintura, música, literatura, política, religión-: desde fuera y desde dentro. Desde fuera, la historia de la pintura es el conjunto de obras que han ido apareciendo a lo largo del tiempo. Podemos situarlas ordenadamente, en su exterioridad, una junto a otra en las paredes del Museo. Nuestros alumnos irán y aprenderán la historia, los nombres, las fechas, los periodos.

Hay otra forma, más interesante, de hacerlo. Vista desde dentro, la pintura es un gran deseo, o una gran necesidad,  de la Humanidad. En todos los lugares, en todos los momentos, se ha pintado. Y ese gran impulso ha ido buscando el modo de desarrollarse, buscando formas nuevas, cansándose de las viejas, tanteando camino, inventando grafismos, buscando modos de expresarse, desechando modos de expresarse, descubriendo técnicas. Con este enfoque, ya no es una colección de obras lo que estamos viendo, sino uno de los grandes esfuerzos creadores del ser humano. Vivimos empujados por grandes corrientes de experiencia, que nos determinan y nos posibilitan, y que nosotros podemos cambiar. Giotto, Velázquez, Monet, Picasso no son posibles sin los pintores que les preceden, pero, al mismo tiempo cambiaron el curso de la experiencia.

La pintura se convierte así en un ejemplo privilegiado de nuestro modo de estar en la realidad. Aprovechamos o desaprovechamos las posibilidades que nos brinda el momento histórico. Y ampliamos o restringimos las posibilidades de los demás.

En fin, me gustaría que los museos no sólo mostraran la pintura desde fuera, sino también desde dentro.

 

2.- La pintura como metáfora de la libertad. Me gusta mostrar a mis alumnos  árboles o paisajes pintados por  artistas chinos y  por  artistas occidentales. El árbol es el mismo, pero el modo de representarlo es diferente. Entre el arbol real y el árbol pintado está la libertad creadora del pintor. No está sujeto al destino. En un momento en que hay un sentimiento de impotencia –las cosas son como son y no hay más cera que la que arde- el artista produce una dilatación de la realidad: las cosas son como son y de muchas otras maneras. De ahí procede el sentimiento de euforia que produce la experiencia estética. ¡Es maravilloso que se pueda hacer tanto con tan poco! Un lápiz y un papel, cinco cuerdas, un pedrusco y un cincel. No me parece casual que durante el siglo veinte la pintura haya sido pionera de los gandes cambios culturales. Se ha dado cuenta de que su actividad era una actividad libre. La feroz crítica que Hitler, por una parte, y el sistema soviético por otra, hicieron del “arte degenerado” se debía a que temían su libertad. Trataba demasiado libremente la realidad, subrayando así la independencia del ser humano.

La pintura enseña a mis alumnos que de la misma manera que entre el ciprés real y el ciprés pintado por Van Gogh hay un hiato abierto por la libertad, entre su vida real y su vida posible tendría que haber, igualmente, un hiato abierto por su propia actividad creadora.

 

3.- La creación artística, como la creación vital, necesita memoria y paciencia. Les dije antes que la pintura había sido precursora de los grandes cambios culturales del siglo veinte. De los buenos y de los menos buenos. Una parte de los artistas “pseudovanguardistas” ha defendido un adanismo apresurado. Hay que inventarlo todo desde cero y aprisa. El arte moderno no tiene historia, decía el prospecto de una exposición del Pompidou.  Esto ha conducido en muchas ocasiones a una aburrida repetición de ocurrencias elementales A una glorificación del espontaneismo que no da para mucho, ni en el arte ni en la vida.  Los grandes creadores han sabido que tenían que recapitular toda la experiencia antigua. Los sapientísimos griegos sabían que las Musas, las ágiles protectoras de las artes, eran hijas de Mnemosyne, la memoria. Y van Gogh hablaba en nombre de todos los pintores cuando escribe a su hermano: “Hoy he leído una frase de Gustavo Doré, que me parece una verdadera frase de artista, noble y luminosa: Tengo la paciencia de un buey”.

Me gustaría que mis alumnos comprendieran que la esencia del arte es “transfigurar el esfuerzo en gracia”, y que ese es un buen consejo para la vida.

 

4.- La pintura como adelantada de la comprensión intercultural. Una de las páginas más gloriosas de la historia de las artes plásticas es su comprensión de otras culturas. La influencia del arte oriental o africano, el interés por los primitivos, la valoración de estilos diferentes, son posibilidades que deberíamos extender a otros asuntos. Esa aceptación no es una tolerancia boba, sino el reconocimiento de que una misma experiencia –la pictórica, por ejemplo- puede realizarse por múltiples caminos, y que cada uno de ellos abre posibilidades nuevas que nos proporcionan posibilidades nuevas.

 

No puedo extenderme más. Wallace Stevens decía que “un poeta debe serlo constantemente”, aun a riesgo de ser pesadísimo. En mi caso, me temo que hablo de educación con ocasión o sin ella. Por eso, antes de terminar quiero justificarme. Todos estamos preocupados porque nos parece que vivimos una seria y peligrosa crisis cultural y educativa. Estamos produciendo una sociedad zafia, violenta y deprimida. Nos hemos metido en un círculo de excusas. Los padres culpan a la escuela, la escuela a los padres, ambos a la televisión, la televisión dice que no hay programas basura sino espectadores basura, al final todos reclamamos una solución al gobierno, que dice que es el ciudadano quien tiene que tomar la iniciativa, y otra vez a empezar. Mi idea es que la única solución es una “movilización educativa de la sociedad civil”, en la que todas las personas, las profesiones o las instituciones, tengan una función educativa. El lema sería : Para educar a un niño hace falta la tribu entera”. Ustedes conoceran algunos programas de “ciudades educativas”, en los que instituciones como los museos tienen un protgonismo destacado. En esa linea he querido hablarles. Me gustaria que los Museos, y las sociedades de Amigos de los Museos colaboraran en esta movilización desde su dominio: el amor al arte.

Les decía al principio que las sociedades de amigos de los Muesos fomentaban la colaboración de la sociedad civil con las instituciones museísticas, y que cada persona debía colaborar como pudiera: con dinero, tiempo, ánimos, saberes. Desde el mundo de la educación he intentado colaborar en su congreso con lo que sé, y con lo que amo.

 

El Museo nos pone en contacto con una de las líneas de experiencia creadora, y nos permite entender la historia y el funcionamiento de nuestra inteligencia. Dilthey.

Monet. La transfiguración del mundo. La libertad. La metáfora artística.

El Arte plástico ha sido el primero que ha ampliado la comunicación entre los pueblos. Por lo que su papel es importante en un mundo intercultural. Noa ayuda a comprender la comunicación .

Estoy seguro de que necesitamos una “movilización educativa de la sociedad civil” y a ella me gustaría convocarles. Hace falta un pueblo entero para educar a un niño. ¿cuál podría ser el papel de los museos dentro de una ciudad educativa? La valoración de las cosas bellas, el respeto por las cosas bellas, la profundidad de la historia, el entusiasmo ante las posibilidades creadoras del ser humano.

 

Las instituciones tienen que ir descubriendo sus funciones. El museo nació con una función patrimonial, después tuvo una función protectora, más tarde una función social, y ahora una función turística. Una cierta inquietud conmueve a los museos. ¿Deben ser algo más?

Guardan el pasado, y deben hacerlo de la mejor manera posible. Pero ¿qué hacer con el presente y con el futuro?

Colaborar en una empresa educativa.

Les va a extrañar lo que les digo. Intento promover una “movilización educativa de la sociedad civil”. Se trata de convocar a todos.

¿Te ha resultado útil este artículo?
0 out Of 5 Stars
5 Estrellas 0%
4 Estrellas 0%
3 Estrellas 0%
2 Estrellas 0%
1 Estrellas 0%
5
¿Cómo podemos mejorar este artículo?
Please submit the reason for your vote so that we can improve the article.

Deja tu comentario

Categorías
Tabla de contenidos