Cómo mueren las democracias
Capítulo 3.- La gran abdicación republicana
El sistema de primarias posterior a 1972 era vulnerable. Un tipo concreto de candidato independiente; individuos con fama o dinero suficiente para saltarse las “primarias invisibles”. Se había abierto también la posibilidad de encontrar financiación fuera de los partidos y habían emergido una serie de medios de comunicación alternativos. Agencias de noticias y redes sociales. Aunque muchos factores contribuyeron al sensacional éxito político de Trump su acceso a la presidencia es en buen medida una historia de la ineficacia de los filtros de protección. “Trump es un “candidato único, con cualidades cortadas por el patrón de la era digital, atrajo cobertura gratuita en los medios generales suscitando polémica. Incluso las cadenas en contra de Trump le mencionaron el doble de veces que a Hillary Clinton. Incluso antes de estrenarse, Trump daba positivo en las cuatro pruebas que los autores proponen para detectar a un candidato con tendencias autócratas».
“La abdicación colectiva, la transferencia de la autoridad a un líder que amenaza la democracia, suele estar provocada por dos causas. La primera es la creencia errónea en que es posible controlar o domar a una persona autoritaria. La segunda es lo que el sociólogo Ivan Ermakoff denomina “connivencia ideológica”, con acuerdo a la cual el programa de la persona autoritaria se solapa lo suficiente con el de los políticos del sistema como para que la abdicación resulte deseable o al menos preferible a las alternativa. Los autores vuelven a usar los cuatro criterios para identificar autócratas:
- Un débil compromiso con las reglas democráticas de juego.
- Negar la legitimidad de los adversarios.
- La tolerancia o el aliento a la violencia.
- Predisposición a restringir las libertades civiles de rivales o críticos.
Tan solo subrayar la interesante reflexión de Linz de 1978 de que:
….., la defunción de muchas democracias puede retrotraerse a la “afinidad mayor que un partido básicamente orientado al mantenimiento de un sistema muestra con los extremistas que están a su lado del espectro político, en vez de con los partidos moderados del sistema al otro lado del espectro”. Le parecía importante aislar a los extremistas en lugar de legitimarlos.»
Es difícil añadir nada más a esta nuestra penosa situación política actual.
Tiene razón, el comentario de Linz parece escrito para la situación actual. Es lo que tienen los grandes especialistas: ven a lo lejos.
Excelente Blog!!! A seguir, sin dudas.
Gracias por el resumen. Los planteamientos que los autores exponen en este libro se complementan perfectamente con los de Fareed Zakaira en «El futuro de la libertad» (Taurus, 2003) y nos ayudan a comprender la situación. La democracia por si sola no garantiza una sociedad justa y libre, hace falta la concurrencia de una serie de virtudes cívicas enraizadas en la sociedad y en sus instituciones. El deterioro de la calidad democrática proviene de la incapacidad (real o aparente) de la democracia participativa para resolver los problemas de los ciudadanos (democracia inoperante) lo que abre espacio a la demagogia y a los populismos. Los líderes autoritarios, aupados democráticamente, pretenden deshacer los contrapesos y ocupar las instituciones para hacer prevalecer, no ya su ideología, de la que a menudo carecen, sino su cosmovisión, en la que ocupan el lugar central (democracia autoritaria) Hacer frente a esta tendencia constituye un desafío imponente.
El «republicanismo» americano fundamenta la democracia en las «virtudes cívicas», que por ello forman parte de la educación básica desde los padres fundadores.
La fuerza de los líderes autoritarios deriva de que prometen soluciones fáciles, y se muestran con una seguridad pasmosa. Los estudiosos del liderazgo, como Daniel Goleman en «El lider resonante» saben que en momentos de bonanza triunfan los líderes «democráticos», negociadores, pero que en situaciones difíciles la gente prefiere los que dan seguridad. Por eso es tan frecuente que primero se fomente el miedo y después se ofrezca uno como solución.
Jose Antonio,
Como siempre, gracias!
Para cuándo una «Universidad Cívica»? Me parece tanto o más necesaria que la UP