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Aprender a convivir

Autor(es)
José Antonio Marina
Editorial y ciudad
Ariel, Barcelona
Fecha de publicación
2006
Páginas
216
ISBN
978-84-344-4493-5

La buena convivencia se ha convertido en uno de los objetivos prioritarios de las sociedades del siglo XXI. La aparición de graves conflictos sociales nos lleva a la necesidad de elaborar una pedagogía de la convivencia: tras la evolución biológica,  comenzó la gran evolución cultural, cuyo final es la construcción de un gran proyecto ético con el concurso de todos, porque somos seres sociales y nuestro proyecto de felicidad privada depende del bienestar público.

José Antonio Marina con el libro Aprender a convivir intenta aportar soluciones que ayuden a los adultos a analizar, a comprender y a crear recursos educativos eficaces para trasladar a los niños la idea de construir entre todos una ciudad  habitable. Sabemos que  la educación es socializar, unir la búsqueda de la felicidad privada dentro de un círculo más amplio, que es la felicidad pública. No puede existir la una sin la otra. Así pues, el modelo de la educación para la convivencia tendría que establecerse a tres niveles: educación afectiva, que nos ayude a sintonizar con los valores fundamentales; adquisición de hábitos operativos, que aumente nuestra capacidad para realizar esos proyectos; y una educación normativa teórica, que proporcione nociones básicas de la Ética y el Derecho. Finalmente, la elaboración de un Ética transcultural nos ayudará a proteger y también a limitar los distintos códigos morales o religiosos, que deben circunscribirse a la esfera privada, íntima y personal de los miembros de una comunidad.

Este libro está dividido en tres partes con dos capítulos cada uno: en el primero se analiza un tipo de convivencia, y el segundo aporta soluciones educativas, psicológicas y reeducativas. El primer tipo de convivencia que se estudia es el que se refiere a la convivencia íntima –familia, pareja, amigos, compañeros de trabajo No es posible evitar el conflicto, ya que es inherente a vivir en sociedad, sino saber cómo resolverlo. Es necesario fomentar una “autonomía vinculada”, es decir, lograr que nuestra independencia personal sea compatible con profundas vinculaciones éticas y afectivas.

El segundo nivel de convivencia es la política. Vivir en una ciudad es una cuestión ética y exige una serie de virtudes sociales y éticas. Es importante  realizar una pedagogía del deber, ya que su cumplimiento es indispensable para establecer uno de los sentimientos básicos para una buena convivencia: la confianza.

Por último se estudia la convivencia con uno mismo. En este capítulo se estudia  detenidamente el concepto de autoestima. El verdadero concepto de amor propio se  construye insistiendo en el  sentimiento de ser amado incondicionalmente; en el sentimiento de ser valorado por nuestros actos; y en el sentimiento de la propia dignidad. El libro termina con la descripción de un buen ciudadano, que podríamos resumir en esta cita. “Buen ciudadano es aquel que se esfuerza en realizar su proyecto privado de felicidad colaborando al mismo tiempo a la felicidad pública. Es el «poeta de la acción».

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