“En 1966, el sociólogo dirigió un famoso informe sobre las causas del éxito o del fracaso educativo. En él subrayaba la importancia decisiva de la procedencia escolar, y disminuía la influencia de la escuela. La conclusión era evidente: para mejorar los resultados educativos, es preciso comenzar desde la familia. Movido por esa idea, funde hace quince años la Universidad de Padres. Es cierto que sus conclusiones han sido discutidas, como resume Julio Carabaña en su estudio
José Antonio Marina
«El informe Coleman, 50 años después». Revista de la Asociación de Sociología de la Educación, 2016. Más que negarla tesis principal, creo que matiza lo que debemos considerar “influencia social”, que va más allá de la familia. La obra de Coleman debe completarse con la de su colega Robert Putnam. Ambos estudiaron el concepto de “capital social”, y su influencia en las instituciones. La eficacia de la escuela depende del “capital social” que el entorno familiar, municipal o estatal ponga a su disposición. El “capital social” incluye los valores compartidos, la confianza en la ciudadanía y en las instituciones, la participación social, el modo de resolver los conflictos, los medios económicos, culturales, educativos que se ponen a disposición de cada ciudadano. En este momento, las naciones más avanzadas son conscientes de que deben convertirse en “sociedades del aprendizaje” (learning societies), y eso significa introducir la pasión por aprender dentro del capital social, a todos los niveles.”