Dos estudios leídos estos días me confirman el interés de El Panóptico, y la necesidad de apelar a la historia para comprender el presente. Colliot-Thélène (“Pour une politique des droits subjectifs: la lutte pour les droit comme lutte politique”) señala que para entender la democracia necesitamos forzosamente conocer la historia de la práctica democrática. Cita a Saskia Sassen, premio Príncipe de Asturias de Sociología: “El momento de formalizar los derechos positivamente es más fácil de identificar que las luchas a veces invisibles que lo precedieron y lo hicieron necesario”. Iluminarlas es una de las tareas de la Panóptica.
”Estoy convencido de que es posible contribuir a una mejor comprensión de los cambios sociales actualmente en marcha.
El segundo estudio es de Thomas Piketty (Capitalismo e ideología) donde relaciona la experiencia histórica con el “aprendizaje colectivo”, que necesita superar las experiencias nacionales. “Estoy convencido de que es posible contribuir a una mejor comprensión de los cambios sociales actualmente en marcha confrontando minuciosamente las experiencias históricas que proceden de países, áreas culturales y civilizaciones diferentes, explotando de la forma más sistemática posible las fuentes disponibles”. Interpreta su libro como una contribución “minúscula a un vasto proceso de aprendizaje colectivo”.
”“Cuando he defendido la necesidad de un partido político que superara la dogmática división en izquierdas y derechas o en progresistas y conservadores, siempre he señalado que debía reconocer en su programa la necesidad de aprender continuamente”
El tema del “aprendizaje de las naciones” me parece transcendental. No es fácil. El mismo Piketty, que insiste en su necesidad, reconoce que “se ve a menudo debilitado por la amnesia histórica, el nacionalismo intelectual y la compartimentación del conocimiento”. Ron Heiftz, de la Harvard Kennedy School, en su estupendo libro Liderazgo sin respuestas fáciles, piensa que el verdadero líder político es necesario cuando no se tienen recetas para el problema planteado. Su posición me parece muy sugerente. No cree que el líder tenga que conocer la solución, sino que su talento está en movilizar a la sociedad para que busque la solución. Echo en falta un líder así.
Cuando he defendido la necesidad de un partido político que superara la dogmática división en izquierdas y derechas o en progresistas y conservadores, siempre he señalado que debía reconocer en su programa la necesidad de aprender continuamente. Las ideologías se caracterizan por el convencimiento de estar en la verdad y poseer la solución a todos los problemas. Es, por supuesto, una presunción falsa, que impide reconocer la complejidad de la realidad y anima a fingir certezas que no se tienen. Un partido realmente proactivo, es decir, comprometido a gestionar el futuro, necesita una actitud de aprendizaje permanente, un estado de alerta intelectual, flexible y riguroso. Como han señalado Philippe Nonet y Philippe Selznick en Law and Society in Transition, la política y el derecho están perdiendo “competencia cognitiva” para estar, por ejemplo, a la altura de la innovación económica y tecnológica. En El futuro y sus enemigos, Daniel Innerarity considera necesario un cambio radical en la manera de entender la política, “que debe pasar de un estilo normativo a otro cognitivo, es decir, de una actitud ideológica a una disposición al aprendizaje”. Un aprendizaje que debe ampliarse a toda la ciudadanía, porque, como el mismo autor señala en Una teoría de la democracia compleja, “el origen de nuestros problemas políticos reside en el hecho de que la democracia necesita unos actores que ella misma es incapaz de producir” (238). Thomas Piketty termina su libro Una breve historia de la igualdad, afirmando: “Las cuestiones económicas son demasiado importantes como para dejarlas en manos de los demás. La reapropiación del conocimiento por parte de los ciudadanos es un paso esencial en la lucha por la igualdad. SI este libro ha contribuido a rearmar al lector en esa dirección, entonces mi objetivo se ha cumplido plenamente”
Y el objetivo de El Panóptico, también.