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Artículos en prensa

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Verificación de argumentos

Estos HOLOGRAMAS son un ensayo de PERIODISMO EXPANSIVO. Conocer lo que ocurre es fácil, comprenderlo es complejo. Cada lector debe poder elegir el nivel de comprensión en que quiere moverse. Propongo tres niveles: uno, reducido, en formato papel. Otro más amplio, en formato digital, que, a su vez, remite a una RED DE COMPRENSIÓN sistemática, necesaria por la inevitable conexión de los asuntos. Tal vez sea un proyecto megalómano, pero creo que vale la pena intentarlo. El artículo inicial de este holograma se publicó en EL MUNDO el día 7 de junio de 2020.


Verificación de argumentos.-Si fuera más joven, fundaría una empresa dedicada a “verificar los argumentos” que se utilizan en nuestra vida social o política. Complementaría así la labor de las que se esfuerzan en verificar hechos (“fact-checking), cuyo éxito deseo cordialmente por su utilidad pública. “Verificar” es el método que nos permite decir si una afirmación es verdadera. Una de estas dos afirmaciones –“el número de las estrellas es par” y “el número de las estrellas es impar”- es verdadera, pero no sabemos cuál, porque no podemos verificarlas. Un segundo nivel de verificación no se refiere a hechos, sino a argumentos. En esta sección he tratado algunos populares, como los relacionados con la “ideología de género”, los “derechos históricos”, la libertad, el aborto o con expresiones como “el pueblo siempre tiene razón” o “la voz de la nación”. La filosofía es la encargada de desarrollar el pensamiento crítico que es una tarea verificadora. Debe hacerlo desde la escuela infantil.


HOLOGRAMA 56


Verificación de argumentos.-  La importancia de la comunicación en la vida humana ha planteado siempre el problema de saber si se puede confiar en ella. Detectar al mentiroso y al gorrón (free-rider) ha sido  un problema social permanente. Cuando los grupos eran pequeños, como sucedía en las bandas de cazadores-recolectores, era más fácil resolverlo porque todos los miembros se conocían. Pero en las sociedades extensas se hace más complicado, porque es difícil conocer las fuentes de las noticias que nos llegan. Podemos enunciar una Ley de garantía de la información: “Para ser útil, el aumento de la comunicación debe ir acompañado de una mejora de los criterios para evaluar su fiabilidad”.  Si la cantidad de información crece más rápidamente que los sistemas de verificación, se convierte en causa de incertidumbre, confusión y vulnerabilidad. Hay que recordar que cuando hablamos de “información” nos estamos refiriendo a cualquier dato que cambia la situación de un sistema. No incluye la noción de “conocimiento”. Una información falsa, puede ser considerada información, pero no conocimiento. Ya lo advirtió T.S. Eliot en La roca:

«¿Dónde está la sabiduría que hemos perdido en el conocimiento?

¿Y dónde está el conocimiento que hemos perdido con la información?

Para salir de esta situación, cuyos nefastas consecuencias sociales, económicas y políticas conocemos, debemos fortalecer lo que técnicamente se denomina “vigilancia epistémica”. (Sperber, D. et alt. “Epistemic Vigilance”). En la actualidad, los sistemas de “vigilancia epistémica” en ciencia están muy bien desarrollados. Cualquier nuevo descubrimiento o teoría es inspeccionada por los expertos y antes de publicarse debe pasar unos filtros rigurosos. No ocurre lo mismo con la información puesta al servicio del público en general. No se cumplen las condiciones señaladas por la Ley de garantía de la información. Los criterios de verificación no han aumentado a la misma velocidad que la información disponible.

Resulta un buen indicador de nuestra situación que en 2016 el Oxford Dictionary seleccionó como palabra del año “posverdad”. En 2017, la seleccionada fue “fake news”. Después se han popularizado la “pospolítica” o la “posdemocracia”, que sería el modo de hacer política en la época de la posverdad. El asunto venía de lejos. En 2004, Colin Crouch en su libro Post-democracy definió este término como “modelo de política en que las elecciones ciertamente existen y pueden cambiar los gobiernos, pero el debate electoral público es un espectáculo estrechamente controlado gestionado por equipos rivales de profesionales expertos en técnicas de persuasión, y considerando una pequeña gama de temas seleccionados por esos equipos”. Sin embargo, esta manipulación política -o religiosa en su caso- ha existido siempre. ¿Qué es lo nuevo? ¿Tan solo que la cantidad de información y la complejidad de la sociedad actual hace más difícil la verificación? Creo que no. Lo nuevo es que la cultura actual piensa que es la propia noción de verdad la que es anticuada.  Alessandro Baricco, en su perspicaz libro The Game (Anagrama), habla de la posexperiencia, y de la “verdad rápida”, un concepto interesantísimo relacionado con los “trending topics”. Algo puede ser verdad quince segundos. Incluso la noción de “hecho” ha quedado anticuada. La “verdad” es un relato y el “hecho” una interpretación. Lo importante es adueñarse de ambas cosas: del relato y de la interpretación. Neerzan Zimmerman, que trabajó en ‘Gawker’ como especialista en “tráfico rápido de historias virales” (el nombre de su profesión ya es significativo), afirma: “Hoy día no es importante que la historia sea real. Lo único importante es que la gente haga clic sobre ella. Los hechos están superados. Es una reliquia de la edad de la prensa escrita, cuando los lectores no podían elegir. Ahora, si una persona no comparte una noticia, no hay noticia”. Vuelve a ser de actualidad el concepto “factoide”, inventado por Norman Mailer en su biografía de Marilyn Monroe (1973).Creó la palabra combinando “facto” (del latín “factum”,”hecho”) con el sufijo “oide” que significa “parecido pero no igual”. Mailer definia “factoide” como “hechos que no existían antes de aparecer en un medio de comunicación”. El Washington Times lo definió como «algo que parece un hecho, podría ser un hecho, pero en realidad no es un hecho». Se genera por medio de prejuicios cognitivos, da lugar a leyendas urbanas y fomenta las teorías de la conspiración. La pandemia ha aumentado la difusión de bulos y de mensajes esotéricos, antivacunas, nacionalistas y conspirativos, que hacen decir a Carolin Emcke:”lo que de verdad da miedo es que vuelva la pretensión de que no es posible distinguir entre afirmaciones factuales verdaderas y falsas, entre suposiciones verosímiles y disparatadas” (El País, 6.6.2020)

La historia de las tecnologías de la comunicación refuerza la verdad de la Ley de garantía de la información. Los inventores de las nuevas tecnologías de la comunicación confiaban en que por sí solas aumentarían la libertad. “Creía que cuando todos pudiesen hablar con libertad e intercambiar información e ideas el mundo se convertiría automáticamente en un lugar mejor -decía Evan Williams, uno de los cofundadores de Twitter en mayo de 2017- Me equivocaba”. (Streitfeld, D. “The Internet is Broken”, The New York Times, 20.5.2017). Ahora conocemos la causa: el aumento de la información no estuvo acompañado por un perfeccionamiento de los sistemas de verificación, es decir, la “vigilancia epistémica”.

Para remediarlo, han aparecido en los últimos años las empresas dedicadas al “fact-checking” y las grandes compañías como Facebook intentan introducir filtros en sus redes. No es de extrañar que Donald Trump, que se ha aprovechado con tanta eficacia  de la “posverdad”, las haya atacado. En España, creo que la primera que aplicó sistemática y públicamente la verificación en un medio masivo de comunicación fue Ana Pastor en “El  Objetivo”. En este momento, hay algunas empresas dedicadas a esa tarea, como Maldita Bulo (2014) y Newtral Media Audiovisual (2018). (Ufarte-Ruis et alt: “Plataformas independientes de fact-checking en España e Italia”, Mediterranea, 2020).

Esta tarea de verificación es indispensable y debía ser valorada y apoyada como un gran servicio público. Deben realizarla organizaciones porque es una tarea costosa que exige  conocimientos y medios.

Pero los ciudadanos también tenemos nuestra responsabilidad. Desde el punto de vista individual, la “vigilancia epistémica” se denomina “pensamiento crítico”.

La capacidad de atender a los argumentos y de estar dispuestos a aceptar los más potentes es esencial para una democracia.

De nada vale disponer de verificaciones fiables, si no las hago caso. He denunciado que nuestro país padece un “síndrome de inmunodeficiencia social”, que le impide producir anticuerpos para defenderse de agentes nocivos, por ejemplo, de la mentira. Los prejuicios -incluidos los prejuicios que determinan casi siempre las afiliaciones políticas- están blindados contra cualquier evidencia que contradiga sus creencias. El desarrollo del pensamiento crítico es el único antídoto. La capacidad de atender a los argumentos y de estar dispuestos a aceptar los más potentes es esencial para una democracia. Las democracias parlamentarias se basan en la convicción de que es posible razonar sobre temas políticos y de que es necesario que combatan los argumentos para que no tengan que combatir las personas. Esos debates a pedradas retóricas que vemos en nuestro parlamento es inútil y erosionador de la democracia. He hablado en esa sección de la necesidad de “ponderar” las distintas soluciones para salir de los conflictos.  El pensamiento crítico no es natural. Lo natural es el prejuicio, la credulidad, el amiguismo, la distorsión emocional. El pensamiento crítico es un hábito que se aprende. Y conviene hacerlo cuanto antes. De enseñarlo, se ha ocupado siempre la filosofía, hasta que dejó de creer en la verdad, y se refugió en lo interesante. Me parece urgente reivindicar su posibilidad y su necesidad. Las Asociaciones de Filosofía para Niños han publicado un manifiesto para reclamar la introducción de la filosofía en nuestros programas educativos desde la escuela infantil. A muchas personas les parecerá ridícula esta pretensión, porque pensarán que estudiar filosofía es leer a Kant, y que eso es excesivo para la educación infantil. Pero la esencia de la filosofía es convertir el pensamiento crítico en un hábito, y eso entraña, aprender a escuchar los argumentos, a reflexionar, a saber distinguir los caprichos de las razones, y esto lo aprenden los niños desde muy pequeños.

Les recomiendo que vean el delicioso documental «Sólo es el principio», de Jean-Pierre Pozzi y Pierre Barougier, sobre un taller de Filosofía de filosofía en la escuela infantil.

En los programas que elaboré para la Universidad de Padres, proporcionaba métodos para desarrollar este “sistema inmunológico contra el adoctrinamiento”. Les pondré algunos ejemplos para que comprueben que se pueden aplicar muy pronto:

(A).- Para orientar el pensamiento en la búsqueda de criterios.

1.- Anima a los niños a dar razones:

¿Por qué dices eso?

¿Qué te hace pensar eso?

¿Dime alguna razón para convencerme?

2.- Anímales a evaluar si la razón que han dado es buena:

¿Piensas que esa es una buena razón?

¿Por qué piensas que tu punto de vista es correcto?

3.- Anima a los niños a definir los términos que emplean.

¿Cuándo utilizas esa palabra qué quieres decir?

Si una cosa es ……. cuáles son sus principales características.

¿En qué se diferencia de las demás?

4.- Anima a los niños a sacar las consecuencias de lo que han dicho

¿De lo que has dicho qué se sigue?

¿Si tu dices eso ¿puedes decir también que…?

Si haces eso, ¿qué crees que pasará?

Si  hubieran aprendido de niños estos hábitos tan sencillos, tal vez nuestros políticos no tuvieran que aprenderlo de mayores.

 

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Únete 6 Comments

  • Paloma835 dice:

    25 de febrero. Illa: “Ante el aumento de casos detectados en diferentes países y especialmente en Italia, los expertos han recomendado aumentar la sensibilidad del sistema de detección para prevenir el coronavirus”.

    26 de febrero. Sesión de control al Gobierno en el Congreso de los Diputados. Los partidos políticos plantean más de 20 preguntas al Gobierno de Pedro Sánchez, pero ninguna de ellas hace referencia al coronavirus; ocho partidos políticos tienen presencia en los Gobiernos autonómicos que poseen las competencias en gestión sanitaria.

    26 de febrero. Ayuso: “Lo más peligroso ahora es el miedo, más que el propio virus, que normalmente lo que deja como secuelas son síntomas menores incluso que los de una gripe”.

    29 de febrero. Simón: “Hay que interpretar los datos correctamente. No hay gran transmisión a nivel nacional. Hay que ser muy prudente y no dar falsas ideas. No estamos en la situación de aplicar medidas drásticas, no lo haremos por titulares sino por evidencias”. Desde el 31 de enero que se detectó el primer contagiado, hay 50 casos notificados y ningún fallecido.

    5 de marzo. El Gobierno elabora un protocolo de actuación para residencias de mayores tras las muertes de ancianos. Notificados 3 fallecidos y 237 casos de coronavirus acumulados en España.

    9 de marzo. Comienzan a publicarse datos sanitarios de las comunidades autónomas donde se evidencia, en especial los de Madrid, que se está produciendo la rápida transmisión nacional del COVID-19. Notificados 999 casos y 16 fallecidos de coronavirus acumulados en España, 469 y 8 fallecidos en Madrid.

    11 de marzo. Madrid cierra los centros escolares y toma medidas de atención sanitaria especiales. La OMS eleva la situación a pandemia internacional. Notificados 2.002 casos y 47 fallecidos de coronavirus acumulados en España, 1024 y 31 fallecidos en Madrid.

    14 de marzo. El Gobierno decreta el estado de alarma. En Madrid se concentra más de la mitad de contagiados y fallecidos del territorio español.

    • Paloma835 dice:

      Es necesario tener en mente tres principios clave en enfermedades infecciosas. Uno: en casi todas hay casos asintomáticos. Dos: hay que vigilar si estos individuos transmiten la enfermedad. Tres: si no los buscas, estos casos no los encuentras. El riesgo entonces es que solo veas los casos graves, una mínima parte del total.
      Necesitas una red que te alerte de si el virus circula y en que proporción. Y esto no se hizo. Se mantuvo una definición de caso muy restrictiva que hacía imposible captar la transmisión comunitaria en marcha. En España y otros países se ignoraron principios clave en salud pública.
      Decir que algo ha ocurrido en muchos sitios no es un buen argumento para defender una gestión. Y no es cierto que la situación sea igual en todos los países, como demuestran los indicadores de impacto de la epidemia.
      Los stocks estratégicos, las vías de aprovisionamiento, las capacidades de producción… Todo eso debe tenerse preparado antes del evento, porque una vez iniciado se desata un mercado salvaje. En esto la anticipación es clave.
      Una enfermedad infecciosa solo puede gestionarse con datos fiables, porque si no eres un piloto aterrizando con niebla y el altímetro estropeado.
      Es el mejor momento para emprender una profunda reforma de las estructuras de salud pública y los sistemas de información sanitaria en España. Hoy hay soluciones tecnológicas que ofrecen información de calidad en tiempo real. Es un problema sistémico que hay que resolver con urgencia porque habrá rebrotes y hay que estar preparados para anticiparnos.
      El trabajo previo hecho determina tu respuesta. Un buen sistema de alerta y gestión, bien revisado y puesto al día, te da las herramientas para hacer frente a la epidemia. Un ejemplo son los centros operativos de emergencias. Ahora tienes 10 personas trabajando en uno, pero en cuestión de horas puedes tener a 150 gestionando la crisis si ha ido a más. Se trata de contar en cada momento con los recursos técnicos y humanos, y los procedimientos necesarios para no ir a remolque.
       La gobernanza de la crisis no ha sido la mejor. El país también necesita movilizar a los mejores expertos y darles un papel importante en estas crisis. Es algo que se ha hecho tarde y con un papel secundario. Tenemos una buena red de centros de investigación, pero la cadena de transmisión hacia la toma de decisiones no está engrasada.
      Auditorías técnicas en casi todos los niveles para entender qué ha pasado, cómo y por qué. Europa debería hacerlo. Y en el caso de España es imprescindible entender por qué ha tenido unos niveles de mortalidad tan altos.
      Estos procesos tienen que hacerlos expertos independientes. El Parlamento debe tener un papel y estar informado, porque es donde reside la soberanía. Pero la situación requiere una revisión desapasionada y rigurosa para entender qué ha ocurrido. Hacer eso ahora desde el ámbito político resulta difícil, como vemos en España y otros países. Nos jugamos mucho en esto. Si no averiguas qué ha fallado, estás condenado a repetir los errores.
      Ha quedado en evidencia que no podemos depender de la producción de una o dos fábricas en China u otro país. Es un riesgo, no solo en caso de una pandemia, sino también por un terremoto u otro accidente.
      Europa debe aprovechar esta crisis para recuperar liderazgo científico, capacidad de producción, de estrechar la relación entre conocimiento y producción…

      https://elpais.com/sociedad/2020-06-19/en-espana-se-ignoraron-principios-clave-en-salud-publica.html

  • jose antonio marina dice:

    El diálogo no es realmente una muestra de pensamiento crítico porque no intenta justificar las respuestas. Comenzando por la primera. Afirmar que para conducirse en la vida es suficiente la prudencia, seguir los instintos y la experiencia de la vida, es cuando menos confusa. ¿Que es seguir los instintos?¿Qué es la experiencia de la vida? Pongamos un ejemplo: ¿Cual es la prudencia, el instinto y la experiencia de la vida de un envidioso? Inmediatamente después, dice que está hecho un lio con la verdad porque el mundo está lleno de intereses y mentiras. Pues precisamente por ello hace falta el pensamiento crítico, para distinguir que afirmaciones son solo fruto de interes o fruto de un engaño.

    • antonio dice:

      La argumentación como usted la plantea profesor, es poco eficaz actualmente, porque estaríamos eternizándonos en continuos e infructuosos debates.
      Vivimos en un mundo sobresaturado de información en el que si no se selecciona y se extrapola por analogía, se entra en un proceso mental lineal con apariencia de avance, pero que, en realidad es una huida hacia adelante sin tener claro el objetivo hacia dónde nos dirigimos.
      La atención es fundamental en el trabajo de la mente, porque es a través de ella que se vislumbra la esencia de un problema, esta esencia cuando es correcta nos amplia el campo de la visión del problema, y nos descubre nuevas esencias que profundizan sobre el tema planteado. En definitiva, la atención permite por un lado, separar el trigo, de la paja, y por otro que la mente trabaje de forma circular, y no lineal a la hora de argumentar.
      Un saludo.

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