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¿Qué significa «tener derechos»?

“Tengo derecho a” es una expresión mágica, porque parece abrirnos la puerta de la cueva de Alí Babá. De nuevo, me siento el más tonto del pueblo, porque me cuesta trabajo saber lo que significa. Si digo que todas las personas “tienen” derechos, ¿empleo esa palabra con el mismo significado que cuando digo “tengo” hígado, o “tengo” un coche? Desde que hace años abandoné el proyecto sobre el aborto, he trabajado mucho sobre este asunto. Hasta tal punto que la conclusión de Biografía de la humanidad es que la creación, el desarrollo, la implantación de los derechos es la energía más profunda que ha configurado la humanidad. Partí de una definición clásica de Rudolf Ihering, “derecho es un interés jurídicamente protegido”. Permite determinadas acciones a quien lo posee, y lo defiende de la acción de otros. El problema surge al preguntarse por el fundamento, contenido y amplitud de esos derechos. No todos los intereses pueden desembocar en derechos. La respuesta más obvia, la que admite todo el positivismo jurídico, es que los derechos son conferidos por la ley. No hay derechos sin ley previa. ¿Quién puede ser el legislador? Dios, la naturaleza o el gobernante. Casi siempre ha sido el gobernante, apelando a Dios o a la naturaleza para legitimar su acción legisladora.

Ninguno de esos fundamentos era lo bastante resistente, porque se basaban en creencias previas, y apoyándose en ellas el legislador podía cometer todo tipo de tropelías. Las ideas se manipulan con mucha facilidad. Dios era una noción admitida por fe, que dio origen a multitud de guerras de religión. Y la naturaleza era una noción vaga, en la que se encontraba lo que previamente se había puesto en ella. Aristóteles afirmó que algunos humanos eran esclavos por naturaleza. El nazismo organizó su sistema jurídico basándolo en una idea de naturaleza que situaba la raza aria como dominadora. El Código civil español decía que la mujer debía estar sometida al marido, porque así lo decía la naturaleza. Hume dio el golpe de gracia al iusnaturalismo: del ser no se puede pasar al deber. De la existencia de una roca, un árbol, una merluza o un ser humano no se deriva ningún tipo de deber moral.

Había una posibilidad de salir de este callejón sin salida, que era identificar la naturaleza humana con la razón, y afirmar que el derecho era “opus rationis”, obra de la razón. Sin embargo, Friedrich Hayek en su análisis de la genealogía del derecho, negó a la razón capacidad para establecer un sistema normativo. Sostuvo que solo el conjunto de la sociedad, la inteligencia distribuida, posee los conocimientos suficientes para hacerlo, y lo ha hecho a lo largo de la historia mediante interacciones continuas, mediante lo que denomina “evolución espontánea”. Desde un punto de vista completamente distinto, Jacques Maritain, filósofo católico y tomista, llegó a una conclusión parecida, apelando a la “experiencia ética de la humanidad”, como fuente de derechos.

La teoría de los derechos que defiendo aprovecha estas dos últimas ideas. En primer lugar, pienso que los derechos, como fenómenos culturales, necesitan ser explicados evolutivamente. Son creaciones de la inteligencia para resolver los problemas que surgen de la convivencia. En el reino animal, el único derecho es el de la fuerza. El pez grande se come al chico, y el macho alfa se queda con el harén. La evolución humana rompe esta situación, entre otras cosas porque aparecen otro tipos de fuerzas que pueden oponerse a las físicas: la astucia, la magia, el dinero, la religión. La convivencia humana es conflictiva, porque nos movemos por necesidades, deseos, expectativas, proyectos. En suma, por intereses personales, que entran en colisión con otros deseos. Se abre así lo que los teóricos denominan “campo del problema”. ¿Cómo resolver el choque entre esos deseos que entraban en conflicto? La solución mas simple era la guerra permanente. Pero el sapiens alumbró una solución genial: creó fuerzas simbólicas  que ampliaban las fuerzas físicas de todas las personas. Eso es el derecho. Si reconozco a una persona el “derecho a la propiedad de su campo”, lo que estoy diciendo es que podrá mantenerla aunque su codicioso vecino sea más fuerte que él, porque la sociedad va a defenderlo. El derecho es una fuerza simbólica que permite a una persona realizar acciones que con sus solos recursos sería incapaz de hacer. La lucha por un derecho ha sido siempre una lucha por el reconocimiento social. Basta pensar en la lucha por los derechos de los esclavos, de las mujeres, de los niños. Ihering señala que el derecho es un medio para conseguir un fin: “La paz es el término del Derecho, la lucha es el medio para alcanzarlo.» (El fin del derecho)

Puesto que la reivindicación del derecho comienza en un interés personal que quiere ser apoyado, quienes reclamaban estos derechos tenían que convencer a la sociedad de la legitimidad de sus pretensiones, de que reclamaban algo que les pertenecía. Una venerable definición del derecho lo dejaba bien claro: lo justo, lo ajustado a derecho, es “dar a cada uno lo suyo”. Tengo derecho a lo que me corresponde, a mi propiedad. Nada de esto es real, aunque no conviene actuar “como si” lo fuera. En la realidad es mío lo que puedo mantener con la fuerza. ¿A qué propiedades se refería esa expresión? A aquellas cosas que satisfacen las necesidades básicas para poder vivir humanamente. En el fondo, lo único que poseo son necesidades, y lo que aspira el ser humano es a que la sociedad nos ayude a vivir humanamente, es decir, fuera del orbe de las fuerzas físicas, de la lucha permanente. Todo esto es una creación de la inteligencia, que aspira a vivir por encima de la naturaleza. Los derechos son una ficción salvadora.

En ese punto emerge el problema que nos interesa. ¿Hasta donde estamos dispuestos a reconocer derechos? Hasta ahora lo hemos hecho bajo la presión de los interesados: así se consiguió la abolición de la esclavitud,  la libertad religiosa,  la participación política de los ciudadanos, la igualdad de las mujeres, la igualdad de los negros, los derechos del niño, los derechos de los homosexuales, etc. El feto, sin embargo, no puede reclamar sus derechos, lo que lleva a muchos a pensar que no los tiene y a augurar que nunca los tendrá. No podemos pensar que escrutando la biología descubriremos sus derechos. Los derechos aparecen siempre por una decisión de la inteligencia y la voluntad humanas. Y por eso, debemos preguntarnos si queremos vivir en un mundo que proteja al feto, o no. Y mirado desde la perspectiva subjetiva, ¿es mejor el sapiens dispuesto a ampliar los derechos o es mejor el que los reduce?

Todo nuestro sistema de derechos es una creación autorreferente. Los humanos decidimos. Y como los humanos somos racionales, pero también pasionales y caprichosos, todas sus creaciones, incluido el derecho, están siempre en situación precaria. Por eso, conviene mantener vivo el debate sobre el aborto, porque nos fuerza a repensar nuestra situación, nuestras posibilidades y nuestras limitaciones.

 

 

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Únete 22 Comments

  • Pedro dice:

    Magnifico . Soy Stay del Confidencial . Por fin un espacio inteligente donde aprender .

  • Luis dice:

    equiparar los derechos a un símbolo, parece una manera interesante de profundizar en el tema de los derechos. Habría que preguntarse que es un símbolo, o lo simbólico, qué función desarrolla en el pensamiento humano. Por encima de todas sus funciones del hecho simbólico, esta la del reequilibrio de la psique humana, por extrapolación, la naturaleza del derecho social, esta claro que los derechos cumplen una función reequilibradora de la sociedad.
    Creo que esta función reequilibradora de la sociedad a través del derecho, no la dan los gobiernos, ni la masa social que los pide. La evolución parece que tiene extraños vericuetos por los que surge el reequilibrio, y como dice el refranero, «contra el vicio de pedir, la virtud de no dar», por eso los gobiernos pueden suscribir maravillosas constituciones, o leyes que reparten derechos para todos los gustos, e intereses, luego vendrá el no dar, porque lo escrito no se podrá cumplir. Los derechos implican medios económicos que los sustente, y sin esos medios económicos, los derechos quedan en «papel mojado».
    El «papel todo lo aguanta», pasa lo mismo con la erudición, pero sin medios económicos, todo queda en nada, es como empezar a construir la casa por el tejado. Las llamadas izquierdas todo el problema económico lo resuelven subiendo los impuestos, por eso al final la gente se termina cabreando y se produce la reacción contraria en la sociedad, en la que surgen los partidos que se oponen a tanto derecho. En definitiva, en materia de derechos sociales, si la economía funciona, sino el voluntarismo de «poder» de la izquierda conduce a un callejón sin salida.
    No hay más que ver lo que esta pasando en los países del Norte de Europa, con el recorte de los derechos sociales.

  • Jorge dice:

    Yo no creo en ningún derecho anterior a la ley, sino que es la ley, escrita u oral, la que produce el derecho.
    Y es cada sociedad la que se otorga la leyes y define sus derechos.
    Puro derecho positivo.

    Pero este «no creer» no es una cuestión de fe, sino de antropología. Por más que busque uno, no hay ninguna ley «natural» entre los humanos. Ni siquiera la vida, que supuestamente es fuente de derecho (sólo el vivo los puede poseer) porque en muchas sociedad la muerte era opción legal, sea entre los fenicios o los aztecas que sacrificaban hombres a sus dioses, o sea en los actuales USA, donde todavía hoy se sacrifican reos a la diosa ciega y vengativa de su justicia (sólo cambian los cuchillos por sillas eléctricas).

    La otra razón es puramente filosófico: todo derecho, toda ley en una creación humana. Algunos podrán disfrazarla de magia: que si dios, que si la naturaleza, que si la nación… Pero es todo manipulación en el sentido puramente psicológico de la palabra. Intentar impone una visión moral como una ley natural. Moral y ley son palabras opuestas.

    Usted habla del debate del aborto. Pero dado que el no nacido no tiene derechos, ahora mismo es sólo un debate moral. En la antigua Roma, como sabe, pasaba que los niños menores de 2 años (creo que era esa edad) tampoco tenían derechos, y su muerte violenta no se consideraba un asesinato.

    Pero yo le planteo un asunto que creo que va a a tener más trascendencia a partir de ahora: son los supuestos derechos de los animales.

    ¿Tienen derechos los animales? Obivamente no. ¿Por qué? Porque no son humanos.

    Sin embargo, los movimientos animalistas están intentando empujando los códigos civiles para conseguirlo. Y estamos ante el mismo caso de «pensamiento mágico» y manipulación que aquellos que creen en dios o la Nación como fuente de derecho. Los animalistas no sólo afirman que los animales tiene derecho, sino que ellos saben cuáles son. Y aquí nace la manipulación y el mito.

    Yo no he visto animales manifestándose por sus derechos, sino a animalistas que dicen representarlos. Pero es obvio que los animales no han elegido ningún representante, así que ante lo que estamos es el intento de una parte de la sociedad de intentar imponer su visión moral a los demás alegando que es algo así como un ley natural.

    Pero si analizamos un poco más el asunto, todo se desmorona. La mayoría de los animalistas tienen mascotas. Dicen que las aman, pero en realidad las hacinan en pequeños apartamentos urbanos donde carecen de libertad alguna. No sólo eso, sino que en la mayor parte de los casos castran o esterilizan a sus mascotas para que no maullen, ladren o meen en cualquier parte. Es decir, les privan de su libertad y de su sexualidad.

    Si les preguntáramos a esas mascotas qué opinan de sus dueños, ¿que dirían?

    Nada, porque son irracionales. Pero desde mi punto de vista moral creo que no es correcto comportarse así con un animal, si es que quiero ponerme de parte de sus derechos como seres vivos.
    Pero sin embargo son estas personas, dueñas de mascotas, los que intentan imponernos a los demás su moral, que básicamente consiste curiosamente en que puedan utilizar las playas, o que les sea pagados los gastos veterinarios…, cosas que evidentemente favorecen a sus dueños, más que a las mascotas.

    Los argumentos para prohibir la caza, los toros, los circos, los zoos o, dentro de poco, hasta la equitación, son de la misma categoría: visiones morales personales que intentan manipulativamente imponer a la sociedad como «derechos naturales».

    La verdad es que el fenómeno animalista, que está en auge (PACMA seguramente consiga algún escaño) me parece un nuevo caso de secta milenarista a estudiar.

    un saludo

  • Jorge dice:

    Como es domingo y tengo tiempo libre, me aplicaré un poco más. Será un poco largo, pero creo que interesante. Me gustan las paradojas.

    ¿Robinson Crusoe tiene derechos?

    Ni sí ni no, es indiferente. Se los otorga a si mismo porque es soberano es su isla.

    Si aparecen más personas en su isla, es cuando surgen la ley y los derechos. Es fijar las normas del juego entre humanos.

    Él lo hace, de manera despótica, con Viernes. Y los caníbales también se otorgan el derecho a comérselos a ambos.

    Es decir, que es la interacción humana la que genera las reglas del juego. Como los niños cuando juegan a las canicas: primero se ponen de acuerdo en las reglas, pues si no es imposible el juego.

    ¿Pueden los niños cambiar las reglas del juego? Claro, de hecho lo hacen continuamente. Dependiendo del campo de juego, por ejemplo. NO es lo mismo jugar en un campo grande y abierto que en otro cerrado entre muros. Yo recuerdo en mi etapa escolaar que todos decidíamos antes si había fueras de campo, si se podía rebotar la pelota en el muro, si el portero podía salir de portería, etc… Era fútbol pero con diferentes reglas porque sencillamente éramos soberanos.

    Y era democrático porque nadie te obligaba a jugar o no ni había clases sociales… Bueno, sí. Recuerdo que en un colegio el balón lo traía un niño y el decidía el campo, las reglas y hasta quién podía o no jugar… Esto se arregló cuando me cambién de colegio y el balón era de la clase, es decir, público. Ahí jugaba quien quería.

    Un vivo ejemplo de la propiedad y las clases sociales.

    Pero el ejemplo viene al caso: vivir en sociedad no es más que un juego interactivo entre humanos que «exige» de manera natural unas reglas. ¿Cuáles? Las que decidan los jugadores.
    Si lo hacen entre todos, mediante negociación y pacto, hablamos de una sociedad democrática. Si lo hace un tirano o una clase social sobre otra, hablamos de un gobierno despótico.

    Conclusión: ¿existen derechos anterior a la ley? No, porque toda sociedad crea su ley que es la que origina los derechos y obligaciones.

    La cuestión entonces es si como Individuos y no como Seres Sociales las personas tenemos algún tipo de derecho por el mero hecho de existir…
    Pues parece que no, pues ni incluso el principal de ellos, la vida, es común a todas las sociedades humanas. El hombre como Ser Social está sometido a la ley, y esta es generada por el juego social.

    Pero al hilo de esta idea me vino a la mente uno de los libros que mejor y más me han hecho pensar. No es de filosofía, sino de psicología. Es un clásico de los años 60, de Manuel J. Smith, con un título muy de aeropuerto: «¿Por qué me siento culpable cuando digo no?».

    El libro es muy interesante también para un filósofo del derecho porque sin pensarlo Smith distingue entre Moral y Ley y también de lo que él llama «Derechos Asertivos» que poseemos todos los seres humanos. La asertividad es una técnica para enfrentarse a la manipulación de los demás, de la sociedad, de los otros seres humanos. Y lo que determina su libertad, en definitiva.

    Smith comienza con un Derecho Asertivo incial: «Tenemos derecho a juzgar nuestro propio comportamiento, nuestros pensamientos y nuetras emociones y a tomar la responsabilidad de su iniciación y de sus consecuencias».

    Somos nuestros propios jueces y somos responsables de nuestros actos.

    Esto en sí más que un derecho es una definición del ser humano en libertad.

    A partir de este primer derecho, Smith enumera una lista creo que diez (el número es arbitrario) que es la destilación de su experiencia clínica como médico: derecho a equivocarnos, derecho a cometer errores, derecho a decir que no, derecho a no dar explicaciones sobre nuestras acciones, etc..

    Otros autores de la escuela conductista la amplían o la refinan.

    Pero lo esencial es que todos parten del primero, porque si no somos nosotros los que realmente tomamos la decisión, si no lo hacemos con libertad, en realidad… ¡no somos nosotros! Si nos manipulan (el libro es un manual contra la manipulación), en realidad no somos libres.

    Ahí también distingue entre ley y moral. Para Smith, las dos son normas de comportamiento. Tú siempre tienes libertad para saltartelas o no. En el primer caso, lo que te espera es una multa o la cárcel, y lo debes asumir porque eres responsables de tus actos. En el segundo no hay sanción, así que la debes aceptar libre y reflexivamente y no imponerla a los demás. La Ley en un acto social y la Moral uno particular. Los que intentan convertir la moral en ley y hacerte sentir culpables son unos manipuladores.

    La reflexión es hermosa y sencilla y se puede aplicar al juego social. El derecho fundamental de todo ser humano es tomar libremente sus decisiones…, porque entonces no es un ser humano. Si alguien es coaccionado para aceptar una norma, no es libre y esa norma es inhumana. Y si no es humana, no es norma.

    La única ley «humana» y por tanto legal sería aquella que nace del pacto de todos los miembros de la sociedad. Es el fundamente de la democracia. Todo lo que no sea un pacto entre iguales, es tiranía, despotismo, y por tanto nos priva de nuestra propia libertad como seres humanos, nos priva de nuestra mera condición de seres humanos… Y por eso son ilegales.

    No sé si me he sabido explicar bien, espero no haber aburrido a nadie.

    Salu2

  • luis dice:

    te has explicado estupendamente.
    Planteas un tema fundamental, porque hablar de derechos, sin hablar de responsabilidad individual y de libertad, es como hacer un brindis al Sol.
    El buenísmo intelectual, lo mismo que otros buenísmos (religioso, político), están más preocupados de vendernos algo, cuando ellos no son los propietarios de la pelota, por lo tanto, hablan de derechos cuya propiedad no les corresponde.
    Es como quitar la pelota a su propietario, y luego obligar a acatar las reglas que, los grupos sociales interesados, luego «bondadosamente» distribuyen para conseguir el poder.

    • Jorge dice:

      Gracias.

      Es un tema interesante.

      Yo cada vez soy más puramente positivista en cuestión de derechos, porque además es la única solución lógica, o eso me parece.

  • luis dice:

    Si parece que los derechos positivos se imponen en toda Europa, por eso la ultraderecha ha ganado las elecciones en Finlandia, pais con larga trayectoria en derechos sociales.

  • jose antonio marina dice:

    Los derechos,como todas las creaciones culturales, solo pueden entenderse evolutivamente. Son creaciones de la inteligencia para resolver los problemas que surgen, en el caso de los derechos, de la convivencia. Los grupos humanos inventan modos de solventar disputas, de repartir la comida, de organizar la defensa o el ataque. Son normas consuetudinarias que señalan lo que corresponde a cada uno, y de esa raíz nacen cosas que puedo hacer (si quiero), es decir,los derechos, y las cosas ue estoy obligado a hacer o a no hacer, (deberes). Cuando los grupos se hacen más grandes, la organización se hace mas compleja, aparece la división del trabajo y de las funciones. Surgen los gobernantes, que tienen que imponer las leyes y para darlas fuerzas se comenzaron a relacionar con los dioses. Así sucedió en los primeros códigos babilonios. Era una referencia para aumento el poder del legislador. Su manifestación más exageradas se dio en las monarquias absolutas o en las dictaduras. En esos casos no hay más derechos que los concedido por las leyes positivas. Esto dejaba a los ciudadanos en una trágica indefensión. Por eso se empezó a hablar de «derechos» previos a la ley. ¿Existen o no? Existen si son reconocidos. ¿Tenían derecho a la igualdad las mujeres cuando la discriminación legal era
    tremenda? No tenían «derechos positivados». Entonces ¿qué tenían como fuente de reclamaciones? Llámenlo como quieran, pero si se definía el ius, la justicia, como dar a cada uno que le corresponde, había que reconocer que había «propiedades» no reconocidas por las leyes positivas.La afirmación de los derechos previos a la ley, en las grandes constituciones del XVIII, que culminaron con la declaración de derechos humanos (no concedidos por la ley), son una gran creación de la inteligencia. No reconocerlos -como hacen por otra parte todos los positivistas legales- no resuelve problemas, sino que cierra toda posibilidad de criticar al poder.

    • Jorge dice:

      Yo pensaba de la misma manera que usted, que hay derechos previos a cualquier legislación.
      Pero con el tiempo he ido evolucionando a base de preguntas.
      Hablar de «derechos previos» es como hablar de «dios». ¿Cómo demostrar su existencia? Es imposible, es indeterminada.
      Efectivamente, tras un largo proceso, en el siglo XVIII se llegó a una conclusiones… En Europa, en el siglo XVIII. En Tahití en esa misma época seguramente pensarían que esos derechos fundamentales eran otros. En Tahití, como sabe, la propiedad privada sobre la tierra no existía…, ¿cómo imaginar siquiera un derecho sobre ella?
      Este proceso estaba caracterizado también porque se oponía a otro, a la monarquía absoluta. Los pensadores tenían que encontrar argumentos para socavar los del rival: soberanía nacional vs soberanía del monarca, derecho como pacto entre contribuyentes vs derecho divino basado en la Biblia, etc…
      Es decir, que lo que definieron como derechos universales fue…, algo meramente positivo ligado a sus circunstancias.

      En la paradoja que hablo de Robinson Crusoe, ni siquiera existe el concepto de derecho, de ley. Porque no interactúa con ningún otro ser humano. El toma de la naturaleza lo que precisa y no le pregunta a un cocotero si puede arrancar sus frutos o a un pez si puede pescarlo para comérselo. No hay derecho, no hay ley. Esta surge de manera natural como resultado de la interacción humana y sus diversas manifestaciones están determinadas por las circunstancias económicas que sustentan esa sociedad y por su evolución como tal.

      Es cierto que los ilustrados del XVIII pretendía luchar contra la tiranía y por eso son valiosos. Pero no podemos dejar de ser rigurosos al afirmar que pura y simplemente se inventaron esos derechos universales según su criterio. Usted ha señalado por ejemplo que se olvidaron de la mitad de la humanidad, las mujeres…

      Si aceptamos que hay unos derechos universales previos a cualquier legislación, negamos la mayor, que es que estos derechos fueron definidos por seres humanos como nosotros. Y quedamos obligados a su cumplimiento como si fuera un mandato divino. No podríamos reformarlos ni ampliarlos o disminuirlos. Perderían básicamente nuestra soberanía sobre nosotros mismos.

      De ahí mi reflexión anterior en la búsqueda de un fundamento de derecho coherente. Y este se basa en la libertad de elegir, digámoslo así. ¡Es que ni siquiera admito su definición de ius como dar a cada uno lo que corresponda…! Depende, como decimos los gallegos… ;-D

      Si todo derecho es una creación humana, puede ser modificado. Esta es la regla básica y lo que define al derecho positivo.

      Cómo se modifica es lo que define a una sociedad. Si la modificación o no dependía de una pequeña minoría, es una sociedad despótica. Si depende de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, de manera directa o representativa, es una sociedad democrática. Si esa democracia busca la libertad individual, es una democracia liberal…, etcétera.

      Es decir, que es la conformación del derecho lo que determina la sociedad en la que vivimos.

      De esta manera, lo que debemos plantearnos es qué sociedad es la que queremos vivir…, y a partir de ahí definir cuáles deben ser nuestros derechos y obligaciones.

      Un saludo y gracias por su tiempo

    • luis dice:

      Si entendemos que el derecho y las religiones, son producto de la creación de la inteligencia, y si además estamos de acuerdo en que la inteligencia de la especie humana sigue evolucionando, bien desde una perspectiva genética, o epigenética, habrá que pensar que tanto el derecho, como las religiones, son creaciones que a su vez influyen, en el desarrollo de la inteligencia creadora, y por tanto, habrá que considerar que la inteligencia tiene en si misma una «esencia» que evoluciona de acuerdo a unas pautas que desconocemos, pero en si misma el intelecto de la especie busca su alcanzar una capacidad mayor de comprensión, no sólo en la convivencia entre grupos, sino en la comprensión del entorno.
      Con esta reflexión, lo único que planteo es que si bien trabajamos a todos los niveles de la inteligencia con creaciones humanas, existe algo, que es la semilla esencial de nuestra inteligencia creativa, que busca alcanzar una capacidad creadora mucho más perfecta, mediante modelos de convivencia creativa cada vez mejores.
      Estos modelos culturales creativos, tiene que buscar una cosa fundamental, el equilibrio. Una sociedad de derechos, no es una sociedad equilibrada, sino por otra parte no fomenta la responsabilidad de los individuos, por ejemplo, por eso, dar gratuitamente, sin esperar que el que recibe, entienda el valor de lo que recibe, es tirar perlas a los cerdos, y tarde o temprano, viene el reequilibrio, en forma de lobo malo.

      • Jorge dice:

        Yo no creo, amigo Luis, que seamos más listos ni más inteligentes que nuestros antepasados.
        Emocional y racionalmente somos iguales que hace 40.000 años.
        Lo que tenemos es más conocimiento acumulado. El concepto de meme cultural me gusta.
        Pero creo que aún nos falta mucho para conocernos.

        En mi opinión somos la especie simia cogita sapiens en fase de evolución a homo sapiens sapiens…

        ;-D

        • luis dice:

          Jorge si fuese como dices, habría sociedades más simiescas, y sociedades más alejadas del origen simiesco, no hay más que ver como las leyes y religiones, se han quedado ancladas en el pasado.
          Los procesos creativos de nuestra inteligencia, evolucionan en la medida que el individuo evoluciona.
          El derecho positivo, y las religiones, tanto en cuanto, son actos creativos deben servir para que el hombre evolucione y se aleje de su origen animal, en la medida que el hombre evoluciona, los derechos y las religiones deben evolucionar.
          El problema es como compaginar los distintos grados de evolución dentro de la especie humana, pues aunque desde el punto de vista genético, tenemos el mismo cerebro, la capacidad de comprensión es distinta.
          ;-D

          • Jorge dice:

            Pero evolucionar ¿hacia dónde?

            El único objetivo sensato que se me ocurre para esta vida es ser feliz. Así de simple.

            Pero resulta que en nuestras actuales sociedad tan complejas y evolucionadas millones de personas no son felices en absoluto.

            Y curiosamente las personas más felices suelen ser las que menos necesitan, las que menos preocupaciones tienen y se bastan con comer caliente todos los días y llevarse bien con los vecinos y cultivar sus afectos.

            ¿Moral? No, evolución. Somos animales de «sabana», que decía un antropólogo. Vivir en la sabana, sólo preocupado por comer de lo que se caza o recolecta y cuidar del grupo para que este te cuide a ti es todo l que necesitamos porque es el destilado de cientos de miles de años de evolución.

            No verás un bosquimano deprimido ni agobiado ni con miedo al futuro o a qué será de él cuando se jubile o enferme.

            Pero hace 10.000 años aprox. algo cambió para siempre gracias a la agricultura. Hoy vivimos en ciudades de millones de habitantes con reglas muy complejas. El problema básico es que nuestro cerebro es el mismo que hace 10.000 años, el de la sabana.

  • luis dice:

    La felicidad de supervivencia que es la que describes, sólo afecta a nuestra parte más animal, pero existe otra felicidad la de la mente creativa. Este tipo de felicidad es la que experimenta la mente cuando crea algo original o nuevo, en ciencia cuando un algún científico encuentra una formula que describe la realidad de forma antes observada, su mente genera un chorro de endorfinas que le hacen sentir una felicidad de una calidad superior, que la felicidad experimentada por su naturaleza animal.
    La felicidad animal se identifica con las funciones de supervivencia y de dominio, el hombre cuanto más primario es, más busca esa felicidad, por eso es sabido que el poder ejerce una erótica tan fuerte, que el ser humano esta más inclinado a realizar actividades enfocadas a conseguir esa felicidad. El problema del ser humano no consiste en leer más o menos, sino en enfocar adecuadamente lo que lee, cuando lo que leemos esta enfocado a alimentar nuestra necesidad de poder, entendemos una cosa, y cuando lo que se busca es encontrar la parte que nos hace más inteligentes, entonces se entiende otra cosa.
    Por ejemplo, los que hablan de derechos, hacen una lectura de los derechos, en función del reparto de poder, por eso la argumentación de su lógica, esta enfocada en encontrar la manera de sacarle beneficios de poder, a su planteamiento, no interesa un debate en el que el beneficio sea el pensamiento inteligente y creativo del hombre.
    En definitiva, siempre hay dos visiones de la realidad, una busca la voluntad de poder, de imponerse y sacar ventaja, esta forma de interpretar la vida, siempre es partidista, mientras que, hay otra voluntad en el hombre, la que busca desarrollar una inteligencia más allá del patrón de poder, y nos eleva por encima de nuestra condición animal. Esta otra voluntad, se confunden normalmente con la voluntad de poder, pero es distinta.
    ;-s2s.

    • Jorge dice:

      Honestamente, poca gente tiene esa mente creativa… ;-D,

      Yo hablo del común de las personas.

      • Luis dice:

        Por suerte para la inteligencia creativa del ser humano, parece que tenemos incorporada una función equilibradora, que regula nuestra voluntad creativa, eso se ve reflejado en los movimientos sociales motivados por la voluntad de poder, que oscilan en sentido contrario para equilibrar las exageraciones.
        Avanzamos evolutivamente oscilando entre extremos. Lo menos malo, consiste en oscilar entre extremos menos extremos. Parecería que, nuestra inteligencia es la única manera que tiene de tomar conciencia de los errores.
        Es de agradecer al profesor que nos deje intercambiar puntos de vista en su blog.

  • jose antonio marina dice:

    ¿Somos mas inteligentes o menos? Le pondré el ejemplo de un móvil. La potencia de un movil puede no cambiar, pero si le introduzco mucha aplicaciones, su capacidad operativa aumenta. Eso es lo que ha hecho la evolución cultural en el cerebro humano. L invención lingüística, conceptual matemática nos permiten pensar cosas que sin ellas no podríamos pensar. La notación musical permitió a Beethoven componer las sinfonías. ¿Era un compositor más creativo que los que hicieron la música medieval? La pregunta no tiene mucho sentido. Beethoven tenía mas herramientas mentales.

    • Jorge dice:

      Hum, yo creo eso no es inteligencia, sino eficiencia.
      El saber acumulado nos hace más eficientes, más productivos y con resultados más complejos, pero no somos más listos que nuestros antepasados.
      Emocional e intelectualmente somos idénticos al hombre de las cavernas. La prueba es que un cavernario podría empezar a usar el teléfono sin problemas y nosotros nos adaptaríamos rápidamente a vivir en una cueva y defendernos de los osos.

      Incluso en realidad creo que nos sobrevaloramos. Las grandes ideas suelen ser las más simples. La agricultura, por ejemplo, tardó decenas de miles de años en surgir. La rueda, otra cosa muy simple, fue algo genial, pero tardó aún más y a nadie entre millones de habitantes en América se le ocurrió pensar en eso. La cartografía es otra idea simple pero esquiva: plasmar un territorio a vista de pájaro.
      Todo eso son memes culturales. Una vez que los adoptas forman parte del ADN de la cultura y ya no te puedes desprender de ellos.

      Pero no somos más listos. Siempre pienso en Newton, que tuvo otra idea brillante por lo trivial: ¡las manzanas caen siempre hacia abajo pero nunca hacia arriba!. Newton probablemente fue uno de los humanos más inteligentes que hayan existido…, pero creía en la Biblia a pies juntillas y dedicó gran parte de su vida a la alquimia, intentando convertir cualquier materia en oro. Paralelamente y casi al mismo, Voltaire se alegró de conocer la ley de la gravedad porque le reafirmaba en su ateísmo: los astros se movían por sí mismos, sin necesidad de ningún dios que lo ordenara.

      En fin, honestamente, creo que no somos muy listos como especie.

      • jose antonio marina dice:

        Si no quiere admitir que la inteligencia es una «energía mágica» tendremos que medirla por su eficacia para resolver problemas, que es de lo que se trata. La historia de la manzana de Newton es una ingenuidad. Newton era un matemático extraordinario (inventó el calculo infinitesimal, simultáneamente con Leibniz). «Vio» la manzana desde todo lo que había aprendido. No podemos hablar de inteligencia humana fuera de la cultura.

        • Jorge dice:

          En ese sentido sí, claro que somos una sociedad más inteligente que nuestros antepasados.
          Pero a nivel personal, no creo que ninguno de nosotros sea más inteligente que cualquiera de nuestros antepasados.

          Pero tiene también su lado oscuro. Me estoy leyendo el libro de Glover que me recomendó. La bomba nuclear, el asesinato industrial de la Alemania nazi, las purgas de Stalin…, son también producto de esa eficiencia. Pero dudo que un antepasado nuestro les diera la sanción moral que muchos de nuestros contemporáneos le otorgan.

          Yo creo que todavía falta mucho para comprendernos del todo como especie.

          un saludo

          • Jorge dice:

            PS:
            Sobre la manzana, independientemente de que la anécdota fuera real o no, creo que la genialidad de Newton estaba en la pregunta: ¿por qué las cosas caen hacia abajo y nunca hacia arriba? Fue el primer ser humano que tuvo una pregunta tan «tonta» en su cabeza.
            La gravedad siempre estuvo a la vista de todos, de manera muy evidente, pero él lo advirtió. Y creo que es lo evidente, lo trivial, lo que más nos cuesta entender o siquiera advertir.

            Y sí, como usted dice, Newton reconoce que caminaba a «hombros de gigantes» como Copérnico, Kepler, Galileo…

  • luis dice:

    La inteligencia no se puede quedar en un desarrollo estético hedonista, tiene que tener un sentido. Sin sentido, la inteligencia es puro artificio de erudición estética.
    Para que el derecho no sea una artificio buenista, el derecho necesita que el individuo que lo recibe, entienda el valor de lo que recibe. Este concepto va más allá del derecho positivo. Es lo que entiendo sobre el derecho.

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